Agüimes
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/133
El lugar de Agüimes debió de ser un importante emplazamiento aborigen antes de la conquista castellana, puesto que es citado en todas las crónicas e historias primitivas como lugar principal del Sureste de Gran Canaria, hasta el punto de que un representante suyo, "Egenenacar, de Agüimes", formó parte de la embajada de paz que los canarios enviaron a Diego de Herrera en Lanzarote en 1476 (Abreu 1977: 135). Por otra parte, el complejo y variado patrimonio arqueológico que conserva el territorio de Agüimes habla por sí solo de la importancia que debió tener a lo largo de los siglos de ocupación prehispánica. En él hay poblados trogloditas, áreas de enterramientos colectivos, graneros, concheros en la costa de Arinaga e importantes inscripciones rupestres en el Barranco de Balos y en el Morro del Cuervo; y a su vera está el Barranco de Guayadeque que por sí solo constituye un complejo arqueológico de difícil comparación y en el que todavía son evidentes las huellas de la vida más primitiva. Y se cree que en el subsuelo del centro de la villa actual, entre la ermita de San Antón y la iglesia de San Sebastián, están los vestigios de la primitiva Agüimes guanche, en cuyas excavaciones modernas se han descubierto vestigios arqueológicos de "casas hondas" suficientes para corroboralo.
Dos citas hay al lugar de Agüimes en la crónica de Gómez Escudero referidas a un tiempo anterior a la conquista de Gran Canaria que lo confirman: la de la incursión en esta isla de Diego de Herrera por la costa de Gando y en donde finalmente levantó una torre defensiva. En la primera cita, tras el descabro que las tropas de Herrera tuvieron "por la parte que llaman Tirahana", siguieron rodeando la isla, desembarcaron en Gando y Diego de Herrera mando exploradores a registrar y ver la isla.
Y llegaron a Aguimes, población de Canarios, una legua de la mar, onde estaban prevenidos i ocultos sperando a los christianos desde que vieron los navíos i allí fue tan travada la pelea que fue milagro escapar algunos de manos de los canarios" (cit. Morales Padrón: 1993: 387).
Pero es en la segunda cita donde con mayor precisión se dice que los canarios de la región de Agüimes habitaban unos "en cuevas de peña tosca cavadas y dentro muy capaces", pero otros vivían "en casas de piedra sola y cubiertas de enmaderado i por sima terradas mui fuertes de aguante" (ibíd.: 390)1.
Sin interrupción alguna, acabada la conquista de Gran Canaria en 1483, el lugar de Agüimes se convirtió en una de las primera poblaciones "hispanas" de la isla, pues ya en un documento fechado en enero de 1491 del Registro del Sello se nombra a un tal "Gonzalo Arias, vecino del lugar de Agüimes" a quien se le reclama "un pedazo de tierra sembrada de pan, una huerta y una casa situados en dicho lugar que le cambió por un muchacho canario de 12 o 13 años" (Aznar Vallejo 1981: doc. 207). Y ya en ese mismo Registro del Sello el nombre de Agüimes aparece citado de continuo en años sucesivos.
Agüimes siempre fue la cabecera de una demarcación que según los datos recabados por Antonio Riviere en 1740, tenía entonces 610 vecinos (y 2.996 personas), de los cuales 101 vivían en el núcleo principal denominado Villa de Agüímes, así escrito por Riviere (1997: 140). Años antes, también P.A. del Castillo había dicho de Agüimes que era una "cámara episcopal" como concesión de los Reyes Católicos y que tenía 633 vecinos repartidos entre el pueblo, los lugares de Ingenio y Carrizal y otros diferentes pagos, que tenía un convento de Santo Domingo y seis ermitas, que todos sus naturales eran "gente hábil y buenos labradores" y que en el lugar se criaba mucho ganado de las mejores carnes, muy buenas aceitunas "y de todo género de frutos" (2001: 206). Y Viera y Clavijo destaca la pertenencia de Agüímez (sic) a la dignidad episcopal, porque "es villa y cámara episcopal, de la cual se intitulan señores los obispos de Canaria" (1982: II 394). La valoración que de Agüimes y de su territorio hace López de Ulloa a mitad del siglo XVII es la siguiente:
Este lugar es de la Cámara episcopal, y el juez eclesiástico pone las justicias ordinarias que conocen de todas las caussas, excepto las criminales... En este lugar ay también muchas aguas y fuentes regaladas; cógeze cantidad de trigo y es el mejor de la ysla, muchos ganados y son de la mejor calidad porque en sí los pastos son más sustanciables; ay muchas frutas diferentes que secas como higos, ubas, ciruelas que pasadas al sol se conservan sin corrupción largo tiempo" (cit. Morales Padrón 1993: 320).
