Jara
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1912
Traemos este término a este diccionario de guanchismos a sabiendas de que su adscripción a la lengua de los aborígenes canarios es muy problemática, pero no descartable. Y eso por la rara y desproporcionada representación que tiene en la toponimia del Archipiélago. Considerados en su conjunto los topónimos canarios que tienen este término como específico, y contando además con las formas derivadas de este término, a saber: el plural Jaras, los diminutivos Jarita y Jarilla y los colectivos Jaral y Jarales, podemos decir que es abundantísimo en La Gomera, abundante en La Palma, escaso en Tenerife y El Hierro y ausente por completo en las islas orientales. Para compensar la ausencia de Jara en Gran Canaria hay que decir que existen varios topónimos con el término Jarones, plural del aumentativo jarón.
En la Península el término jara es un fitónimo que se refiere a un arbusto siempre verde, de la familia de las cistáceas, que es abundantísimo en los montes del centro y mediodía de España, según el Diccionario de la Academia, mientras que en Canarias son varias las especies, según Kunkel (1998: 147), una de ellas, la de flor rosada, es la Cistussymphytifolius, mientras que la de flor blanca es la Cistusmonspeliensis, que se corresponden en Gran Canaria, respectivamente, con los populares jarones y con el juagarzo (Montelongo 1997: 293-294). Todas estas especies habitan en zonas de pinar y en los riscos de costa, y se dice que sus frutos fueron aprovechados como alimento por los aborígenes canarios. Por tanto no se trata de una especie introducida, sino endémica, aunque tenga parecidos con la peninsular. Y esa condición de ser especie "autóctona" la certifican también los naturalistas David y Zoë Bramwell (1987: 214), quienes dicen que es muy común en Tenerife y Gran Canaria y escasa en El Hierro y La Gomera.
Lo que no sabemos es si la presencia o ausencia de la palabra jara en cada isla guarda proporción o es reflejo exacto de la presencia o ausencia de esa especie vegetal. El DDECan informa que el término jara ha sido constatado en las hablas populares de todas las islas excepto Lanzarote y Fuerteventura, pero ya vimos que la toponimia también refleja la ausencia de esa voz en Gran Canaria, aquí sustituida por Jarones y Juagarzos.
Estimamos que todos los topónimos en los que aparece un término derivado de jara proceden de la existencia de la especie vegetal en esos lugares. Pero no estamos seguros de que todos los topónimos que llevan el término de Jara sea por la presencia de la especie vegetal descrita. Por ejemplo, nos resulta extraño que un topónimo en singular, La Jara, designe una amplia zona de La Palma, en Tirimaga, municipio de Mazo, y que de él lo tomen otros accidentes tan destacados como una montaña, un barranco y un llano (Díaz Alayón 1987b: 585). Y no solo en este lugar del municipio de Mazo, también en el municipio de Garafía, en la zona de El Tablado, se produce el mismo fenómeno: un lugar llamado La Jara y que haya dado lugar a una serie de accidentes a él vinculados con el mismo nombre: una montaña, un lomo, un barranquito y una Barranquera de la Montaña de la Jara (ibidem.). De la misma forma, nosotros recogimos en El Hierro de la tradición oral una Gorona Lajara, claramente así pronunciado, aunque podría interpretarse como Gorona la Jara, en un punto del letime de Las Playas, por El Granadillo, en el municipio de El Pinar de El Hierro (Trapero et alii 1997: 145-146). Y en Tenerife hay una Montaña la Jara por la zona del Escobonal, municipio de Güímar, cuando lo esperable en todos estos casos sería, en caso de que la motivación de esos topónimos fuera la presencia de jaras, encontrarnos con un plural Jaras o un colectivo Jaral o Jarales. Pero, por el contrario, en El Hierro hay una pequeña población muy dispersa, entre Guarasoca y Las Montañetas, municipio de Valverde, llamada Los Jarales pero en donde no existen jaras.
En cuanto a la palabra española jara dice el DLE que deriva del árabe con el significado de 'mata, breña'. A ello tendríamos que decir que es exacta la relación del término jara con el significado primero de 'mata', pero no con el segundo de 'breña', que siendo un tipo de terreno abrupto y sin apenas vegetación mejor se acomoda a la geografía de los lugares que hemos comentado de La Palma, El Hierro y Tenerife.
Ningún terreno seguro podemos pisar buscando etimologías de la palabra jara que pudieran explicar los topónimos canarios desde un hipotético origen guanche porque nada encontramos en la bibliografía consultada que nos lleve a él. Pero lo que sí decimos es que el segmento jara está en multitud de términos toponímicos canarios de indudable origen guanche, como son los siguientes: Ajare o Ajara en El Hierro, Chájara, Guajara y Jaracara en Tenerife, Jaragán en La Gomera, Jaramaguera en La Palma, Jaranita en El Hierro, Majara en La Gomeras, Májara en Tenerife, Majaraste en Lanzarote, Majarife en La Palma, Míjara en Lanzarote, Pájara en Fuerteventura y Tenerife, Pijaral en Tenerife, Tanajara en El Hierro, Tijarafe en La Palma y Píjara en Tenerife, y es posible que algunos más, aparte los ya comentados que tienen el solo nombre de Jara en las islas de La Gomera, La Palma, El Hierro y Tenerife. No estamos diciendo que todos ellos estén emparentados o que tengan un mismo étimo procedente del bereber, sino que el elemento léxico jara no es en absoluto extraño a la onomástica guanche.
Y no somos nosotros los primeros que miramos hacia esta parte. Lo trata Wölfel en la parte de los apelativos de sus Monumenta (1996: 684), y aunque reconoce el origen español de la palabra, dice a continuación lo siguiente: "Queda sin resolver, no obstante, la cuestión de si los españoles de las Islas trajeron consigo este nombre y lo trasladaron a otra planta, o si los aborígenes tenían para una planta autóctona una denominación que sonaba igual o de forma parecida". Y señala como perfecto paralelo para jara la palabra bereber tahara 'nombre de una planta persistente'. Son varias las fuentes por las que Wölfel introduce la palabra jara en su obra. Primero, una cita de Álvarez Rixo en que dice expresamente que jara o xara es "voz indígena", y en donde describe la planta de una manera muy precisa: "Plantecita sólo producida en los montes; tiene las hojas de pulgada de largo, porosas, lanudas y color más vivo que el de la salvia; la flor grande y rosada de cinco hojas delicadas horizontales con centro amarillo, lo mismo que los estambres agrupados en forma de botón. A lo lejos parece ser una rosa pero carece de olor. La planta sí lo tiene, no desagradable" (1992: 103-104). Después cita Wölfel dos topónimos con el nombre de Jara a partir del Diccionario de Olive: Fuente de Jara, unas chozas en Garafía, La Palma, y un Lomo de la Jara, una choza en La Orotaba, Tenerife, diciendo que no sabe si esos topónimos pudieran derivarse del nombre de la plata. Y acaba diciendo que es poco probable que esta voz sea la que identifique los topónimos Ajare, Ajara y Ajarera.
Dejamos, pues, este término de la toponimia canaria en el limbo de la indecisión.
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