Julan
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/2070
El Julan es la denominación que se da a una amplísima zona de la vertiente sur de la isla de El Hierro, municipio de El Pinar de El Hierro, que limita por la parte este con la zona de los Lajiares y por la parte oeste con La Dehesa. Su orografía es muy compleja, pero la morfología predominante es la gran ladera en que se constituyen sus suelos, hasta el punto de que también suele denominarse Laderas del Julan. En tan amplio espacio hay infinidad de topónimos menores que llevan también su nombre: roques, barrancos, juaclos, montañas, fuentes, etc. Pero también el nombre de Julan aparece fuera de ese contexto, en otros lugares de la isla, como un Roque el Julan en el risco de Bascos, municipio de Frontera y un Morro Julián, municipio de Valverde, deformado por la etimología popular pero que según nuestro informante se llamaba así porque en él había júlanes.
Julan debe decirse y escribirse, pues así es como únicamente lo pronuncian los herreños desde siempre, y en su pronunciación es donde está la única verdad del nombre. Así lo escribieron García del Castillo (2003: 159), Chil, Millares, Bethencourt Alfonso (1991: 377, poniendo tilde innecesaria en júlan, pero que remarca la acentuación correcta) y Álvarez Delgado; pero falsean su nombre incomprensiblemente con un Julán inexistente: Armas Ayala, la cartografía del Ejército, el catastro municipal y casi todos los mapas turísticos que circulan hoy en la isla (hechos por gentes foráneas que nunca han oído pronunciar ese nombre). Incluso ha empezado a imprimirse en estos mapas turísticos un nombre más falso aún, el de Julián, atraído por el antropónimo español. Pero más grave es que en los letreros informativos de la propia isla, hechos en la propia isla, aparezca alguno con Julán, sin duda realizado por quien no pone esmero en escribir los nombres como son, aunque para compensar estas fechorías encontremos otros que reafirman, innecesariamente, la verdadera acentuación del nombre: Júlan.
El nombre de El Julan es muy conocido fuera de la isla porque dentro de su demarcación existen unas importantísimas inscripciones rupestres, de indudable origen guanche, cuya descripción y estudio han atraído a multitud de científicos canarios, españoles y europeos, además de a todo tipo de gentes curiosas e interesadas en la cultura de los aborígenes canarios, y cuya imposible interpretación hasta la fecha han hecho más famoso aún el lugar. Además de ello en ese mismo territorio hay también otros yacimientos arqueológicos que testimonian la importancia que aquel lugar tuvo para los aborígenes de la isla de El Hierro (goronas, concheros, cuevas, una de ellas con un cadáver, etc.), y entre ellos una especie de torreta o majano, de significado desconocido, y en su base una especie de círculo de piedras que se ha identificado como un tagoror. En la toponimia local ese lugar tiene el simple nombre de Los Números o Los Letreros del Julan, sin que ningún herreño nativo lo haya nombrado nunca como Tagoror u otra forma que los arqueólogos han divulgado en sus publicaciones1.
Bethencourt Alfonso es de los que creía en la función de "pireos" que tuvieron las torretas de piedra seca que hoy todavía se encuentran por el Julan, como testimonios arqueológicos de los sacrificios cruentos de animales que los bimbapes ofrecían a sus divinidades. En El Julan -dice (1991: 241)- "se cuentan por docenas" y son conocidos localmente por el nombre de altares, altaritos, hornitos o goros de las víctimas. Esto debió ser en su época, porque en la actualidad a nadie de nuestros muchos informantes herreños hemos oído citar ni uno solo de esos nombres. Y Bethencourt continúa:
Son de piedra seca, de forma de cono truncado, por lo general de una vara de alto por otra de diámetro, casi siempre rematados por un conito de piedras. Quitadas estas se descubren cenizas, carbones y huesos calcinados de cabritos o corderos. En la isla se mantiene viva la tradición de que estaban destinados al sacrificio de animales.
El lugar es sin duda de esos que se llaman "telúricos", en los que la tierra habla. Está en el extremo de un morro (o lomo o cerro), un lugar desde el que se divisa el amplísimo territorio del Julan, con el mar de las Calmas como límite sin límite, en donde nunca hay hay viento y se siente un silencio absoluto; a unos 350 m.s.n.m. y debajo de la cota inferior de la zona de pinar, donde la única vegetación existente es de tipo arbustivo y esporádica. El topónimo más genérico del lugar es Garañones, dentro del "Lote de Juan Baltasar"; los accidentes menores que lo delimitan de este a oeste son: el Barranco de Garañones, la Montaña Garañones del Medio, un barranquito llamado del Lindero, las dos coladas con los "letreros" mencionados y el Barranco las Canales. El nombre de tagoror no es tradicional; se cuenta que se lo puso José Padrón Machín, el famoso cronista de la isla, y desde él toda la arqueología posterior. Dicen los pastores que el montón de piedras al final del recinto es moderno, y de ninguna manera es 'altar' de sacrificio ni menos asiento del jefe de los bimbapes herreños; y que antiguamente solo había un "majano" en el pasillo de la izquierda, y que ese amontonamiento de piedras servía para denominar el Majano de Garañones. Por tanto, toda la terminología que se usa en la literatura arqueológica es libresca. Lo único que es popular es la denominación de Los Números o Los Letreros para las inscripciones líticas, que es el topónimo que consignó René Verneau en el Diario de su visita al lugar a finales del siglo XIX (1981: 276).
