Ferinto / Ferindo
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1311
Topónimo de El Hierro. Hay un punto cercano al Árbol Santo, en las faldas de Tamuica, perteneciente al municipio de Valverde, que nosotros recogimos con el nombre de Roque Ferinto, Salto Ferindo o Salto de Bentejís (Trapero et alii 1997: 193). Según una tradición local, en este punto ocurrió un episodio histórico del tiempo de la conquista española de la isla: el bimbape Ferinto, huyendo de los castellanos, logró salvarse dando un gran salto sobre un obstáculo allí existente (otra versión dice que se precipitó al vacío), y que es la toponimia la que así lo recuerda1.
El topónimo no es moderno, pues ya aparece tal como nosotros lo hemos recogido ahora en las Ordenanzas de El Hierro manuscritas por el entonces escribano de la isla García del Castillo a principios del siglo XVIII (2003: 219). Y es curioso que ningún otro registro toponímico intermedio dé cuenta del Salto de Ferinto. Sí aparece, sin embargo, el nombre de este bimbape en la bibliografía sobre los antropónimos guanches, alternando las variantes Ferinto, que es la que prevalece en la tradición oral, Fedinto (García del Castillo), Terinto (Chil y Naranjo), Terindo (Millares Torres) y Ferinto o Fedinto (Bethencourt Alfonso).
Es este último autor quien da la noticia más detallada de aquel episodio convertido en leyenda local y en topónimo que pervive en la actualidad; y con una precisión tal en la ubicación del lugar que merece reproducirse por entero. Dice así:
Es tradicional el célebre "salto de Ferinto", ocurrido en la época de la conquista en el primer asalto que dieron a la isla para reconocerla. Desconociendo los bimbapes o indígenas las armas de alcance, fue grande el asombro cuando vieron caer a varios muertos o heridos antes de llegar a las manos con el enemigo, emprendiendo todos la fuga y abandonando a su valeroso capitán Ferinto, que al tratar los invasores de hacerlo prisionero, fue tal el salto de costado que los llenó de estupor y señalaron para memoria de los venideros tiempos. Tuvo lugar en el abra de Ajonse, entre las montañas de Bentejís, donde colocaron y subsisten dos mojones enterizos de piedra viva, de 0'9 centímetros de largo por 0'49 de alto, que conservan su primitiva distancia. El salto fue de 8'89 metros (Bethencourt Alfonso 1991: 315-316).
En la página web de Internet "Palabras Bimbapes" se explica este nombre desde el bereber diciendo que deriva de la raíz verbal FRN que posee las siguientes acepciones en los dialectos tuareg de Níger y Mali: 'elegir, ser elegido' y 'ser de buena calidad, ser excelente', de donde podría interpretarse que Ferinto fuera uno de los valientes y jefes de los bimbapes guanches. Nuevamente nos encontramos con la fórmula, nada filológica, que se repite generalmente en la interpretación de los antropónimos aborígenes canarios, que consiste en convertir en significado de su nombre una de las características sobresalientes de la vida adulta del personaje, con lo cual se deduce que el nombre con que esos personajes han pasado a la historia tuvo que ser un "apodo" y no un "nombre de pila", pues no es asumible que todos esos personajes mostraran ya desde su nacimiento las cualidades que les harían famosos de adultos.
1 Como suele ocurrir con todas las leyendas que tienen por motivo alguna acción de la conquista de las islas y por protagonista a un personaje aborigen, estas se presentan en versiones muy variadas, pero prevalecen las que están cargadas de mitificaciones, de literatura y de acciones inverosímiles para elevar al vencido. Con respecto a esta leyenda particular, leemos lo siguiente en el libro de Godoy Arcaya, que puede ser un ejemplo paradigmático de los que decimos: Los soldados castellanos acosaban al último héroe de los herreños que se resistía en entregarse, y este se refugió en un lugar cercano a la villa de Valverde. Ferinto se acercó a un profundo barranco en cuya orilla se detuvo, "y concentrando toda su mente y musculatura realizó un increíble salto que lo lanzó hasta la otra orilla, llamándose tal lugar hasta el día de hoy el Salto del Guanche. Pero el círculo de captura abarcaba también ese lado del barranco, y los guardias lo rodearon con las armas apuntándole. Ferinto, al ver que el círculo de sus aprehensores se comenzaba a cerrar definitivamente, miró al cielo y abriendo desesperadamente su boca, lanzó un terrible grito que entre estremecedores ecos y ondulaciones recorrió las extensiones de lava, los ríos subterráneos, el horizonte, las soledades de cuevas y lagartos, y las cóncavas calderas. Los hermanos sometidos lo oyeron aterrorizados en sus aldeas y montañas, y los guardias que lo rodeaban sintieron un eco de ardores atravesando sus cabezas. De los caseríos y pueblos salieron los alcaldes hacia el campo buscando alguna explicación. En las pálidas nubes, lentamente, el largo sonido fue apagándose hasta quedar todo el espacio invadido de un silencio de tierra de nadie. Ferinto cayó al suelo inmóvil. En el otro extremo de la isla, en La Dehesa, su madre murmuró: "Mi hijo ha sido vencido" (1982: 67-68).
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