Nombre de uno de los municipios de la parte del Sureste de Tenerife, que va de cumbre a costa, entre el de FAS al nordeste y el de GRA al suroeste. Además, llevan el nombre de Arico las tres principales poblaciones del municipio: la capital, dividida en dos núcleos con los nombres respectivos de Arico Viejo y Arico Nuevo, en la parte central del municipio de y un Lomo de Arico en la parte más al sur (GAC 134 B2). Y además de estos Arico del Sureste de la isla, que son los más conocidos, existe otro en la misma isla de Tenerife y en su parte norte, en el municipio de Tegueste: está en la base noroeste de la Montaña de Tejina (GAC 81 H1).

En la época prehispánica el territorio de Arico el del sur perteneció al menceyato de Abona y su singular importancia dentro de las sociedades aborígenes se puede comprender por la pervivencia en su territorio de tantos núcleos poblaciones que siguen conservando su nombre guanche: además de los tres Arico señalados, Chajaña, Icor, Porís de Abona, San Miguel de Tajao y Jaca. Además, según nos informa Bethencourt Alfonso (1991: 406), desde tiempo inmemorial han existido fábricas de lozas de barro en Arico el Viejo y en La Degollada, como una de las actividades artesanales que garantizan la continuidad desde las sociedades primitivas hasta la actualidad.

La primera mención del nombre aparece en la obra de Alonso de Espinosa, como "lugarejo". De Arico cuenta Espinosa una leyenda de la época de los guanches, como muestra de su formidable fuerza y ligereza: "Una piedra guijarro está en esta isla -dice el fraile dominico-, en el término de Arico, maciza, mayor que una grande perulera, la cual vide yo y es común plática entre los naturales que con aquella piedra iban sus antepasados a probar sus fuerzas, y que la levantaban con las manos y la echaban sobre la cabeza a las espaldas con facilidad, y ahora no hay hombre, por membrudo que sea, que la pueda levantar ni dar viento" (1980: 43).

En el Poema de Viana, Arico es primero un antropónimo, el nombre de un luchador del bando de Taoro que es vencido por Rucadén (1991: IV, 525), y después se convertirá en topónimo, al ser en la poética de Viana una de las nuevas poblaciones que habrían de fundarse acabada la conquista en la parte sureste del Teide (ibíd.: XV, 295). También Quesada Chaves dice que el nombre del lugar "lo tomó de un Guanche de este nombre" (2007: 233), pero esta noticia del clérigo tinerfeño debe tomarse como una especie de fórmula general que aplicó a muchos de los nombres de origen guanche de Tenerife, y de manera particular a los territorios convertidos en los "nueve reinos" que tenía la isla en el momento de iniciarse la conquista castellana.

Sin embargo, acabada la conquista, el nombre de Arico falta en los primeros documentos del Cabildo de la isla y de las datas (reparto de tierras) de Tenerife. La distinción entre Arico el Viejo y Arico Nuevo aparece en todos los registros a partir del siglo XVIII: en las Constituciones Synodales del Obispo Dávila (cit. Riviere 1997: 69), en la Historia de Viera (1982: II, 416) y en el mapa de Riviere (1997: 74). Según este autor, hacia la mitad de ese siglo XVIII en el término de Arico vivían 313 vecinos, de los cuales 85 vivían en el centro (Riviere 1997: 62). También en el Diccionario de Madoz, de mitad del XIX, se distingue Arico el Nuevo de Arico el Viejo como "barrios" diferenciados (1986: 44-45).

Nombre tal claro como el de Arico no ha tenido variación alguna en cuantos registros se han hecho de él. Wölfel (1996: 931) lo relaciona con dos paralelos bereberes: tarike 'retoño de palmera' y atekkai / irekkain 'jardín', y con un nombre propio de persona: Aricus. Por su parte, el canario De Luca (2004: 40) dice que Arico procede del sustantivo amazigh aruku (pl. irikuten) 'ajuar de la casada' o 'utensilio doméstico', y por extensión 'recipiente cerámico que se usa en un hogar familiar', vigente en el Marruecos Central.

Nuestro colaborador Abrahan Louth piensa en dos hipótesis interpretativas. La primera: que detrás del topónimo Arico puede estar el antropónimo Ico, precedido por el prefijo ar-, que fue el nombre prehispánico que llevaba una princesa de Lanzarote (hija de Fayna y Ruiz de Avendaño); y lo mismo el topónimo tinerfeño Icod, por apócope de la consonante d final. Y la segunda: que pudiera estar en relación con el topónimo Aruca, sobre el radical RK con el valor de 'pudrir' (como en Erque y Tamarco).

Bethencourt Alfonso (1991: 370) añade un Guarico como región de Alajeró, en La Gomera, hoy desaparecido o desconocido, pero de indudable semejanza con Arico.