Bentaiga

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https://hdl.handle.net/11730/guatc/556

El Bentaiga, como popularmente se le llama en Gran Canaria, es un gran roque situado en medio de la caldera de Tejeda, municipio de Tejeda, y que con el Roque Nublo constituyen los dos más importantes pitones fonolíticos de lo que los geólogos llaman el Macizo del Nublo. Aunque, propiamente, el nombre Bentaiga no se refiere solo al roque, sino a toda la zona sobre la que se levanta el roque y a determinados accidentes particulares, como Umbría del Bentaiga que se precipita a los pies del roque en la vertiente norte. Incluso el nombre de Ventayga, así escrito, aparece en la Descripción geográfica de las Islas Canarias de Antonio Riviere (1997: 141) como "lugar" poblado en 1740, entonces con 7 vecinos y perteneciente a la demarcación de Tejeda. Y esta condición de poblado se repite en el capítulo que Viera y Clavijo dedica a la "Idea de la población de la Gran Canaria" en su Historia de Canarias (1982: II, 395). Es lo más probable que esta población de nombre Bentaiga se corresponda con el poblado que en la actualidad se llama El Roque, y que es un mínimo caserío situado en la parte baja del roque o risco en que están las Cuevas del Rey, uno de los conjuntos trogloditas más importantes de la arqueología grancanaria. Incluso muchas de las cuevas de ese roque o risco, sobre todo de la parte más baja, han sido utilizadas hasta fechas muy recientes por los canarios modernos como alpendres para sus animales o como pajeros para sus cosechas y utensilios agrícolas.

Si la geología ha hecho al Bentaiga un punto de referencia principal en el contexto de toda la isla, no lo ha hecho menos la historia y la prehistoria. Así lo describe Madoz en su Diccionario geográfico: "Aparece como una fortaleza inespugnable (sic), y como tal la eligieron los antiguos guanches para defender su libertad espirante (sic): desde la cima de este cerro parece minada la isla hasta sus fundamentos por precipicios peligrosos y altas crestas" (1986: 51).

El Bentaiga fue un importante lugar para los guanches, pues en sus alrededores se han descubierto importantes yacimientos arqueológicos prehispánicos repartidos en tres núcleos relativamente separados entre sí, en los que hay cuevas-viviendas excavadas en la roca (llamadas Cuevas del Rey por el supuesto de que allí moraba "el rey" de la isla), cuevas-graneros, una necrópolis de cuevas funerarias, un lugar de culto o almogarén con cazoletas y canalillos donde las maguadas derramarían la leche de las ofrendas, una fortaleza natural, dos estaciones de grabados líticos con signos diversos, unos que parecen ser alfabetiformes de escritura líbico-bereber y otros ideográficos, etc. De todos ellos, el yacimiento más importante y significativo, y el más vinculado al Roque Bentaiga por estar en la base misma del imponente roque, es el llamado "almogarén del Bentaiga", un lugar "sagrado" de los aborígenes grancanarios que se cree estuvo vinculado a prácticas religiosas o rituales y especialmente a la cronología de los ciclos productivos, pues la famosa "cazoleta" está excavada en el preciso lugar en que los primeros rayos del sol de los días del equinocio de primavera y del otoño la iluminan tras sobrepasar un hueco de roca intermedio. Las numerosas cuevas que hay por los alrededores se supone que fueron habitación de las harimaguadas o personas encargadas de cuidar este lugar sagrado; y "la muralla" (así llamada por los arqueólogos, en realidad una pared de piedras secas) que se levanta unos pocos metros antes de llegar a la cima fue una especie de cierre o de cerco de ese "lugar sagrado". Con todo, estas no son más que unas de las varias interpretaciones que se han dado a tan interesante lugar.

Y en esta zona del Bentaiga se dio uno de los episodios principales de la conquista, en el que los nativos desbarataron el ataque de los castellanos. Quien lo cuenta con más detalle de entre los primeros cronistas e historiadores es Abreu Galindo, que dedica un capítulo entero de su Historia (el cap. XXIII) a esta "batalla del Bentaiga". Dice Abreu que llegados muchos refuerzos de España para las mermadas tropas de los castellanos, y tras el fracasado intento del Guanarteme de Gáldar de la rendición de los nativos grancanarios, Pedro de Vera decide atacarlos "en los montes y sierras, y lugares dificultosos y ásperos de subir" en donde los nativos se habían refugiado "cerrando los pasos"; y en "un lugar fortísimo llamado Ventagay (de donde tomó el nombre el valiente canario Ventagay) se puso una cuadrilla de canarios bien armados, donde tenían copia de mantenimientos". Dejando Pedro de Vera a buen recaudo el real de Las Palmas, se dirigió con sus hombres hasta "la fuerza de Ventagay", donde tuvo a los canarios más de quince días cercados, pensando que como eran muchos y había mujeres y niños se rendirían por hambre. "Pero ellos tenían proveimiento para muchos meses". Y así, viendo que no se rendían, quiso tomarlos por la fuerza, "pero ellos se defendieron con mucho valor..., arrojando grandes galgas y piedras por los riscos y laderas abajo, que dejaban caer", concluyendo que "aquí mataron los canarios ocho soldados [españoles] y hirieron muchos" (Abreu 1977: 227-228).

