Guañac / Aguañac

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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1591

Nos apresuramos a decir que estas dos palabras nunca fueron topónimos de Canarias, ni antes ni ahora, pero que por ciertos usos que modernamente se han hecho de ellas se han venido a constituir como si tales fueran. Por otro lado, nos servirán como ejemplo de un fenómeno bastante común en la actualidad: el aprovechamiento que de determinados sectores de la sociedad canaria actual se sirven para "reinventar" la primitiva historia de las Islas. Y nos servirán finalmente para ver cómo un autor individual, en este caso un poeta, Antonio de Viana, se convirtió en el más influyente recreador del "imaginario" guanche. Todos estos hechos trascienden el ámbito de lo lingüístico y al final se convierten en cuestiones literarias o patrióticas, incluso políticas, pero sin duda empiezan por un hecho lingüístico.

Estas dos palabras Guañac y Aguañac (que a veces se escribe Awañak), que no pueden ser sino variantes de expresión, han vuelto a tener actualidad en Canarias gracias a la Cantata del Mencey Loco, una recreación musical del grupo folclórico Los Sabandeños, hecha hacia la mitad de la década de 1970 (antes de crearse la Autonomía de las Islas Canarias, es preciso decirlo), basada en un largo poema del tinerfeño Ramón Gil-Robles (1881-1940) titulado "La tierra y la raza", y que ha tenido un enorme éxito y una gran repercusión social. En realidad en esta Cantata no aparecen esas palabras pero sí otras que han servido para resucitar estas.

En el fragmento musicado por Los Sabandeños se narra un episodio de la conquista de Tenerife en el que un grupo de castellanos se adentra en las tierras de Anaga y vence la resistencia de su mencey Beneharo. Tras la derrota, Beneharo se vuelve loco y deambula por las cumbres


espantando a los rebaños
con sus profundos lamentos:
gritos de rabia y dolor,
imprecaciones al cielo,
que en sus alas recogían
las águilas y los cuervos:
¡Guañoth! ¡Achamán!...


Las palabras guanches intercaladas en este texto significan Achamán 'dios' y Guañoth 'amparo, socorro'. Es, pues, un grito de desespero y de petición de amparo. Y sin duda el autor de ese poema o los "letristas" de la Cantata debieron tomarlas de Viera y Clavijo.

En efecto, es Viera y Clavijo quien en el capítulo de su Historia de Canarias que dedica a las lenguas que debían hablar los aborígenes canarios (1982: libro II del tomo I), pone una pequeña relación de "dicciones" propias de cada isla, y en la de Tenerife incluye las de Achamán y Guañoth con los mismos significados que tienen en la Cantata del Mencey Loco. Y añade otra muy parecida: Guañac con el significado de 'república'.

¿De dónde toma Viera estas dicciones? No lo dice, incluso no les da demasiada importancia pues advierte al lector que si acaso le cansare ese listado puede fácilmente omitir su lectura. Mas conociendo las fuentes sobre las que Viera bebe no será difícil averiguarlo. Esas palabras no están en la Historia de Abreu Galindo ni en la Descripción de Torriani, y ha de decirse que esta obra fue del todo desconocida por el ilustrado canario, pues el manuscrito estaba entonces inédito; luego la fuente tuvo que ser Espinosa. Pero no las tomó directamente de Espinosa, sino del mayor "recreador" que tuvo la Historia del fraile dominico de Candelaria, del poeta lagunero Antonio de Viana. La historia de estas palabras (mejor la historiografía por la que han pasado estas palabras) es laberíntica y compleja, y hasta ha llegado a tener repercusiones políticas, pues una de ellas, Guañac o Aguañac, se ha convertido en grito y señal de quienes sueñan "una patria guanche" en las Canarias actuales1.

Dejemos aparte la voz Achamán, puesto que de ella no ha quedado huella en la toponimia actual (ni antigua) de Canarias, y vayamos a las otras dos: Guañac y Guañoth, por este orden.

