Como ya dijimos en la entrada Goro, en La Gomera la variante tradicional para el significado básico 'construcción de piedra seca en forma circular' es guro, presente tanto en el léxico insular común como en su toponimia¹. Y de esa forma tradicional es desde donde han surgido los múltiples derivados que se registran en la toponimia gomera (Perera López 2005: 9.81), y que son dignos de mostrarse juntos como ejemplo sorprendente a la vez que paradigmático de la capacidad morfológica derivativa que tiene el lenguaje toponímico, lo que Coseriu llamaba "la gramaticalización del léxico", y que va mucho más allá de lo que ocurre en el lenguaje común. Así, de la forma primaria guro en la toponimia se registran los positivos Guro y Guros, los diminutivos Gurito, Guritos y Gurillos, los aumentativos Gurón y Gurones y un aumentativo-diminutivo interfijado: Guroncito; desde el aumentativo femenino gurona se registra Gurona y se hacen después diminutivos Guronilla, Guronita, Guronitas y Gurunitas y hasta un Gurunejas; también una serie de aumentativos-diminutivos con un interfijo epentético: Gurencita, Guroncita y Guroncitas; incluso dice Perera haber recogido de un informante la forma verbal enguronar con dos sentidos: 'acorralar a un animal' y 'proteger a un árbol de los animales' (análogo en este segundo caso a la expresión "higuera engoronada" de El Hierro).

La realidad designada en La Gomera por guro es coincidente con la del resto de las islas por goro y tan varia como en ellas. Según dice Perera, el término guro hace referencia a "varios tipos de construcciones de piedra seca y planta semicircular o circular destinadas a corral individual o colectivo de ganado menor, como contravientos donde se resguarda el pastor o con otros sentidos minoritarios" (ibidem).

Para más comentarios, ver Goro.