De esta larga cita de Abreu nos interesa destacar tres ideas referentes a la palabra Bentaiga, y que deberemos tener en cuenta en el análisis posterior. Primera, la orografía en que está: lugar alto, riscoso, difícil de subir y que servía de fortaleza (pero adviértase que en ningún momento se dice que fuera un "roque"); segunda, que ese lugar servía a los nativos de refugio y estancia, puesto que en él guardaban alimento "para muchos meses"; y tercero, que del nombre del lugar tomó el suyo "el valiente canario Ventagay". En referencia a este último, nos dice el propio Abreu Galindo que entre los hombres valientes del guanartemato de Telde, junto a Nenedan, Bentahor, Xitama, Garfa, Tirandarte, Gararosa y Nayra, estaba el "famoso Bentagay" (1977: 177). Posteriormente, Viera lo llamará Bentaguaya y dirá de él que era "uno de los más famosos guayres de Telde" (1982: I, 517-518).

En la actualidad se ha regulado en la escritura la forma Bentaiga, que representa la única manera en que se pronuncia y se adecua a la ortografía del castellano; por tanto deben rechazarse esas otras grafías con y griega o V que no representan más que signos anticuados, quizás recordando las múltiples variantes que aparecen en la documentación antigua, reunidas por Wölfel (1996: 831-832), y que nosotros ordenamos aquí alfabéticamente y distinguimos en dos grupos, uno para el topónimo y otro para el antropónimo. El topónimo fue escrito como Beintaiga, Bentagaire, Bentagay, Bentagaya, Bentaguaya, Bentaiga, Bentayga, Bentaygai, Ventagaire, Ventagay, Ventagoya, Ventaiga, Ventangay, Ventayga y Ventaygay. Y el antropónimo como Bentagai, Bentagay, Bentagaya, Bentagoya, Bentaguaya, Ventagay y Ventagoya. Esta larga relación, que solo reunirla "produce dolor de cabeza", como manifestó tan sinceramente Wölfel (1996: 833), contiene para nosotros dos certezas (no así para Wölfel): primera, que topónimo y antropónimo tienen una misma identidad lingüística y que el segundo deriva del primero, como dice Abreu. Y segunda, que todas esas variantes formales no son más que imprecisiones de los escribanos al tratar de poner por escrito un nombre ajeno, extraño a sus oídos, que creen oír de múltiples formas o con sonidos para los que la ortografía castellana no tiene signos inequívocos, pero sin ninguna diferenciación léxica y semántica.

En tres lugares de sus Monumenta menciona Wölfel este nombre (1996: 702, 776 y 831-833). En el primero, en que trata de un supuesto topónimo Ber de La Palma (que nosotros no conocemos), que dice ser un "pico" o una "montaña", remite al Bentaiga grancanario como un posible ber-en-tayga con la significación 'montaña de Taiga', para el que dice tener el paralelo bereber bur 'montaña, montes' y el vasco buru 'cabeza, cima, montaña'. En el segundo se centra en el topónimo histórico de El Hierro Bentayca (hoy desaparecido, del que tratamos en el Apéndice), que Berthelot deformó en Bentayga "por el paralelismo con la montaña sagrada de Gran Canaria", y lo relaciona con el Taiga de Lanzarote. Y en el tercero, el más largo, en que relaciona todas las variantes antes anotadas tratando de buscar la forma originaria, no aporta, sin embargo, ninguna hipótesis etimológica.

Por ser el Bentaiga lugar tan señalado y tan nombrado de Gran Canaria ha entrado en múltiples registros y ha recibido también multitud de interpretaciones, algunas de ellas totalmente fantasiosas. Por ejemplo la ofrecida por el franciscano Diego de Guadix que recoge la forma Bentayga en su Compendio como una de las voces árabes propias de los guanches aborígenes de Canarias. De ella dice que es un "pago o donadío de una de las Islas de Canaria", sin saber decir cuál, y que está compuesta de ben + tayca y que se traduce como 'el hijo o linaje de la poderosa', "por ser muger rica o de alguno de los antiguos naturales de aquella isla sobrenombrado assí: Fulano Poderosa o Fulano de la Poderosa" (2005: 408). Osorio Acevedo ofrece otra explicación totalmente gratuita. Dice de la palabra Bentaiga lo siguiente: "Esta palabra, en sus distintas variedades, nos trae varias certezas. Por una parte, las similitudes, si no exactitudes, entre las lenguas insulares, al encontrarnos esta palabra, con el mismo contenido semántico en varias islas (Tenerife, Gran Canaria y El Hierro, al menos). La ubicación de todos estos Bentaycas es siempre la misma, montañas o lugares ásperos y elevados, con presencia de monolitos (naturales o levantados por el hombre), siempre como lugares de adoración, frecuentemente de ritos propiciatorios de carácter marcadamente sexual" (2003: 329).

