Dos puntos de la costa de levante de Fuerteventura y del municipio de La Oliva llevan estos nombres: una playa y una punta; están en la zona de Los Picachos, al este del Malpaís de Roja. En el GAC (219 H4) los dos lugares aparecen con el mismo nombre de la Carisuela, pero en la Toponimia del Cabildo correspondiente al municipio de La Oliba (2003: IV, 67) se anota además la variante Causuela con que se recogió en las encuestas de campo, y también los nombres de Cazuela (que nosotros escribiríamos Casuela) y Cabezuela que aparecen en el mapa militar y en otros registros.

Hay al menos otros tres o cuatro lugares de la misma isla de Fuerteventura, y también curiosamente todos ellos accidentes de costa, en los municipios de La Oliba, de Tuineje y de Pájara, que tienen nombres muy parecidos a estos, cuando no se repiten en las mismas variantes; nombres como Carisuela, Casuela, Causela, Causuela, Cochiruelas, Corihuelas y Cusuela. Tal coincidencia nominativa no puede sino tener una misma motivación referencial. Sin embargo, no sabemos cuál pueda ser, pues ninguna de esas voces aparece en las obras lexicográficas del español de Canarias ni en los diccionarios del español general. Una vez más, la visión comparada de la toponimia de todo el Archipiélago nos ofrece luces que de ninguna otra manera podríamos tener de considerar cada topónimo aisladamente. Creemos que todos estos términos toponímicos de Fuerteventura están en relación con los siguientes de las otras islas: Chisuelas, Cuchuelas, Gordejuelas e Isuela en Tenerife, Cabichuelas e Isuela en La Palma, Chasuelas y Casuela en Gran Canaria, aunque no es tan seguro con los Quinsuelas y Esquinsuela de Lanzarote. Y todos ellos a su vez con un topónimo de El Hierro que tiene como nombres variantes Cuchuela, Corchuela y Carchuela. Es en este topónimo herreño en donde de boca de nuestros informantes obtuvimos la respuesta de que se trataba de una especie vegetal, aunque no supimos identificarla inequívocamente, pues tanto podría ser una planta fabácea perenne de tronco leñoso, la especie Lotus sessilifolius, o unas hierbas silvestres olorosas.

Así que el final tan característico de todas estas voces es lo más probable que no sea el morfema diminutivo del español sino parte integrante de un étimo guanche que se ha desarrollado en tal cantidad de formas variantes, sin duda por un conocimiento impreciso de la especie vegetal de que se trate cuando no de un desconocimiento total.