Dar
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1151
En la isla de El Hierro existen dos topónimos que plantean serios problemas de interpretación: El Dar, en singular, y Los Dares, en plural, ambos siempre con el artículo, siendo dos lugares muy próximos entre sí y pertenecientes a una misma zona de la vertiente del naciente de la isla, a la altura de Tiñor en su parte alta y de Timijiraque en la costa, municipio de Valverde (Trapero et alii 1997: 139). Son dos lugares bien diferenciados, tanto por el topónimo como por la geografía, pues los separa un profundo barranco. Y aunque en ambos casos la geografía predominante es la de ser unas empinadas laderas, fueron tierras de cultivo en otros tiempos, caracterizadas por la fertilidad de sus suelos y por la calidad de sus frutos.
Tanto uno como otro topónimo tienen documentación antigua. Ambos aparecen en los primeros textos históricos que se conservan de la isla de El Hierro, en las Antigüedades y en las Ordenanzas que redactó el que fuera escribano público de la isla, Bartolomé García del Castillo, a principios del siglo XVIII. El primero en singular aparece en un documento de 1564 en un otorgamiento de tierras en el dar de Tamojuerco -así se dice, escribiendo dar en minúscula, lo que es significativo- (2003: 183), mientras que el segundo en el plural Los Dares aparece mencionado en tres documentos, dos en las Antigüedades en sendos títulos de propiedad en los años de 1556, 1557, y el tercero en la Ordenanza que fija los límites de La Vega (García del Castillo 2003: 170, 173 y 226, respectivamente). Por otra parte la excelencia de estas tierras para la agricultura no solo la atestiguan nuestros informantes actuales, sino que es fama que viene desde antiguo, como se confirma en otro de los primeros textos con que cuenta la isla, el Diario del viaje que hizo a la isla de El Hierro el capitán de milicias Juan Antonio de Urtusáustegui en 1779; dice: "Son propias para el cultivo de cebada y centeno muchas de estas tierras; pero las hay excelentes para trigo, principalmente en las costas de la Caleta y los Dares" (1983: 61). Nuestros informantes añaden que en Los Dares se dan los mejores higos de la isla.
Dos topónimos así, formulados con el artículo, y nombrando tierras con tales cualidades de fertilidad, no es extraño que puedan interpretarse como dos formas sustantivadas del verbo español dar. Resultarían ser así creaciones léxicas singulares, por aplicación en la toponimia de una virtualidad derivativa del sistema de la lengua, mucho más original por cuanto es particular, y mucho más creativa por cuanto es capaz de expresar un nuevo sentido con una mínima modificación morfológica. Y si resulta original la forma singular El Dar, que es una creación léxica conforme a una norma bastante usual en el español, en el que la sustantivación de un infinitivo (el amar, el pensar, el ser) expresa la abstracción máxima de la cualidad semántica del contenido de ese lexema (El Dar es, semánticamente, algo así como 'la tierra que no hace sino producir' o 'la tierra más productiva'), mucho más singular resultaría la formación de un plural, Los Dares, que hace discontinua (y por tanto cuantificable) la cualidad productiva de las tierras a las que nombra; por eso, de no existir el topónimo singular, que explica y justifica el topónimo plural, Los Dares vendría a ser un topónimo en el que resultaría muy difícil descubrir su motivación semántica. Además, no es extraño a la toponimia herreña este tipo de derivados posverbales, pues abundan (El Dar, El Cuelgo, El Vuele, etc.), y que resultan todos ellos de una gran poeticidad y fuerza expresiva, a la vez que de una gran originalidad léxica.
Esta es una posible explicación desde el español, pero cabe otra desde la lengua aborigen. Barrera Álamo, que recogió el segundo topónimo en su librito sobre el habla popular de El Hierro (1985: 54), dice de Dares que es un paraje de Valverde citado por Darias Padrón, y se pregunta ella si "será forma compuesta de otras como D'Arese, o similar". No sabemos que exista ningún topónimo en El Hierro con ese nombre, sino solo con los de Erese y Merese. Pero el interrogante de Barrera Álamo nos lleva a preguntarnos si detrás del topónimo Dares no estará el étimo guanche eres 'pequeños charcos que recogen y guardan el agua de lluvia', de tanto interés para la toponimia de El Hierro, pues según algunos autores a él se debería el nombre actual que tiene la isla. En apoyo de esta hipótesis está el hecho de que cerca de El Dar y de Los Dares hay otra zona que hemos identificado como Las Eresitas, y que interpretamos como diminutivo de eres. No sería nada descabellada esta suposición, pues es fácil deducir una evolución fonética en ese sentido.
Mas nos parece más verosímil una tercera interpretación, también desde el guanche y que estaría sustentada en el étimo dar o adar con un significado que iría desde el más genérico de 'ladera' al más específico de 'cumbre de un precipicio'. Este étimo podría ser también el que está en otros topónimos herreños, como Aguadara y Dardito, y canarios en general: Adar en Tenerife, Gáldar en Gran Canaria, Adará o Aradá en La Gomera, y otros posibles. De todos ellos, nos parece que el topónimo más auténticamente guanche es el tinerfeño Adar, que conservaría incluso la marca del artículo masculino del bereber a-, lo que podría explicar el artículo también masculino del topónimo herreño actual; mientras que la forma plural Los Dares se españolizaría a partir de la etimología popular, pues en efecto este lugar puede percibirse como dos unidades geográficas.
Para este étimo guanche sí existen paralelos bereberes que pueden explicarlo. Lo hace Wölfel de dos lugares de sus Monumenta (1996: 700-701 y 834-835) sobre la voz addar y otras similares con el significado de 'ribera escarpada' o ´lugar montañoso'. Y lo hace también nuestro colaborador berberólogo Abrahan Loutf, también sobre la voz addar (pl. addaren) que tiene el valor de 'acantilado' en el habla de Matmata en Túnez. Otros topónimos bereberes pueden corresponderse con los topónimos herreños y canarios mencionados: Tizi waddar es el nombre de una cumbre de Tishka, que significa 'cumbre del acantilado'; existe un Ras Addar en la península de Cap Bon en Túnez; el antiguo nombre púnico de Melilla fue Rusaddir (compuesto de rus + addir), por alteración vocálica, con el significado de 'acantilado', etc. La antigüedad de addir > addar se justifica pues por esta comprobación en la toponimia púnica que descarta la relación con el nombre addar 'casa' que algunos autores han considerado.
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