Dos barranquillos cartografía el último gran corpus de topónimos de Tenerife con el nombre de Esas, el dedicado precisamente a sus barrancos: uno con el específico de Montaña las Esas y el otro con el de Corral de las Esas, los dos dependientes entre sí y situados en la parte alta del municipio de Fasnia en su límite con el de GÜI (Pérez Carballo 2011: 47 C1).

El rigor y la exactitud con que los autores de este corpus suelen citar los topónimos que recogieron desde la tradición oral no nos deja duda sobre el nombre pronunciado por sus informantes. Ahora bien, ¿qué puede haber detrás de esas Esas? Descartamos que sea el pronombre demostrativo español, como lo descartaría cualquier consideración toponomástica, pues la toponimia opera con nombres con significado léxico y un topónimo así requeriría de un antecedente que fijara bien la designación, y en estos casos no hay ninguno. Sí podríamos concluir que el nombre lo tuviera originariamente la montaña, como accidente más relevante y notorio, y que de la montaña lo tomara el corral que se asentara en sus cercanías. Pero si no es español, ¿qué voz guanche podría haber desembocado en esas Esas que hoy nos suenan a voces españolas? No lo sabemos y no contamos con ningún registro bibliográfico que pudiera ofrecernos una mínima orientación.