En el relato que el dominico Fr. Alonso de Espinosa hace de la aparición de la Virgen de Candelaria en Tenerife dice que puesto que había aparecido a la orilla del mar los naturales la llevaron "a una cueva que había junto a ella, donde solían ordeñar sus ganados, y la llamaron Achbinico, que los cristianos llamaron después cueva de San Blas" (1980: 63). Naturalmente ese topónimo desapareció pronto sustituido por el nombre español, y no ha dejado rastro en la toponimia actual de la isla. Pero nombre tan impronunciable desde el español ha sido simplificado en las sucesivas copias que de él se han hecho en la bibliografía canaria hasta llegar a Achinico y Ajinico (Wölfel 1996: 940-941).