En el capítulo en que Alonso de Espinosa en su Historia de Nuestra Señora de la Candelaria explica cómo los reyes guanches de Tenerife juraban su cargo dice lo siguiente:

Cada reino tenía un hueso del más antiguo rey de su linaje envuelto en sus pellejuelos y guardado y, convocados los más ancianos al Tagoror, lugar de junta y consulta, después de elegido el rey, dábanle aquel hueso a besar: el cual, besándolo, lo ponía sobre su cabeza y después dél los demás principales que allí se hallaban lo ponían sobre el hombre y decían: Agoñe Yacoron Yñatzahaña Chacoñamet, 'Juro por el hueso de aquel día en que te hiciste grande'. Esta era la ceremonia de su coronación (1980: 41-42).2


Este Agoñe de Espinosa se convirtió en agogné en Torriani, en agoñec en Viana, en agogney en Berthelot, en agogñe en Chil y Naranjo, en agoñey o agonec en Millares Torres, etc. O sea, que cada autor lo copió a su manera (todo ello en Wölfel 1996: 412-413).

Pero no aparecen en esta frase de Espinosa las palabras que aquí nos interesan. Es en el Poema de Viana en donde están, porque es Viana el que más copia a Espinosa a la vez que es el que más libremente recrea la historia de los guanches de Tenerife. Y lo hace con toda autoridad, puesto que es poeta y no historiador. Y ha de saberse que es Viana y no Espinosa (ni Abreu, y menos Torriani) quien se constituye en el "ideólogo" de las antigüedades canarias, quien marca "el imaginario" de la cultura guanche. Nadie ha influido tanto como Viana en la concepción del mundo aborigen canario, y tanto entre los eruditos como entre el pueblo llano. A Viana más que a nadie se debe la exaltación de lo aborigen canario, con la creación de una atmósfera y de unos ambientes cortesanos y palaciegos que en nada se correspondían con la elementalidad de la cultura material en que vivieron aquellos hombres. Como ha dicho María Rosa Alonso, la principal estudiosa de Viana, "las Antigüedades son fuente para entender nuestros guanches, nuestro paisaje, nuestra historia, nuestra literatura, nuestros símbolos. Seamos vianistas o antivianistas, sin Viana dejamos suelto nuestro eslabón histórico, literario y cultural" (Viana 1991: I, 38). La influencia de Viana es, sobre todo, mítica: mitificó la prehistoria canaria. Pero también es histórica. Hay que insistir en ello: la trascendencia de Viana traspasa lo poético y mítico y llega a lo histórico. Y es en la recreación de este episodio de la elección de los reyes guanches donde Viana dice lo siguiente:


Y cuando se elegía lo juraban
con esta cerimonia, que tenía
guardada cada reino con recato
la calavera, para el propio efecto,
del más antiguo rey de aquel estado,
...........
y luego el nuevo rey que se juraba
la besaba, y encima su cabeza
poniéndola decía estas razones:
"Achorom, Nunhabec, Zahoñat Reste,
Guañac Sahut Banot Xeraxe Sote".
Que quiere decir: "Yo juro por el hueso
que tuvo real corona, de imitarle,
guardando todo el bien de la república".
(canto I, vv. 758-775)3


Aquí, en el verso 772 se dice Guañac, pero unos versos más abajo, en la contestación que los principales del tagoror dan al nuevo rey, también besando la calavera, dicen muy humildes:


"Agoñec Acorom Inac Zahaña
Guañoc Reste Mencei": que significa:
"Juro por aquel día celebrado
de tu coronación, de ser custodia
de nuestro reino; y rey tu descendiente".
(canto I, vv. 781-785)


O sea, que Guañac significaba 'república' y Guañoc 'nuestro reino'. Pero eso no lo dice Viana, pues su "traducción" es tan libre -tan personal, tan vianesca- como libérrimas son las frases que pronunciaban primero el nuevo rey y después sus súbditos. Quien dice que Guañac equivale a 'república' es Viera, y tras él todos los que han pretendido "traducir" las frases de Viana (Wölfel 1996: 439-440).

