Icod
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1760
Icod, Icode o Icoden (escrita también la vocal inicial con Y) se nombraba uno de los nueve territorios en que estaba dividida la isla de Tenerife en el momento de iniciarse su conquista, sin que sepamos a ciencia cierta cómo se llamaba su rey, pues como dicen Espinosa (1980: 41) y Abreu Galindo (1977: 293) su nombre se perdió de la memoria. No obstante, basándose en el Poema de Viana (canto I, v. 889), ha quedado en la tradición que el rey de Icod se llamaba Bellicar. Pero es Bethencourt Alfonso (1994: 98) quien dice que el nombre verdadero de este rey era Pelicar, pronunciado también como Belicar o Bellicar, y que fue llamado después de la conquista y después de ser bautizado Juan de Icod o Juan Martín de Icod.
Eran los límites de este Reino de Icod, según el último autor citado (1994: 97-98): al este, el reino de Taoro, del que le separaba el barranco de la Torre; al oeste, el reino de Daute, separado por el barranco de las Cañas; al norte, el mar, y al sur las cumbres de la serranía central que baja de las laderas del Teide. Estaba la capital "hacia la cabezada de la población de Icod", un sitio en la unión de los caminos del Amparo y del Aserradero, donde nacen las aguas de Icod.
Un documento importante del Registro del Sello del Archivo de Simancas fechado en diciembre de 1500 trata de este asunto, bien que en fechas posteriores al final de la conquista de Tenerife y cuando ya el rey de Icod había sido cristianado y perdido su nombre guanche originario. Se trata de una Orden que se da a Juan de Salcedo "para que averigüe, a petición del procurador de pobres, el paradero de don Enrique, canario, rey que fue de Icod, vendido por Patiño, contino de la casa real, sin tener derecho a ello, ya que el dicho don Enrique es cristiano y libre; y para que lo traigan a la corte en un plazo de diez días, durante los cuales cobrará 200 maravedíes diarios a cargo del dicho Patiño" (Aznar Vallejo 1981: doc. 504).
Hay dos Icod en Tenerife. Empezaron a distinguirse a comienzos del siglo XVI, llamando al primero Icod de los Vinos y al segundo Icod de los Trigos, por sus cultivos respectivos predominantes. Así lo dice expresamente, por ejemplo, el clérigo de las Azores Gaspar Frutuoso (1964: 106) en la segunda mitad del siglo XVI, pero más explícitamente el clérigo tinerfeño Quesada y Chaves: "Fue capital del Reyno de Ycod, a el qual de le dixo y dize de los Vinos a diferencia del otro Ycod el alto q. decian de los trigos en el qual solo se ciembran panes, y en este solo se plantaron viñas y arboles fructales"1. Y añade una noticia muy curiosa: que en uno de sus pagos, en el del Miradero, que así se llama -dice- "por estar en una altura donde todo se registra y mira", "duran las ubas de sus viñas hasta el mes de diciembre, que son estonses sasonadas para bendimiar" (2007: 229-230). En fin, que vale también aquí la descripción que del Icod de los Vinos hizo Viera y Clavijo en su Historia de Canarias: "Es una bella población, cabeza de partido en lo eclesiástico, plantada en una especie de valle delicioso que sube desde el mar hasta la falda del mismo Teide que le envía un ambiente fresco y saludable" (1982: II, 413).
Al segundo Icod se le cambió el nombre por Icod el Alto, y el de Abajo (como también aparece nominado en algunos textos primerizos) se quedó con el solo nombre de Icod. Este Icod fue establecimiento de gente importante de la conquista, pues se creó en él muy tempranamente, en 1514, la parroquia de San Marcos, con su iglesia, y en el siglo XVII, según la Relación de vecinos del Obispo Vázquez de Arce, se dice que tenía 350 vecinos, es decir, entre 1.500 y 1.750 habitantes (Rosa Olivera 2006: 255).
En los primeros años tras la conquista, el término de Icod se convirtió en uno de los pocos puntos referenciales del norte de la isla, del que de continuo tenían que echar mano los nuevos regidores de Tenerife para sus ordenanzas. Y así en una data de 1503 se toma como linde de una propiedad: "unas casas del Rey de Ycodem, en un lugar que se llama Artaone [o Artaore]"; y en otra data de 1517 se reitera como linde este lugar de Ar Taone (así citado aquí) "que es donde tenía las casas el Rey de Ycoden" (Serra 1948: doc. 926 y 1.161, respectivamente).
