Jinámar
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1984
Topónimo muy conocido en Gran Canaria por el hecho de haberse desarrollado en su lugar un importante "polígono" poblacional a partir de los años 60 del siglo XX. Pero el topónimo es viejo, designando originariamente un amplio y fértil valle muy poblado de palmeras y de acebuches que hace límite entre los municipios de Las Palmas y Telde. Subsidiariamente, también han recibido el nombre de Jinámar el poblado antiguo, una punta de la costa y una sima volcánica (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 188), pero no el barranco que corre por el valle, que en la actualidad se llama Barranco de las Goteras.
El término aparece citado por vez primera en la Historia de Abreu Galindo, y justo por la última referencia citada: la de una sima o tubo volcánico de unos 170 m de profundidad que tiene su boca en lo alto de la montaña del lugar, pues allí sitúa el franciscano uno de los episodios más sobresalientes (y enigmáticos) de la etapa inmediatamente anterior a la conquista castellana de Gran Canaria, en época guanche, cual fue la primera evangelización de la isla por parte de unos frailes mallorquines en el denominado Obispado de Telde (Rumeu 1986). Ocurrió que tras una pacífica convivencia entre frailes y aborígenes, debieron tomar los primeros "alguna licencia demasiada, odiosa y aborrecible a los canarios" y estos acordaron matarlos a todos. "Y a los frailes -sigue Abreu-, por el respecto que les tenían, los echaron en una sima que está en el término de Ginámar, media legua de la mar, camino de Telde... En esta sima los echaron, sin que se tuviese noticia cierta dónde habían de ir a parar, por su profunda hondura, más que de ahí a ciertos días hallaron en la costa de la mar, en aquel paraje, rastro de sus vestidos; de donde se colige que aquella sima va a dar a la mar, y que algún golpe de agua pasa por esta sima, que va a dar a la mar" (1977: 42). En otro pasaje de su Historia vuelve Abreu a relatar este fin de los frailes mallorquines y de la sima de Jinámar, añadiendo aquí que "en la boca de esta sima se crían muchas palomas y muchas sabandijas" (ibíd.: 162)1.
Como Valle de Ginámar aparece en la relación de poblados de Gran Canaria elaborada por el geógrafo Antonio Riviere (1997: 139) en 1740, entonces con 18 vecinos y como perteneciente a la demarcación de Telde. Lo mismo se repite en el capítulo que Viera y Clavijo dedica a las poblaciones de Gran Canaria, pero aquí escrito ya con la j que hace inconfundible el sonido velar sordo del topónimo: Valle de Jinámar (1982: II, 393). Con motivo de tres aspectos distintos de su geografía y de sus elementos naturales nombra Viera a Jinámar en su Diccionario de historia natural, demostrando una vez más el conocimiento asombroso que el ilustrado arcipreste canario tenía de la geografía y de la naturaleza de las Islas. Aquí en las entradas espato, mármol y pozo. En la primera para asegurar que en Jinámar "hay grandes vetas de espato [especie de piedra calcárea fina] en masas como de mármol de color blanquecino, con listas pajizas, verdes y negras, capaz de admitir algún pulimento"; en la segunda para decir que aunque el mármol no es abundante en nuestras islas, hay, sin embargos, algunas vetas, "como la del mármol blanco que hay en el pago de Jinámar, de donde en lo antiguo se fabricaron las esquinas de una casa de la Plaza de Santa Ana, y se labraron las pilas para el agua bendita de la catedral"; y en la tercera para explicar los sistemas de perforación de los pozos, como el que hay en la parte final del Valle de Jinámar (2014: I, 552, y II, 167 y 409, respectivamente).
Jinámar es la forma como que escribe el topónimo en la actualidad en justa representación a como se pronuncia: [xiná:mar]. Por craso error ortográfico debe tenerse, pues, la escritura Jinamar, sin acento, con que aparece escrito en rótulos de carreteras y en algunos mapas. Mucha mayor variación ha tenido la escritura de este término en la documentación histórica, pudiendo ponerse como ejemplo de la incertidumbre gráfica con que han sido escritos en español los nombres de origen guanche. Ya hemos visto como Abreu lo escribe unas veces con G y otras con J, cosa que en nada altera su realización oral, y aun puede pensarse que esa variación no sea obra de Abreu sino de su editor moderno, Alejandro Cioranescu, pues Wölfel, que lo toma del manuscrito, lo escribe como Xinamar, con la grafía inicial que en la antigüedad representaba igualmente la consonante velar sorda, pero sin acento.