¿De dónde pudo tomar el joven poeta lagunero esas frases? Nadie ha podido decirlo. ¿De algún "natural" guanche del tiempo de Viana, se pregunta María Rosa Alonso (Viana 1991: I, 97, n.71)? Téngase en cuenta que en el tiempo en que Viana escribe su Poema (publicado en 1604) ya hacía más de 100 años que había terminado la conquista de Tenerife y que los guanches aborígenes se integraron (los integraron) rápidamente a la nueva sociedad creada por los españoles, de manera que es muy improbable que tras más de tres generaciones quedaran todavía perfectos hablantes del guanche, y más para reproducir tan fielmente unas fórmulas lingüísticas que estaban ligadas a un ritual del todo desaparecido con la conquista. Es lo más verosímil entonces pensar que esas frases, al igual que tantísimos otros elementos "guanches" del Poema, son puras y simples "invenciones poéticas" de Viana.

La otra palabra que aparece como grito desesperado en la Cantata del Mencey Loco es Guañoth y que Viera traduce como 'amparo, socorro' también procede del Poema de Viana. Pertenece al episodio en que las tropas del capitán Tigayga, "con más de mil soldados esforzados", se presentan ante Bencomo y con grandes voces lo saludan:


Achi Guañoth Mencei, Reste Bencom,
que dice vuelto en castellana lengua:
"Viva Bencomo rey y amparo nuestro"
(canto III, vv. 160-162)


Aquí tendremos que decir lo mismo que en las frases anteriores: que es Viera quien hace equivaler la palabra guanche Guañoth a la española amparo, y tras Viera todos los demás autores que se han ocupado de esta frase y que han creído en la "autoridad" del arcediano de Fuerteventura, porque desde una investigación filológica rigurosa nada se ha podido decir que sea convincente (Wölfel 1996: 441-442). Todas estas elucubraciones se corresponden con lo que irónica pero lúcidamente María Rosa Alonso ha llamado "lingüística recreativa", tan frecuentada -añade- "en nuestros predios" (Viana 1991: I, 97, n.71).

Porque adviértase que el Guañoc del canto I se dice que significaba 'nuestro reino' y este Guañoth del canto III 'amparo nuestro'. ¿Qué oído español -como el de Viana, por ejemplo- podía diferenciar, en caso de que efectivamente esas dos voces pertenecieran a la tradición oral, esas diferencias de escritura en la consonante final? Luego es la misma palabra. ¿Con dos significados diferentes? Es posible, pues también la polisemia debía existir en la lengua guanche. Pero mucho conocimiento de la lengua de los aborígenes de Tenerife debía tener el poeta lagunero, a más de cien años de acabada la conquista, para percibir tales sutilezas lingüísticas. Y adviértase también que las voces Guañac y Guañoc aparecen en un mismo contexto, la una dicha por el rey y la otra por sus súbditos, la una con el significado asignado de 'república' y la otra con el de 'nuestro reino'. En ellas nosotros no vemos sino simples variantes, tanto en el plano de la expresión como en el plano del contenido.

Y una nueva palabra hay en el Poema de Viana que debe ponerse en relación con las anteriores: Guañón que es el nombre que el poeta lagunero otorga al "valiente y noble" capitán de las huestes del rey de Güímar Anaterve o Añaterve y que se convierte en protagonista del canto X del Poema.

