Jibrones

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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1967

En tres islas encontramos este término convertido en topónimo.

En El Hierro se da el nombre de Los Jibrones a una zona de mediana extensión situada en la parte sur de la isla, al oeste de la costa de La Restinga, intermedia entre El Lajiar y El Julan, caracterizada por ser una ladera de fuertes pendientes que caen sobre el Mar de las Calmas y de unos terrenos sumamente quebrados que han estado destinados tradicionalmente al pastoreo de costa y a la plantación de algunos árboles frutales como higueras y almendros. En este territorio hay abundantes muestras de la cultura aborigen, como cuevas-habitación con variedad de materiales arqueológicos. Además llevan el nombre de los Jibrones dos accidentes puntuales de la zona: un Pico de los Jibrones que es una pequeña montaña con una cima puntiaguda, y de ahí el nombre de "pico", y un Conchero de los Jibrones situado en la parte oeste de la montaña y que señala una gran acumulación de conchas de lapas y de burgados, restos inequívocos del aprovechamiento de los productos del mar por parte de los bimbapes antiguos. Conocemos bien la zona por haberla recorrido muchas veces, los tres topónimos los recogimos de la tradición oral y no hemos oído para su denominación otra realización que Jibrones, bien marcada la consonante velar sorda (Trapero et alii 1997: 155).

En Tenerife el GAC (131 G3) cartografía una Fuente de los Hibrones al norte del pueblo de Granadilla de Abona, municipio de Granadilla de Abona, cuya h- inicial no podría sino señalar la aspiración con que se pronuncia la voz.

Y en La Gomera Perera López (2005: 11.28) recogió el nombre de Los Jibrones para un lugar situado al sur de la ermita de Santa Clara, en la Cumbre de Chijeré, en la parte más al noroeste de la isla, municipio de Vallehermoso.

Llamamos la atención sobre la aparición del término siempre en plural y siempre precedido del artículo lo que nos lleva a la evidencia de que tiene que ser (o tuvo que ser) una voz apelativa en las hablas populares de al menos esas tres islas. Y en efecto, el término jibrón está registrado en el DDECan como común en varias islas, con el significado de 'madero de la armadura del tejado', y por extensión en El Hierro y Tenerife como 'cualquier clase de madero', y añade este diccionario que la aspiración de la j ha hecho que algunas veces se escribiera esta palabra como hibrón. El término jibrón no aparece en el DLE con ninguna de las grafías que podrían dar lugar a la voz, por lo que hemos de considerarlo como un típico canarismo.

Como apelativo aparece en documentos muy tempranos de los Acuerdos del Cabildo de Tenerife, y de ello ofrece muchos ejemplos el DHECan, aunque con una variabilidad en la escritura tal, xebrones, xiburones, jubrones, gribones, xigrones y jibrones, que no hace sino manifestar la extrañeza de la voz para aquellos primeros escribanos o notarios llegados a Canarias. Hoy se ha impuesto la forma jibrón y jibrones pero incluso un colector de voces canarias antiguas como Reyes Martín dice a principios del siglo XX que debe decirse jubrón y no jibrón. Y como topónimo aparece también muy tempranamente, si bien solo en la cartografía de la isla de El Hierro: en la parte exterior del mapa de Torriani como Los Xibrones (1978: 211), a finales del siglo XVI, y posteriormente en los mapas de Briçuela y Casola (2000: 68) y de P.A. del Castillo (1686: s.p.), en ambos como Los Librones.

Ante esta variabilidad de la escritura, que -repetimos- no puede ser sino muestra de incertidumbre en la identificación del término, cabe preguntarse por el origen de la voz. ¿Prehispánica o hispánica o románica? Bethencourt Alfonso no incluye esta voz ni en la parte de los apelativos ni en la de los topónimos aborígenes de su vol. I de la Historia del pueblo guanche, dedicada precisamente a las cuestiones lingüísticas, pero sí se extiende en el vol. II (1994: 400) a la manera en que los guanches construían sus casas y dice que los jubrones con que "envigaban" la cubierta eran "de haya, paloblanco, barbusano u otras maderas", es decir, de las especies propias de la laurisilva canaria. Y Wölfel (1996: 630) incluye dos formas: jibrón, desde una cita de Álvarez Rixo como 'palo para enmaderar', y jubrón, desde otra de Lorenzo, como 'palo un poco más grueso que el esteo', pero duda de su condición guanche y dice que "si no es realmente del español, de alguno de sus dialectos o del gallego-portugués, ha sido notablemente españolizado", y que no ha podido encontrar ningún paralelo bereber que garantice su procedencia de la lengua aborigen. Y en contra del origen prehispánico de la voz se manifestó Alvar en su pionero libro El español hablado en Tenerife (1959: 191) poniéndolo en relación con el catalán xibrons que son las barras de las armaduras de los molinos de viento. Y a partir de esta cita de Alvar toda la lexicografía canaria posterior hace ver la dependencia de la voz canaria del catalán.

Son muchos los indicios que hablan a favor de un origen hispánico o románico del término canario: su condición de apelativo, la proximidad con la voz catalana tanto desde el punto de vista fonético como desde las respectivas designaciones, incluso la variación en las escrituras podría justificarse por ser una voz ajena al castellano. Pero tantos o más indicios podrían señalarse desde la hipótesis de un origen prehispánico: esa incertidumbre de la escritura manifestada de continuo en los nombres aborígenes, la proximidad fonética con otras voces de igual origen y sobre todo el valor probatorio de la toponimia. Naturalmente para que un topónimo se formule como Los Jibrones es necesario que esa voz haya sido apelativo en las hablas de los habitantes de los lugares en que están, pero esos lugares no podrían llamarse así si no fuera porque allí existen los objetos designados por el término apelativo, es decir, las vigas o maderos utilizados para las cubiertas de las casas. Y si esto fuera así, sería un caso de metonimia toponímica: esos lugares reciben el nombre de los maderos o troncos que se obtienen de los árboles allí existentes para la función de los jibrones. Pero resulta que en esos lugares de El Hierro, de Tenerife y de La Gomera llamados Los Jibrones no existe la vegetación necesaria para obtener esos maderos de las armaduras de los tejados, que requieren de árboles grandes y robustos. Desde luego en ninguno de esos tres lugares hay especies de laurisilva, que es el tipo de árbol del que según Bethencourt Alfonso obtenían los aborígenes los jubrones. Ni de laurisilva ni de árboles cuya envergadura dé para tales menesteres; la vegetación de esos lugares es más bien baja, de matorral y de arbustos, y en ningún caso los aislados árboles que pueda haber en ellos dan para caracterizar a las respectivas zonas con el genérico Los Jibrones.

Ante el hecho cierto de la existencia del apelativo jibrón en las hablas populares de algunas islas, pero al mismo tiempo de la existencia de topónimos con el nombre de Jibrones que no responden a la motivación que debería esperarse de la significación del apelativo, queda instalada la duda en el origen de los topónimos. ¿Un caso de homonimia entre el catalán xibrons y los topónimos guanches Jibrones? Es posible pero no nos parece probable.

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ISLA   EL HIERRO


MUNICIPIO    El Pinar de El Hierro, Granadilla de Abona, Vallehermoso


TOPÓNIMO VIVO, SIGNIFICADO DESCONOCIDO

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