Tomando justamente como casi exhaustiva la recopilación de fuentes históricas que hizo Wölfel (1996: 847-848), el topónimo Jinámar de Gran Canaria lo hallamos escrito de las múltiples siguientes maneras:
Ganámar: Viera, Rixo, Chil.
Ginamar: Glas, Castillo, Sosa, Quesada, Berthelot, Chil, Millares, Olive, Madoz.
Ginámar: Abreu, Riviere, Olive.
Himar: Berthelot, Chil, Millares.
Hinamar: Berthelot, Chil, Millares.
Jinamar: Marín y Cubas, Madoz.
Jinámar: Abreu, Marín y Cubas, Viera, Benítez, Chil.
Xinamar: Abreu, Berthelot, Chil, Millares, Archivo Museo Canario y Bethencourt Alfonso.
Y hay otra grafía mucha más errada, la de Madoz: valle de El Guiamar (1986: 121). Además, el poeta Viana (1991: canto XI, v. 218) cita a un tal Pedro Xinama entre los grancanarios que participaron en la conquista de Tenerife al mando de Maninidra, interpretando Wölfel que el antropónimo se toma del topónimo. Así lo creemos también nosotros, pero advirtiendo que ese personaje debió ser, como en tantos otros casos, y como ha demostrado la principal estudiosa del poeta lagunero María Rosa Alonso (1952: apéndice al cap. IV, 652-686), una pura invención de Viana, pues nunca se ha registrado, ni en archivos ni en la oralidad, el nombre Xinama o Jinama como antropónimo, ni como nombre ni como apellido, en contra de lo que dice Navarro Artiles en su Teberite.
La proximidad fonética del topónimo grancanario Jinámar con el herreño Jinama y con el majorero Jinijinámar de Fuerteventura ha sido advertida por varios autores. A este respecto dice Álvarez Delgado (1945-46: 291) que la forma herreña es primaria respecto a las otras dos, que añadieron su -r final por una influencia hispánica (lo mismo que Güímar), pero, a su vez, que la forma herreña perdió la -d final que tenía en lengua guanche, debiendo escribirse Ginámad, con el significado 'junto a lo alto'. Sin embargo, Wölfel (1996: 848) piensa al revés, como nosotros: que la forma originaria guanche debía llevar la -r final, que se perdería en el habla española. Pero no encuentra Wölfel paralelos bereberes ni puede ofrecer datos sobre su significación.
Por nuestra parte podemos decir que no hallamos en ninguna de las tres formas toponímicas señaladas ningún elemento prefijal característico del bereber y del guanche. Podríamos conformarnos para explicar esta ausencia con el tópico argumento del error en la audición o alteración de la forma originaria por el contacto entre lenguas (en este caso, entre el guanche y el castellano): p/b, t/?, t/f, etc. La variación fonética en los topónimos guanches puede que sea bastante sistemática en la mayor parte de los casos, pero en otros casos es esporádica. Así, en el ejemplo que nos concierne podría tratarse de un prefijo ti + n + la raíz NMR, vocalizada námar, que remontaría a una forma primaria *ti-n-námar, en lugar de ji-n-ámar. Fuera de estos ejemplos, no disponemos de otros topónimos canarios en que pueda corroborarse la variación fonética t/x en el sistema de prefijación guanche. El caso del topónimo majorero podría explicarse como un caso de tautología: gin(i)-gin-námar.
En el terreno de las referencias, en el bereber la raíz NMR aparece en numerosos nombres geográficos con el valor de 'lugar soleado', aplicados generalmente a las vertientes montañosas más expuestas al sol, es decir, a las solanas. Esa característica la tienen, en efecto, los tres topónimos canarios, aunque no pueda decirse que sea esa referencia la causante de su significado, pues lugares expuestos al sol o muy soleados son los más en todas las Islas. Fuera de ello no encontramos entre los tres topónimos insulares una característica geográfica uniforme que pudiera darnos la clave de su interpretación semántica: el Jinama de El Hierro es un formidable risco que cae casi en vertical sobre el valle de El Golfo, pero también la llanura limítrofe que existe en la parte alta de ese risco; el Jinámar de Gran Canaria es un valle y una pequeña elevación sin características especiales; y el Jinijinámar de Fuerteventura es un valle y un morro costero.