Las grafías con que aparece el nombre de este topónimo en las primeras cartografías de la isla son por sí mismas muestra de la variabilidad e inconstancia en que estuvo la escritura del topónimo hasta que se fijó definitivamente en el actual Icod. Con dos referencias aparece en el mapa de Torriani (1978: 173) a finales del siglo XVI: como Icode en el interior y como Cala de Ycode en el exterior. Igualmente con dos grafías y dos referencias en el mapa de Briçuela y Casola (2000: 55-56), de la primera mitad del siglo XVII: como Hicode en el interior y como Caleta de Ycode en el exterior. Y ya en el mapa de Riviere (1997: 74), hacia la mitad del siglo XVIII, al pueblo se le nombra con el moderno aunque defectuoso Ico (sic) de los Vinos y a la caleta con el nombre de San Marcos que hoy tiene. Una noticia añade Viera y Clavijo en su Diccionario de historia natural referida a la famosa cueva de Icod, diciendo que "es asombrosa por sus inmensos salones y crujías tortuosas, que se extienden sin término conocido" (2014: I, 503-504).
Los censos de población del siglo XVIII hablan de unos 862 vecinos para Icod de los Vinos y de unos 60 para Icod el Alto, según Riviere (1997: 61 y 62). Quesada y Chaves es más explícito: el de los Vinos tenía 885 casas y 3.704 personas (2007: 222), mientras que el Alto no aparece en la relación al estar repartido entre las parroquias de San Juan de la Rambla y de Realejo de Abajo, según se expresa en las Constituciones Synodales del Obispo Dávila (cit. Riviere 1997: 70).
Hasta once formas distintas de las fuentes escritas de este topónimo reúne Wölfel en sus Monumenta (1996: 907-908), que ordenamos alfabéticamente: Benicod, Benicoden, Benicore, Benicoren, Eycode, Icod, Icode, Icoden, Ycod, Ycode e Ycoden. Muy ilustrativas son estas variaciones escriturales de la problemática que hay detrás de cualquier término de origen guanche. En primer lugar las referidas a la transferencia de esa voz desde el guanche al español y en segundo lugar las que afectan a la identificación de la voz (tanto en el plano de la expresión como del contenido) en la propia lengua guanche. En cuanto a lo primero, dice Wölfel que el final más probable de esa voz sería Icode o Icoden, y que esa -n final podría ser signo de plural, y que, en cualquier caso, la pérdida de ese final en la forma oral conservada, Icod, manifiesta una solución justamente en la dirección contraria a otros muchos términos de origen guanche que añaden al pasar al español una -e paragógica (caso de Aitemese, Tecorone....); aunque esa solución no es única de este caso, pues se da en multitud de otros, como anuncia demostrar en la parte VI de sus Monumenta, cosa que nunca llegó a publicar. Y en cuanto a lo segundo, se pregunta Wölfel si las formas iniciadas con Ben-, documentadas por Núñez de la Peña y por Viera y Clavijo, son o no auténticas, pues de serlo habría que interpretar ese elemento como afijo con el significado 'patria o región', y por tanto el topónimo como 'región de los de Icoden'. Y termina Wölfel diciendo que para el elemento léxico del topónimo guanche existe un paralelo bien ajustado en el bereber: ekade 'piedra' o ekkad 'roca terminada en pico', registrado por el Padre De Foucauld.
Por su parte, De Luca (2004: 88) dice que Icod procede de la voz ikuren, plural del sustantivo amazigh akur, con el significado 'emjambres de abejas', vigente en las poblaciones de Ait Iziyan del Medio Atlas marroquí, y que haría referencia a las muchas abejeras salvajes que se encontraban en los altos del menceyato.
Por nuestra parte, sin poder añadir nada nuevo ni distinto a lo dicho por Wölfel, queremos traer a consideración un hecho de validez universal en la toponomástica. Si a dos lugares diferentes se les llama de la misma manera es porque tienen alguna característica que les es común. Si en la misma isla de Tenerife hubo dos lugares distintos que se les llamó Icod es porque tenían una misma motivación toponímica, sin poder saber nosotros ahora cuál pudo ser, pues icod ha dejado de ser voz apelativa. Ninguna otra voz de las conservadas en la toponimia canaria, salvo la de Tenerife, contiene el segmento /icod/, pero sí otras muchas el segmento /ico/ que podrían considerársele paralelos: Icor, Arico, Chicoro, Garachico, Garchico, etc. Por tanto no tiene fundamento alguno la creencia de Dámaso Quesada de que el nombre de Ycod lo tomó por un guanche que lo habitaba, que era descendiente del rey (2007: 229).
1 Bien se ve que nuestro Dámaso Quesada estaba muy lejos de acatar las normas ortográficas que ya la Real Academia de la Lengua había dictado, y que la fonética dialectal le lleva en muchas ocasiones a escribir por encima de la norma dialectal, como es el caso de ese hiperculto "ciembran".
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