Agumastel / Aumastel
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/138
Este topónimo de Gran Canaria ha desaparecido en la tradición oral, pero aparece con tanta reiteración en la documentación escrita que merece un mínimo comentario. Creemos que en este caso la causa de su desaparición ha sido por haber sido sustituido por otro nombre, el de Azuaje, y este hecho nos permite, a su vez, poner este topónimo como caso ejemplar de una de las causas más importantes y frecuentes de la pérdida de la toponimia aborigen, cual es la de la sustitución por un nuevo nombre hispano o europeo.
La primera cita que encontramos de este topónimo es en varios documentos del Registro del Sello, el primero de 1497, con la forma Aumastel (Aznar Vallejo 1981: doc. 428). E igualmente, y de manera reiterada, en los Repartimientos de Gran Canaria, la primera vez en un documento de 1538 (Ronquillo y Aznar 1998: 11), generalmente calificado como "barranco" que desemboca en la costa de la zona del Bañadero, pero también debió constituir un pequeño poblado o un simple caserío, por cuanto en el doc. 17 de los Repartimientos se cita a un tal Diego de Çamora "vezino de esta ysla en el Aumastel". Y como Aguamastel lo cita Abreu Galindo en el episodio en que Diego de Silva hace su incursión contra los aborígenes "junto al bañadero de los canarios" (1977: 121). Más problemática resulta la mención de Andrés Bernáldez al citar los 35 "lugares y aldeas" que tenía Gran Canaria al tiempo de iniciarse la conquista (cit. Morales Padrón 1978: 515): uno de ellos es Areagamasten, nombre extrañísimo que se ha llegado a identificar con Agumastel, pero que también podría corresponder con el topónimo actual Gomestén de la zona de Acusa, municipio de Artenara.
El topónimo que según decimos sustituyó a este término guanche es el de Azuaje que tanto nombra el barranco que en la época inmediatamente posterior a la conquista sirvió de divisoria entre la demarcación de la capital y la región de Gáldar, como la barranquera en que se convierte en su desembocadura en la costa de Bañaderos o de San Felipe. Por tanto, los nombres de Agumastel o Aumastel han dejado de sonar en la tradición oral, pero siguen estando en todos los registros que traten de la toponimia antigua e histórica de Canarias, como en los Monumenta de Wölfel, que curiosamente trata de ellos en la parte de las palabras aborígenes de significado conocido (1996: 693-694), asignándole el de 'puerto', y no por otra razón que porque, al compararlo con otros tres topónimos canarios, un desconocido hoy Ahomaste de La Gomera, el Tamaduste de El Hierro y el Fuste de Fuerteventura, en algunas de las citas de las que se extraen se les nombraba como "puerto". Pero eso es, como ya hemos dicho otras veces, confundir el significado, que es un valor lingüístico, con la designación, que es una circunstancia de la realidad. No negamos que en ciertos casos este proceder metodológico no sea descabellado, sobre todo cuando la reiteración de un mismo nombre o de nombres variantes es coincidente con una misma realidad designativa, pero no es este el caso que nos ocupa. En ninguno de los registros antiguos se dice que Agumastel significara 'puerto'; al contrario, en las citas de los Repartimientos de Gran Canaria, las primeras en que aparece este topónimo pero que Wölfel no conoció, se le identifica como "barranco" o genéricamente como territorio, y en la cita de Abreu se dice literalmente: "Partió Diego de Silva de noche y fué al puerto del Agumastel, junto al bañadero de los canarios". Pero eso no quiere decir que Agumastel signifique 'puerto'.
La realidad es que un barranco de Gran Canaria fue llamado antiguamente Agumastel o Aumastel y se llama en la actualidad Azuaje y que ese barranco desemboca en el mar por la zona llamada Bañaderos. Por tanto, es lo más lógico suponer que Agumastel designara en primer lugar al barranco, pero que ni siquiera significara 'barranco'. Y la igualdad comparativa que hace Wölfel de Agumastel con Ahomaste, Tamaduste y Fuste es del todo caprichosa, pues ni siquiera desde el punto de vista de la expresión pueden compararse. No tienen sentido pues los esfuerzos que el investigador austriaco hace por buscar un étimo que pudiera justificar esos cuatro topónimos guanches, yendo al islandés antiguo naust 'refugio para barcos' y a palabras bereberes como mesten 'proteger', amestân 'protección', agez 'guardar' y otras, para concluir que "todo esto no es suficiente". Ni suficiente, ni acertado. Agumastel, como tantos otros términos de origen guanche, se nos ha quedado en el limbo del significado de palabras que usamos como "medias palabras" por el conocimiento que de ellas tenemos desde el solo punto de vista de la expresión.