En dos momentos de Le Canarien se cita el nombre de Agüimes, y de manera bastante uniforme en los dos textos G y B: el primero con motivo del fondeo que hicieron los normandos en Gran Canaria, "en un gran puerto situado entre Telde y Agüimes"2, momento que aprovechan los nativos para acercarse nadando hasta el barco e intercambiar higos y sangre de drago por anzuelos de pesca, viejos utensilios de hierro, agujas de coser y cuchillos pequeños (G18v y B28r); y el segundo en el que se describe la costa del Sureste de Gran Canaria, volviéndose a citar los mismos lugares de Telde y Agüimes, ahora especificando que son "ciudades" que están "junto a la corriente de un río", dice G34v, referido al barranco de Guayadeque, respecto de Agüimes3, o "junto a la corriente de unos arroyos", dice B49r, referidos a los respectivos barrancos de Telde y Agüimes.
Tanto uno como otro son nombres guanches, citados aquí por vez primera en la historia y oídos, por tanto, por los cronistas de Le Canarien directamente de los labios de los aborígenes grancanarios. Las variantes gráficas con que se escriben las cuatro veces en que aparecen demuestran el problema general de la transcripción de los nombres extranjeros: que una cosa es lo que dice quien habla y otra cosa lo que cree oír quien escucha y lo que después escribe, porque el sistema ortográfico que maneja no contiene los grafemas adecuados para representar los sonidos que oye. La secuencia sonora /télde/ parece clara y simple, y por ello se percibe nítidamente y se escribe Telde en todos los casos, menos una vez Teldes (B28r). Pero la supuesta secuencia sonora /awímes/ plantea ya más problemas, y de ahí que en Le Canarien se escriba de cuatro maneras distintas, tantas cuantas veces aparece: Argomes (G34v), Argones (B49r), Argoimez (B28r) y Argouimes (G18v).
Como el topónimo ha pervivido hasta hoy, y con la misma referencia geográfica que ya tenía en tiempos de Le Canarien, es decir, la de ser una población al lado del barranco de Guayadeque con el nombre inequívoco de Agüimes, nos podemos preguntar qué era lo que efectivamente "decían" los aborígenes grancanarios al pronunciar ese nombre. Porque analizadas en detalle esas cuatro escrituras primitivas manifiestan dos secuencias sonoras bien diferenciadas por cada una de las ocasiones en que se cita el topónimo, con matices a su vez entre ellas: la primera vendría a ser algo así como [argóNes] (Argomes y Argones), y la segunda podría representarse como [argÓimeS] (Argoimez y Argouimes). Pues hemos de hacer más caso a las segundas grafías, por cuanto los nombres de lugar pueden vivir ?verdaderamente "vivir"? sin haber estado nunca escritos o al margen de la escritura, como de hecho así ha sido en la inmensa mayoría de los casos. La escritura, sea cual sea el soporte y el registro en que se haya plasmado, en el caso de la toponimia ?como en el de la lengua, en general?, no es sino una pura circunstancia.
Y si atendemos a las escrituras que de este topónimo dejaron las fuentes históricas castellanas del siglo XVI (Crónicas de la conquista de Gran Canaria, Bernáldez, Abreu Galindo, mapas de Torriani, etc.), encontramos nuevas grafías, algunas de ellas ya totalmente coincidentes con la verdadera pronunciación actual: Aguimes, Agüimes, Agüymes, Aragüimes y Güimes. Pero la escritura del topónimo siguió siendo diferente a su verdadera naturaleza oral hasta siglos posteriores; así en el mapa de Briçuela y Casola (2000: 44), del primer tercio del siglo XVII, aparece como Aguimez; en el de Riviere (1997: 140), de mitad del siglo XVIII, como Agüímes; y todavía Viera y Clavijo a fines de ese siglo escribió Agüímez. De la importancia de esta población en el conjunto de la isla de Gran Canaria puede ser testimonio el dato que aporta el ilustrado clérigo tinerfeño Dámaso de Quesada quien dice que hacia la mitad del siglo XVIII Aguimes (sic) contaba con 625 familias y un total de 3.005 habitantes (2007: 124), siendo entonces la tercera población en importancia de la isla, tras la capital de Las Palmas y de Telde. Una última variante, y única, encontramos de este topónimo, Ayaguimes, en un protocolo notarial de 1746, relativo al testimonio de nobleza de Luisa de Guanarteme (o Luisa de Betancor o Thenesoya Vidina), la que fuera princesa guanche cautivada por las gentes de Diego de Herrera y llevada a Lanzarote, donde matrimonió con una familia de abolengo normando, de donde procede una larga saga de herederos con los apellidos Betancor y Perdomo (Catalina Hernández Guanarteme... 2010: s.p.).
