Anjúa / Anjua
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/269
Este es el nombre que tiene un roque espectacular, solitario, que se alza en una de las cumbres de la cara norte de la Sierra de Anaga, en la isla de Tenerife, por la zona de Taganana, municipio de Santa Cruz de Tenerife.
Con la primera forma Anjúa, con acento en la ú, lo oímos nombrar nosotros en el mismo pueblo de Taganana; sin embargo, tanto el GAC (78 A6) como Pérez Carballo (1992: 130) lo escriben sin acento, Anjua. Y en las listas de topónimos guanches de Bethencourt Alfonso lo hallamos escrito con la extraña forma de Ájua, que no solo ha perdido la consonante nasal sino que marca (innecesariamente) la tilde sobre la á para llamar la atención sobre su acentuación, y sin embargo es perfecta la descripción que de él hace: "roque y valle entre Taganana y el Almacigo (sic)" (1991: 401), pero que en la pronunciación de la voz está más cerca de la segunda variante que de la primera que oímos nosotros. A este respecto caben destacarse aquí dos cosas: una geográfica y la otra lingüística. La primera se refiere a la gran cantidad de "roques" que tiene la Sierra de Anaga, como testimonio del proceso de erosión de sus cumbres durante millones de años; todos los filos de sus cumbres se ven salpicadas de innumerables roques que como dientes de sierra justifican la denominación general que al macizo geológico de Anaga se le da también de Sierra de Anaga. Y la segunda se debe a los nombres particulares que cada uno de esos roques tienen, muchos de ellos de origen guanche, pero poco conocidos fuera del ámbito de la zona y casi ignorados en los registros toponímicos más generales por lo puntuales y microtopónimos que son1.
Salvo esta aparición en la obra de Bethencourt no lo hallamos citado en ningún otro registro sobre guanchismos. Sin embargo, existe una planta llamada en Tenerife rabo de anjua y descrita en el DDECan como "planta equisetal perenne, con tallos huecos anudados de trecho en trecho y envainados unos en otros, que terminan en una especie de ramillete de hojas filiformes, a manera de cola de caballo", y que tiene el nombre científico Equisetum ramosissimum. ¿Tendrá que ver algo esta especie vegetal con el Roque Anjua de Anaga? O mejor: ¿deberá este roque su nombre propio a la presencia de esta planta en el lugar? Nada encontramos en el Diccionario botánico canario de Kunkel que se refiera a ello, ni siquiera que esa planta sea endémica de Canarias. Solo Pérez Carballo (1997: 283) la nombra entre la flora característica de la Sierra de Anaga. Y esta relación geográfica sí puede tenerse como indicio motivador del nombre del roque.
1 De tal forma que merecería la pena un estudio monográfico sobre los nombres autóctonos que tienen estos roques de la Sierra de Anaga, aunque antes habría que hacer un inventario exhaustivo y sobre el terreno de esos roques y de sus particulares nombres, y tanto en el interior como en la costa, metidos en el mar. Valgan aquí unos cuantos de esos nombres: Amogoje, Anaga, Anjúa / Anjua, Negro, Chinobre, Anambro, Icoso, Bichuelo, Chubina, Pay, Lombarda, Taborno, Tagoro, Tenejías, Guaco, de las Ánimas, de Enmedio, de la Fortaleza, del Valle, de los Pinos, de los Cardos, Dos Hermanos, de la Barca, Carnero, Marrubial, Aderno, Afur, Afonso, etc.
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