En total, cuatro palabras de fonética tan parecida que no parecen sino iguales: Guañoth, Guañoc, Guañac y Guañón, y todas ellas en el mismo texto de un único autor, Antonio de Viana, sin que ninguna de ellas tenga antecedentes reconocibles. Ya se sabe: Viana es un poeta, no un historiador, y sus Antigüedades un texto literario, no una crónica histórica. Viana, inventa, sí, y recrea, pero sobre una historia bien conocida por él y en una geografía bien conocida también en la que las acciones narradas resultan verosímiles; igualmente los nombres de sus personajes e incluso los nombres de los lugares, si no todos son históricos y reales, sí todos tienen verosimilitud indígena4. Hemos estudiado de manera monográfica los topónimos y los antropónimos guanches que aparecen en el Poema de Viana (Trapero 2008) y nos reafirmamos en lo dicho. Hay que alabar no solo la capacidad creadora del poeta, sino la intuición lingüística que Viana demuestra para que esos nombres tuvieran, si no etimología guanche verdadera, sí al menos apariencia guanche. A él se debe llamar Guajara y Tegina a dos de las principales mujeres del Poema a partir de sendos topónimos preexistentes, pero también llamar Dácil a la indígena enamorada del castellano capitán Castillo, cuando ese nombre no tiene antecedente prehispánico alguno, pero que se ha convertido en el nombre femenino "más guanche" de Canarias. De los nueve menceyatos en que Espinosa, Torriani y Abreu dicen que estaba dividida la isla de Tenerife en el momento de iniciarse la conquista castellana, solo de cuatro dan el nombre particular, pero Viana se los pone a todos; y los nuevos nombres de Beneharo, Añaterve, Bellicar, Pelinor, Guantacara, Romén..., suenan ya tan "guanches" como los de los otros personajes del Poema a los que el poeta nombra sobre topónimos "verdaderamente guanches" preexistentes en la isla: Tinguaro, Tigaiga, Afur, Arafo, Tejina, Tegueste, Acaimo...

¿De dónde, pues, pudo tomar Viana los cuatro nombres de aquí tratamos? Puesto que no hay antecedentes en los antropónimos, ¿podría haberlos encontrado en la toponimia guanche? Así lo creemos. Cuatro son también los topónimos que han pervivido hasta la actualidad con fonética y morfología tan próximas a ellos que no parecen sino que proceden de un mismo étimo. Estos son: Guañá, nombre de un lomo y de un barranco situados en la parte alta del municipio tinerfeño de Arafo; Guañé, que da nombre a dos accidentes del municipio gomero de Alajeró; Siguaña, nombre de dos poblaciones y de un barranco del municipio tinerfeño de San Miguel de Abona; y Guañaque o Guañaca que es el nombre de un roque del Macizo de Anaga situado en las cercanías del pequeño poblado Casas de la Cumbre.

Damos porque no tenía Viana por qué conocer el topónimo de La Gomera, y hasta es posible que tampoco el Guañá de Arafo ni el Siguaña de Abona, pero el Guañaque o Guañaca de Anaga se nos antoja el antecedente seguro del término vianesco. Al fin, si le quitamos al topónimo actual los apéndices finales con que se escribe, que son una paragoge del español, nos queda exactamente el Guañac que dice Viana decían los nuevos menceyes en el momento de jurar su cargo como rey. Y desde este Guañac que sí tiene antecedentes verdaderamente guanches le sería fácil invención a Viana acomodar la forma Guañoc para la respuesta de sumisión que daban los súbditos al rey recién coronado, la forma Guañoth para el saludo de las huestes de Tigayga al mencey Bencomo, y la forma Guañón para el capitán del mencey Añaterve.

Hasta aquí la lengua y la literatura. Y ahora entra la política. En las últimas décadas del siglo XX, y coincidiendo más o menos con el momento de la creación de la "España de las Autonomías", y por consiguiente de la Autonomía de Canarias, surgieron en las islas determinados grupos o movimientos independentistas que han tomado como santo y seña de su identidad las palabras Guañac, Aguañac y otras de más difícil escritura y de enigmática pronunciación, como Ach-Wañac. ¿Por qué ellas, nos podemos preguntar? Para nosotros no hay duda: porque esas palabras aparecieron en la Cantata del Mencey Loco que tanta repercusión tuvo en la sociedad canaria. Las dos últimas estrofas decían:


Dicen que murió la raza
y nunca fue raza muerta,
raza que acabó en la historia
pa' vivir en la leyenda.