Un elemento común hay en las cuatro grafías de Le Canarien y en las otras fuentes castellanas y que falta en la realización oral actual y que posiblemente fuera verdadero: el componente ar- del principio, presente en innumerables topónimos de origen guanche (Arafo, Aragando, Archeje, Arelmo, Arétique, Argana, Argual, Arguayo, Arguineguín, Arico, Aridane, Arona, Arteara, Artejébez, Artenara, Artiniasa, Arucas, Arure, etc.), que en el bereber tiene el valor de la preposición española 'hasta', y que en la toponimia tiene un valor locativo equivalente a 'lugar de'. Y es pertinente señalar aquí que de los 35 "lugares y aldeas" que tenía Gran Canaria al tiempo de iniciarse la conquista, según el recuento y nombres que da Andrés Bernáldez, el Cura de los Palacios (cit. Morales Padrón 1978: 515), 18 empiezan por el morfema ar-, es decir, más de la mitad, lo que demuestra la categoría morfológica de ese elemento inicial, y entre ellos Aragüimes. Por tanto, el nombre de Agüimes, formulado en la forma primitiva de Le Canarien podría significar 'lugar de gones o güines', siéndonos este segundo componente léxico totalmente desconocido. Ninguna explicación aporta tampoco al respecto Wölfel (1996: 823).
Las otras escrituras iniciadas por a- representan el modelo morfológico que las lenguas bereberes tienen para representar el género masculino singular. Un término bereber muy cercano al topónimo grancanario es agumi, documentado en el habla chelja con el valor de 'depresión de terreno' (Jordan 1934: 20). Otra forma parecida es agama, registrada en el habla ahagar con el significado de 'terreno no apto para la construcción, pero muy cercano a un lugar habitado' (De Foucauld 1951: 443). Nuestro amigo Faneque Hernández, que tiene una gran preocupación por los nombres guanches y que como geógrafo ha estudiado muchos de ellos a partir de la orografía a la que nombran, propone la hipótesis de que tanto el Agüimes grancanario como el Güimes lanzaroteño y el Güímar tinerfeño deberían significar 'el naciente' o 'lugar mirando al naciente'. Desde el punto de vista del paralelismo fonético, además de los citados, la relación habría que hacerla también con Tenegüime o Teregüime de Lanzarote y con Tangüingue de Gran Canaria.
Pero ninguna de esas hipótesis nos parece tan convincente como la que se desprende del registro que hace Bethencourt Alfonso de la voz aregüemes en Tenerife con la siguiente descripción: "Nombre genérico de las cuevas o casas destinadas a depósitos del común" (1991: 251). Y añade en nota (pág. 297, n. 26) cómo en la isla de Tenerife la toponimia nombra con términos hispanos como silos, pósitos, graneros o trojes lugares que en la época guanche fueron depósitos del común, siendo quizás el más nombrado el pueblo de Los Silos que tiene en el subsuelo uno de aquellos aregüemes en cuevas naturales.
1 Llamamos aquí la atención en eso de que esas casas estaban cubiertas de unas tierras "mui fuertes de aguante". La referencia es inequívoca a la "tierra samora" que los aborígenes de Gran Canaria usaban para impermeabilizar los techos de sus "casas hondas" y que los canarios hispanos de algunos lugares han seguido practicando hasta tiempos relativamente recientes. Ver la entrada Samora.
2 El lugar concreto del fondeadero "tiene que ser sin duda" ?dice Elías Serra (1965: 235)? la bahía de Gando, que no se cita en Le Canarien, pero que es el más apropiado de toda la costa del sureste grancanario; lugar que aprovecharán después los castellanos para hacer una defensa en sus sucesivos intentos de conquista de la isla, y lugar en que también fondearon las tres carabelas de Colón para reparar el timón de la Pinta, según atestigua la versión del Padre las Casas sobre el primer viaje del descubridor del Nuevo Mundo.3 Por el que sin duda correría abundante agua, como vino haciendo de manera regular hasta que se canalizó su curso en la segunda mitad del siglo XX.ETIQUETAS
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