Desde el lado del bereber, el término comparable es asammer, por prefijación de la preposición -s- 'con', que es la voz que se usa en la toponimia para la designación de los lugares expuestos al sol, en oposición a la vertiente que se expone a la umbría llamada amalu (pl. imula). La voz asammer (pl. isummar) es la forma nominal del masculino singular y remite a los 'rayos del sol'; procede de emmar el 'calor que radia del sol o del fuego'. Entre sus derivados toponímicos podemos citar: Anamara, pueblo de Demsira, con el prefijo an-; Asammern ayt Zeggut en Ghegaya, con el prefijo prepositivo -s- 'con'; y Duanammer, un pueblo y un barranco en Guedmiwa, con la preposición du 'debajo de'.
Desde el lado de la toponimia canaria pueden citarse otras voces que pueden ponerse en relación con los tres topónimos que consideramos aquí. Estas son las actuales Binama, Birama y Binámar de Fuerteventura, y las registradas por Bethencourt Alfonso, que nosotros damos ahora por inexistentes o desaparecidas: Inama en La Gomera (degollada en Valle Gran Rey), Inama en El Hierro (localidad, procedente de Berthelot) y Chinama en Tenerife (localidad, procedente de Viera). Prueba de la inexistencia de la primera de ellas en La Gomera es que ni siquiera la cita Fernández Pérez en su relación de palabras guanches de aquella isla (1995: 76). Y respecto al último topónimo citado por Viera debe de ser el mismo que Bethencourt Alfonso registra sobre documentación antigua en las Datas como Chiñama o Chiñamar 'caserío en Granadilla': "Yo D. Alonso... do á vos Francisco de Hara, gomero... cuatro cahices que son en Chiñamar, encima de Aramuygo" (Datas, Lib 3°, 1507). Aquí -dice Bethencourt Alfonso- conocimos hace medio siglo una "Piedra de los valientes".
Por craso error deben tomarse los registros que Wölfel hace de los topónimos giniginama o gini-ginama,hinihinama y hinihinamar, sobre informaciones procedentes de Berthelot, Chil, Millares y AMC, atribuidos todos ellos a Lanzarote, y que claramente pertenecen a Fuerteventura.
Consideración aparte merece la forma Tinamar que modernamente se reivindica como el nombre antiguo de la localidad de San Mateo, en Gran Canaria. Sería un paralelo cierto de haber sido Tinamar topónimo también cierto, pero no lo hallamos en ningún registro antiguo ni en la oralidad actual, por lo que desconocemos cuáles puedan ser las fuentes en que basan tal aserto. Wölfel (1996: 1032) da cuenta de un Tinamar, procedente de Chil, Millares y AMC, pero perteneciente a Lanzarote y como posible variante de Tinamala
Finalmente, como simple curiosidad, traemos aquí el tratamiento que Diego de Guadix, el fraile franciscano que estuvo en Gran Canaria a finales del siglo XVI y que escribió un diccionario árabe-español con el título de Recopilación de algunas palabras arábigas (2005). En él cita el Padre Guadix el topónimo Ginámar, sin saber a qué isla pertenece, con la descripción de ser un "pago y donadío de una de las islas de Canaria", y dice consta de los componentes arábigos chinin + amar, que juntos significan 'la huerta de Amar', y que debe de estar motivado por el nombre de un bárbaro y gentil llamado Amar; "y, corrompido, dizen Ginámar" (2005: 653). Ya se ve que la etimología era entonces tarea de muchos y ciencia de ninguno.
1 Desgraciadamente, la sima de Jinámar se hizo de nuevo célebre en la Guerra Civil española de 1936 al haber servido, como en el caso de los frailes mallorquines, para la liquidación de determinadas personas del bando republicano (sindicalistas y afiliados a las organizaciones populares) por parte del bando "nacionalista".
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