Primero, no existe, que sepamos, ningún topónimo en Tenerife que pueda relacionarse con el grancanario: ese Bentagay o Bentaiga tinerfeño no es sino un invento gratuito de Berthelot (1978: 132) que no ha tenido comprobación alguna en la toponimia real. Segundo, la relación del Bentaiga grancanario con el Bentayca herreño parece evidente, pero hay que decir que el topónimo herreño desapareció muy pronto (no aparece ni en las Antigüedades ni en las Ordenanzas de García del Castillo, a principios del siglo XVIII) y nadie ha podido demostrar fehacientemente dónde estaba (ver la entrada Bentaica en el Apéndice de este Diccionario), y, desde luego, si nos fiamos de la descripción de Abreu Galindo, que es la fuente a la que hay que acudir, no estaba en montaña ni "en lugares ásperos y elevados" como dice Osorio. Abreu dice tan solo que los antiguos herreños tenían dos ídolos dioses, macho y hembra, simbolizados por "dos peñascos cumplidos a manera de dos mojones que están en un término que llamaban Bentayca, que hoy llaman los Santillos de los Antiguos" (1977: 90). Si nuestras averiguaciones sobre el terreno fueran ciertas, ese lugar debió ser el que en la actualidad lleva el nombre de Los Santillos, un lugar en terreno relativamente llano entre la Montaña Tembárjena y la Hoya de los Roques en el que hay ciertos roquillos, al sur del pueblo de El Pinar. Y tercero, no hay ninguna fuente antigua que garantice que el Bentaiga grancanario fuera un lugar de adoración y menos que los ritos que allí se hicieron fueran "de carácter marcadamente sexual", como asegura Osorio. La arqueología moderna ha descubierto en el lugar restos que se identifican con ritos de culto aborígenes, pero dentro de un conjunto mucho más amplio en el que hay también restos de viviendas, de graneros, de necrópolis, con grabados líticos, etc. Y sobre todo fue fortaleza, lugar en que los nativos se hicieron fuertes y derrotaron a los castellanos, como con tanta minuciosidad relata Abreu Galindo.

Para nuestro colaborador Abrahan Loutf la voz Bentaiga se compone de dos elementos: ben-(t)aiga. El primero es un elemento morfemático, prefijo con noción de propiedad o pertenencia, tal como hemos analizado en Benama, y presente también en topónimos como Bencheque y Benijos en Tenerife, Benigasia y Benama en La Palma, Benicosa, Bentejea, Bentejís y Benticota en El Hierro o Benchijigua en La Gomera. Y el elemento léxico taiga relaciona directamente al topónimo grancanario con el lanzaroteño Taiga e indirectamente con el tinerfeño Tigaiga. Bentaiga vendría, pues, a significar literalmente 'el de taiga' o 'lugar de taiga'. Cuestión más insegura es la identificación de la voz taiga. El bereber ofrece el paralelo tagga (variante takka), que es voz fitonímica con la que se denomina el enebro silvestre; su distribución en la toponimia bereber se esconde bajo formas como Tega, Taka o Tiqqi en los topónimos simples y bajo las formas compuestas Ain Taya, Ain Taga de topónimos mixtos árabo-bereberes. Por otra parte, según Laoust (1920: 490), tajga es nombre indeterminado de una planta acuática.

Muy distintas interpretaciones ofrecen otros autores. Así, Álvarez Delgado (1979: 33-34) cree que significa 'de la sierra', por su semejanza con Agayro, Acayro o Aguayro, "que efectivamente vale 'sierra o roque'" -dice-. De Luca (2004: 86) pone el topónimo de Gran Canaria en relación con Tigaiga y Teneguía, dentro de los cuales actuaría como elemento léxico el componente bereber agga (variante de uggi), vigente en el Marruecos Central y que vendría a significar 'ver desde lo alto'. Por su parte, V. Masellis (1991: I, 24) ha creído poder interpretar las inscripciones rupestres del Bentaiga y así mismo el término Bentaiga de la que dice es un compuesto de la palabra numídica bent que significa 'montaña' y la palabra micénica aiga (metátesis de agia) que significa 'sagrada', por tanto "montaña sagrada". Finalmente, Reyes García (2004b: 228), acorde con su propósito de tratar lo que de la cosmología guanche se reflejaba en su lengua y en la toponimia que ha pervivido, interpreta tanto el Bentaica herreño como el Bentaiga grancanario como 'lo que sostiene', es decir, el axis mundi que se ha interpretado como una de las ideas centrales de la cosmológica y creencias religiosas de los aborígenes canarios.

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ISLA   GRAN CANARIA


MUNICIPIO    Tejeda


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