No puede morir jamás
quien de esclavo se libera,
rompiendo, para ser libre,
con su vida las cadenas.


Ese canto de libertad de la raza guanche se convirtió en anhelo independentista de ciertos canarios actuales. Y la traducción de república que Viera y Clavijo dio a la palabra Guañac en la aspiración de un nuevo y revolucionario sistema político para Canarias. Pero claro está que la palabra república no significaba en tiempos de Viera lo que ahora significa. Pero ya se sabe que los sentimientos patrióticos no tienen por qué acomodarse fielmente a la filología de las palabras que lo representan. Y de ahí que, por ejemplo, el nombre de Aguañac lo haya tomado una apolítica e inocente sociedad de avifauna canaria, o que lo haya adoptado como nombre propio un instituto de bachillerato del Sur de Gran Canaria, pero a la vez que un grupo musical canario tenga en su repertorio una canción titulada Ach-Wañac y se presente como la "canción de nuestra identidad" y que haya un movimiento independentista, muy activo en internet, que ha propuesto un nueva terminología tanto para lo que desde su ideología hay que alabar como para lo que hay que condenar, y que incluso ha tomado el nombre de Ach Guañac como sustituto del de Islas Canarias.

Y como de los sentimientos, que son libérrimos, se pasa fácilmente a una pretendida ciencia, en este caso filológica, también hay quien ha querido sumarse a la numerosa nómina de filólogos del guanche proponiendo una nueva interpretación para la palabra Guañac (http://www.hitosculturales.com/112-libro-raices-canarias-i-guguaguanguarguariaguancheguanac/), descomponiéndola en dos segmentos: guan-ac y diciendo que significa literalmente "los de Guan", y que ese Guan equivale a Tenerife, por lo que valdría decir también "los del Volcán" o "los del Pico".

Esto sí que es "lingüística recreativa" y "entretenimiento filológico", como tan críticamente denunciaba María Rosa Alonso.

1 Valga como ejemplo la siguiente anécdota. En años posteriores al Estado de las Autonomías se creó en Canarias un "Frente Popular por la independencia de Canarias" que tomó como signo y seña el nombre de Frepic-Awañak, que incluso participó como partido político en varias de las elecciones autonómicas en las décadas de 1990 y 2000. Pues el 31 de julio de 2004, cuando el equipo de fútbol de la Selección Española perdió su partido contra el equipo de Portugal en la Eurocopa de 2004, Frepic-Awañak publicó un anuncio recuadrado en el periódico La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria con el siguiente texto: "A la Sociedad Peninsular (Portuguesa): ¡Muito Obrigado!".

2 Existe en el pueblo de Güímar de Tenerife una "Asociación Cultural Guanches Virgen del Socorro" cuyos miembros, cada 7 y 8 de septiembre, fiesta de la patrona de la localidad, vestidos con pieles de ovejas, a la usanza de guanches, conmemoran la aparición de la Virgen de la Candelaria en una especie de auto sacramental titulado La Ceremonia, basado en el relato de Alonso de Espinosa y en el Poema de Antonio de Viana, y en donde se reproduce esta frase del juramento del recién nombrado mencey de la isla.

3 En la transcripción de estos versos hemos tenido en cuenta tanto la versión del Poema de María Rosa Alonso (Viana 1991) como la versión facsimilar de la primera edición de las Antigüedades de 1604 (Viana 1996), que en algo cambian; por ejemplo, en escribir República con mayúscula en la edición de María Rosa cuando en el original está en minúscula. Y señalamos este término por la repercusión que va a tener en el uso que de la palabra Guañac se hace modernamente.

4 De hecho, muchos niños y niñas de las últimas generaciones nacidas en Canarias tienen nombres "guanches" procedentes de la onomástica creada por Viana en su Poema, y que sin ser guanches de origen han llegado a serlo plenamente en la conciencia de los canarios.

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