Si sabemos en este caso que el nombre aborigen de este barranco fue sustituido por otro de origen europeo tras la conquista de la isla es porque tenemos constancia histórica tanto del uno como del otro y las descripciones suficientes del primero como para distinguirlo inequívocamente del segundo. No siempre se dan estas circunstancias, ni mucho menos, y por lo tanto este se convierte en un caso ejemplar de este tipo de sustitución toponomástica. Es un hecho histórico el que motivó este cambio, y nos es bien conocido, por lo que también se convierte este caso en ejemplar: fue la instalación en el curso medio de ese barranco de un ingenio azucarero en el siglo XVI propiedad del genovés Damián de Azuaje la que motivó el nuevo topónimo. Damián de Azuaje llegó a ser regidor de la isla de Gran Canaria y su nombre aparece de continuo en el libro de los Repartimientos de Gran Canaria. Pero como ocurre en todos los procesos lingüísticos, el cambio del topónimo no fue inmediato. No sabemos con exactitud la fecha de creación de ese ingenio de azúcar en un punto del curso del barranco, y tampoco si ese ingenio perteneció desde el primero momento a la familia de los Azuaje. Un documento de 1519 cita el ingenio de azúcar de Aumastel o de Abamastel como propiedad de un tal Gonzalo de Segura, mientras que otro documento de 1556 ya da como propietario de ese ingenio a Damián de Azuaje de Balboa, pero nombrando el barranco con el antiguo nombre de Aumastel. Todavía en 1669 alguien seguía llamándolo Barranco de Agumastel, alternándolo con el de Azuaje, como demuestra un documento de propiedad de aguas del lugar (Pérez Hidalgo 2011: 128). Más tarde, en el siglo XIX, ya solo con el nuevo nombre, el Barranco de Azuaje cobró fama por la instalación en un punto de su curso medio de un balneario que atrajo a muchos turistas extranjeros y nacionales por la benignidad del clima y las propiedades curativas de sus aguas y cuyos restos todavía continúan en pie.
En la toponimia actual son dos los topónimos que llevan el nombre de Azuaje: el último tramo del barranco que sirve de divisoria a los municipio de Firgas y MOY y una barranquera a la altura de los pueblos de Firgas y de Moya (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 74). El barranco es uno de los más importantes de Gran Canaria, tanto por su longitud, como por las bellezas paisajísticas que encierra, como, sobre todo, por ser uno de los barrancos en donde la presencia del agua es una constante, lo que le ofrece una singularidad casi única entre los barrancos de la isla. Todo ello es lo que ha hecho que a su espacio se le haya declarado como "Reserva Natural Especial" de Gran Canaria. Se inicia en la cumbre de la isla, en su orientación norte, exactamente en la Degollada de las Palomas, y según avanza su curso va cambiando de nombre según es norma en los barrancos canarios de largo recorrido; sus nombres sucesivos son: del Andén, de Crespo, de la Virgen, de las Madres, de Guadalupe y finalmente de Azuaje.
Y a pesar de tener un origen tan claro el término Azuaje ha sido considerado como un guanchismo. Como topónimo está en fuentes históricas como las de Marín y Cubas y de Viera y Clavijo, pero el primero que le otorga un origen prehispánico es Berthelot (1978: 134, si bien modifica su escritura en Asuage), y tras él Álvarez Rixo (1991: 61, que lo escribe como Asuage o Azuaje), Chil y Naranjo (2006: 171), Millares Torres (1980: 311) y Bethencourt Alfonso (1991: 392, deformando su escritura en Amage). Y por estas vías llega a Wölfel, quien trata de él en dos lugares de sus Monumenta (1996: 682 y 879), sin conexión entre ellos: en el primero como apelativo por hacerlo derivado de la palabra zuaja una planta de La Palma y en el segundo como el topónimo sin significado conocido. Pero más inaceptable es que un autor moderno y canario, como Osorio Acevedo, que ha tenido posibilidad de deshacer este entuerto consultando la bibliografía disponible, siga metiendo el topónimo Azuage (sic) en su Gran diccionario guanche (2003: 297).
Una nota añadida merece este nombre de Azuaje, aunque nada tenga que ver con los guanchismos ni en este caso con la toponimia, y es que el apellido pasó a la Nueva España y es lo más probable que sea el verdadero primer apellido de Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poeta del barroco mexicano. A Sor Juana Inés se la conoce con los nombres de pila Juana de Asbaje, Juana Ramírez o Juana Ramírez de Asbaje, siendo el apellido Ramírez el de su madre Isabel Ramírez de Santillana, y el de Asbaje el de su padre Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca. Se ha creído que ese apellido Asbaje era de origen vasco, aunque quienes lo han considerado encuentran muy problemática su etimología desde esa lengua. Modernamente algunos estudiosos de la obra de la monja mexicana han empezado a decir que ese Asbaje no es sino una confusión por un verdadero Asuaje, que no saben cómo explicar. Pues ese Asuaje no es sino el resultado escrito de la realización oral seseante de Azuaje. Y ese Azuaje es el apellido de la familia genovesa instalada en Gran Canaria a finales del siglo XV o principios del XVI en torno al negocio de las plantaciones y de los ingenios de la caña de azúcar. Un tal Pedro de Azuaje, que suponemos hijo de Damián de Azuaje, el "regidor de la isla de Gran Canaria" y propietario del ingenio del Barranco Aumastel, embarcó para la Nueva España un 3 de junio de 1565, siendo el "capitán y señor" de la nao Nuestra Señora de la Consolación (Lobo Cabrera 1992: índices). La evolución de este apellido puede explicase en los siguientes pasos:
a) Se cree que el original italiano fue Soaggi, que llevó Blanca Rapallo Soaggi, esposa de Juan Bautista Amoreto, conde de Amoreto, los primeros genoveses arribados a Gran Canaria en los últimos años de 1500.
b) Ese Soaggi se castellanizó en Canarias en Azuaje, así escrito, pero que en la oralidad no podía tener otra realización que [aswáxe].
c) Ese Asuaje es el que se traspasó a América y el que supuestamente corresponde al primer apellido de Sor Juana Inés de la Cruz.
d) El Asbaje o Asbage con que se ha venido nombrando el apellido de Sor Juana Inés procede de una simple mala lectura: de Asuaje a Asbaje no hay más que un simple cambio de la u (Asuaje) por la v (Asvaje), fácil de suponer en la escritura, y de una posterior conversión ortográfica de la v en b (Asbaje).
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