Binto es uno de los topónimos más señalados de la cumbre de la isla de El Hierro, siendo una zona de límites, donde empieza La Dehesa y donde se inicia la divisoria de las tres vertientes norte, sur y oeste de aquella parte de la isla, con muchos topónimos secundarios: Raya de Binto, Colgados de Binto, Fuente de Binto, Carreras de Binto, Llanos de Binto, etc. (Trapero et alii 1997: 124 y s.v., y GAC 68 B4).

Pero posiblemente el más referencial de todos ellos ha sido las Fuentes de Binto, de las que García del Castillo, escribano de El Hierro a comienzos del siglo XVIII, dice que eran dos: "sitas ambas en la cumbre, y, no con poca maravilla, las puso allí naturaleza entre áridas arenas, entre las cuales se erige una peña sin semejante en sus contornos, que sirve de conducto a aquellas aguas". Y eso a pesar de que su caudal fue siempre muy pequeño, pues apenas -sigue diciendo García del Castillo- "brotan suficiente copia de agua que basta y no más que para reparo de caminantes, y, si concurre muchedumbre, proveen todos mientras alivian el cansancio" (2003: 159). Por su parte, en las Memorias que Urtusáustegui escribió de su visita a la isla a finales del siglo XVIII, vuelve a describir esta fuente como "una estiladera repartida en dos manantiales, de muy buena y fresca agua que recogen dos pequeños dornajos y se ven llenos cuando ha llovido" (1983: 48). Pero más importante es la reflexión que hace el militar tinerfeño sobre la importancia que tenían las fuentes, por pequeñas que fueran, para la vida entera de la isla:

No solamente es de mucho aprecio en esta Isla cualquier escasa fuentecilla, sino todo hueco con que se pueda mantener agua; así se han hecho y labrado ciertos cóncavos en las ramas más gruesas de los pinos y otros árboles, por la parte superior (que llaman guácimos) con el fin de que se empoce la que se resuelven las nuvecillas: tomé un jarro de uno de éstos y me pareció buena menos el color. No se debe extrañar que refiera con demasiada prolijidad cuantos depósitos de agua he visto y hay en esta Isla, por despreciables que parezcan, porque careciendo de corriente, es preciso saberlos todos, tanto para remediar la necesidad en los años secos, como por ser también el recurso cuando se tarde el invierno y el ganado ha consumido mucha de los charcos (1983: 48).

Por ser topónimo tan señalado este de Binto, está citado generalmente en todos los registros de la isla. Escriben Binto: el citado Urtusáustegui, Viera y Clavijo (2014: I, 589), Bethencourt Alfonso (1991: 375), Armas Ayala (1944a), Álvarez Delgado (1945-46), el mapa militar y el catastro municipal; y Vinto, con v: Chil y Naranjo (2006: 377) y Millares Torres (1980: 330), quien añaden la errónea grafía de Vinco, procedentes ambas informaciones de Max Aguilar. En esta ocasión Bethencourt Alfonso se aparta de Aguilar y copia a Viera escribiendo Binto y diciendo que es un "manantial en El Pinar" (1991: 375). Y también con este término comete Wölfel una irregularidad en las citas y, por no conocer la tradición oral, se atiene a una escritura errada del topónimo. En efecto, como si de dos topónimos se tratara, recoge en la parte alfabética de sus Monumenta los nombre de Binto y de Vinco y Vinto (1996: 263 y 379, respectivamente), pero en la parte analítica se olvida de estudiar el nombre y escritura verdaderos de Binto, y ante las otras dos escrituras con v se decanta por Vinco como la anotación verdadera, para la cual ofrece dos paralelos bereberes, abeng y bingi con el significado común de 'lago' (1996: 973). Algo tiene que ver en la realidad este significado con una de las referencias del topónimo herreño, el de sus fuentes, pero en este caso lo será por pura casualidad, no porque lingüísticamente haya coincidencia entre el bingi bereber y el Binto guanche.

No sabemos lo que pudo significar Binto, ya que en la actualidad es topónimo totalmente opaco semánticamente, pero hay claros paralelos para este término herreño en la toponimia de Tenerife: Bento, roque, llano y barranco de Arona, y sobe todo Bintos, en Granadilla de Abona.