Nieta.

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https://hdl.handle.net/11730/guatc/2515

Analizamos aquí conjuntamente los topónimos que tienen como términos específicos Nieta y Nieto y sus respectivos plurales Nietas y Nietos. Y la primera pregunta surge desde lo obvio: ¿qué tienen estos términos para estar en un diccionario de guanchismos? Esos términos tal cual hoy se pronuncian y considerados aisladamente, nada, puesto que están totalmente asimilados al español, pero considerados en su función de topónimos, en el tipo de accidentes a los que nombran y en su recursividad en la toponimia de Canarias ofrecen muchas dudas sobre su condición de hispanismos de origen. De nuevo aquí se ponen en oposición (o en conjunción) la lingüística y la geografía, en donde para la primera esos términos no pueden ser sino palabras propias del español mientras que para la segunda resultan anómalas esas denominaciones. No porque no pueda haber lugares denominados con las palabras nieto o nieta, pues demostrado está que en la toponimia caben todas las palabras del léxico de una lengua, sino porque los significados que esas palabras tienen en el uso común no se ajustan a los accidentes a los que nombran, con lo cual esos topónimos dejan de ser "bien bautizados", es decir, no motivados, o, por mejor decir, de estar "mal motivados", y esa es una de las condiciones que se opone a la teoría de la toponimia, a la toponomástica, que como hemos dicho se ajusta siempre a principios lingüísticos bien fundamentados.

¿Y cuáles son los topónimos de Canarias que llevan estos nombres y las razones por las que no se ajustan a los principios de la toponomástica? Los siguientes: en solo dos islas aparecen estos topónimos y con una curiosa distribución: los femeninos Nieta y Nietas en La Palma y los masculinos Nieto y Nietos en Tenerife.

Dos lugares de La Palma son denominados así: La Nieta es una zona de El Granel, en el municipio de Puntallana, que a su vez tiene otros dos topónimos particulares: Cruz de la Nieta y Topo de la Nieta (Díaz Alayón 1987b: 664), y Las Nietas es una zona de Los Galguitos, en el municipios de San Andrés y Sauces, que a su vez tienen como topónimos particulares un barranquito, una fuente y un llano de lasNietas (ibidem.). Es curiosa también la ocurrencia de estos topónimos en la geografía de la isla, pues aunque pertenecen a municipios distintos, son limítrofes, y las zonas así denominadas no están muy alejadas la una de la otra aunque las divide el profundo barranco de La Galga.

Los topónimos de Tenerife tienen una recurrencia mayor y más irregular en cuanto a su ubicación geográfica. Con el singular Nieto son tres los topónimos pero en los dos extremos de la isla: en el norte son un barranco y una hoya nombrados con el específico de Nieto situados en el Valle del Caidero, por debajo del poblado de Pedro Álvarez, municipio de Tegueste; así vienen cartografiados en el corpus de los barrancos de Tenerife (Pérez Carballo 2011: 6 C2), pero es lo más probable que esos dos accidentes particulares reciban el nombre específico de la zona a la que pertenecen, con el solo nombre de Nieto, tal como se consigna en el GAC (88 A1). El otro Nieto es un barranquillo situado en la parte más riscosa de la vertiente del Barranco de Masca, por encima de los Acantilados de los Gigantes, municipio de Buenavista del Norte, así citado con este solo nombre en la catografía del corpus de barrancos de Tenerife (Pérez Carballo 2011: 35 C2). Y con el plural Nietos, estos ya precedidos del correspondiente artículo, hay un barranquillo en la cumbre de Anaga, entre la Cruz del Carmen y el Pico del Inglés, municipio de Santa Cruz de Tenerife (ibíd.: 7 B3) y un Barranco del Lomo los Nietos en la parte norte del municipio de Candelaria, en las cercanías de Madre del Agua (ibíd.: 15 E5).

En la formulación morfosintáctica de los respectivos topónimos vemos que es aleatoria la presencia del artículo o de la preposición de, pero llaman poderosamente la atención los topónimos que aparecen con los solos lexemas Nieto y Nietos, como topónimos "puros", y esas formas de denominar un lugar no son las propias de un simple apelativo que requiere siempre de un especificativo o de un signo particularizador. De ser apelativos la serie Nieta, Nieto, Nietas y Nietos deberían aparecer los topónimos siempre con artículo y ser este un elemento pertinente, y de ser un antropónimo, un apellido, como pudieran, necesitarían siempre de la presencia de la preposición de. Por ejemplo, sería del todo anómalo que un lugar se llamase simplemente Montaña, por la imprecisión de su localización, y requerirá del artículo para hacerlo topónimo particular, La Montaña, que sería identificada solo por los habitantes del lugar o de sus cercanías, o de un complemento localizador, tal como La Montaña de Abajo o La Montaña de Cardones para hacerla reconocible por los habitantes de la isla, por ejemplo. Además, si esos términos fueran los apelativos españoles es lo lógico que estuvieran repartidos por la toponimia de todas las islas, como cualquier otro apelativo común de la lengua, y sin embargo ya vemos que están en solo dos islas y con una localización muy precisa. Luego están los tipos de accidentes a los que nombran, siendo siempre barrancos o lugares vinculados al agua, curiosamente, que no son precisamente los que podría esperarse de términos como los que tratamos, sino accidentes vinculados a la propiedad heredada.

¿Pero cómo explicar esos nombres de tener una procedencia prehispánica? Naturalmente ninguno de ellos figura en relación alguna de voces guanches ni nadie ha considerado esa posibilidad. Ni siquiera encontramos en la toponimia canaria de origen guanche otros términos con quien poder compararlos ni hallamos en la bibliografía sobre el bereber términos basados en una supuesta raíz léxica NT que pudieran explicar las voces canarias, aunque es posible que sí las haya. Damos por supuesto que, de ser voces de origen guanche, han llegado a la toponimia actual tras un proceso de hispanización pleno, que ha acabado en una identificación homofónica plena con las palabras españolas. ¿Y de las cuatro formas a que han llegado, cuál pudo ser la inicial? Suponemos que una del singular, Nieto o Nieta, que eso sería imposible de determinar y en el fondo indiferente, porque los plurales Nietos y Nietas requieren de un paso más en ese proceso de hispanización supuesto. En fin, que el problema queda planteado para que un buen conocedor de las lenguas bereberes pueda determinar sobre la hipótesis que aquí planteamos, eso sí, teniendo en cuenta las circunstancias toponomásticas en las que esos topónimos viven y que hemos descrito.

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