¿Y qué hay detrás de ese nombre de Julan? La mayoría de la gente, incluso de la propia isla de El Hierro, no lo sabe; solo los pastores viejos y algunas otras personas herreñas conocen que el nombre julan designa una planta, que, si antes debió ser abundante por la zona a que dio nombre, ahora ha desaparecido de allí y se la encuentra, solo muy esporádicamente, en lugares de la vertiente del este de la isla, desde la parte alta del poblado de Las Casas hasta la costa entre Timijiraque y Las Playas. Pero incluso entre estas pocas personas no hay uniformidad en la denominación de la planta. Algunos de nuestros informantes la pronuncian julan (plural júlanes), mientras que otros la llaman julian (plural júlianes), y la describen como "una mata parecida al jinojo", una especie de cañaheja. Solo últimamente hemos podido verla con nuestros propios ojos y fotografiarla, y en efecto es una planta muy parecida al hinojo, aunque con una floración amarilla muy vistosa.
Kunkel (1986) identifica esta especie herreña como Ferula linkii y la describe como "planta umbelífera, de tallo recto, cilíndrico, hueco y ramoso, hojas verdes oscuras, lustrosas, con peciolos ensanchados formando vainas enrolladas, y flores amarillas en umbelas vistosas", pero la denomina y escribe erróneamente como julán, con acento. El DDECan, que toma la fuente de Kunkel, sigue escribiendo el nombre mal, con una acentuación aguda que ningún hablante de El Hierro pronuncia, y emparenta a la planta con la cañaheja. Lo que sí deja claro es que la voz es exclusiva de El Hierro, aunque no diga nada de su condición de guanchismo, que lo es, sin duda. Por otra parte, ese emparejamiento del julan con la cañaheja ha dado lugar a identificar el nombre de Ombrion, una de las Islas Afortunadas del primitivo relato de Plinio, con la isla de El Hierro, pues se dice en él que en esa isla "hay unos árboles parecidos a la cañaheja de los que se obtiene agua exprimiéndolos, de los negros amarga y de los más blancos agradable de beber". El texto es muy confuso, y por ello se ha dicho también que hace referencia al árbol garoé.
Wölfel (1996: 1073) recoge esta voz con dos grafías de igual pronunciación, julan y júlan, y dice que "aunque este nombre suena mucho a español, no hemos podido encontrarle ninguna conexión en esta lengua". Últimamente, Perera (2005: 19.122) pone en relación el julan de El Hierro con el tajornoyo de Lanzarote y con la chajuira / tajuria de La Gomera (todos ellos nombres de distintas especies de férulas), de manera que unos hipotéticos radicales HRY parecen estar en la base de las tres denominaciones guanches, donde es posible pensar en una alternancia entre l/r (normal en el español de Canarias) y en una metátesis de los radicales YN > NY. Y aporta este autor una serie de términos bereberes vinculados todos ellos con especies de férulas. Todo ello parece verosímil.
Lo que raya en el disparate son las traducciones que algunos autores diletantes, sin crítica ni fundamento, y sin base alguna, han dado de la etimología de algunas palabras guanches que han pervivido como apelativos en el español de Canarias, como hace Juan Francisco Delgado, autor del libro Canarias, islas y pueblos, que el Gobierno de Canarias editó con motivo del Día de Canarias de 2007 con una tirada de muchos miles de ejemplares, y donde se dice literalmente que julan significa 'lo abundante' (pág. 12), lo que no tiene ni pies ni cabeza, pues ni ese es el significado de la palabra julan ni en El Julan hay nada abundante, a no ser soledad y silencio.
1 Hay que llamar la atención sobre la disparidad que existe muy generalmente entre la terminología que usa la "ciencia arqueológica" y las denominaciones que por tradición oral usan las gentes de los lugares en que existen yacimientos arqueológicos. Un caso muy llamativo y verdaderamente ejemplar de esa disparidad es la terminología que usa el profesor Mauro Hernández (2002) en su libro precisamente sobre El Julan. Llama taros a lo que en El Hierro son y se llaman goronas (y hasta utiliza impropiamente el nombre de taro, que es una construcción diferente); utiliza el término tagóror (sic) que es voz totalmente desconocida en El Hierro, sin dar la denominción que para esa realidad se usa en la isla, aunque reconoce en nota que también se usa tagoror y tagoro; se usará en otras islas -decimos nosotros-, pero no en El Hierro; llama torre del tagóror a lo que los pastores no dicen sino majano; distingue dos "estaciones" de grabados rupestres con los nombres respectivos de Letreros y de Números como si de dos tipos de inscripciones se tratara, cuando no son sino unos mismos grabados, separados, eso sí, por un centenar de metros; en el ámbito insular esas inscripciones se conocieron siempre por el nombre de Los Números o Los Números de lo de Juan Baltasar (por referencia al propietario de esas tierras); si modernamente se ha generalizado el nombre de Los Letreros del Julan ha sido por influencia de la literatura sobre otros yacimientos canarios, como "Los Letreros de Balos", por lo que hoy a los del Julan se les denomina, indistintamente, Los Números o Los Letreros, pero nunca con diferencias entre ambas denominaciones. Etcétera. No pretendemos que una ciencia como la arqueología, que quiere ser universal, o al menos uniforme en sus denominaciones dentro del ámbito geográfico en que se desarrolla, adopte para sus definiciones y tratados estrictamente el léxico local, pero sí debe exigírsele -creemos- que al lado de sus denominaciones técnicas universales se ponga el nombre que esas realidades arqueológicas tienen en las hablas locales (si las tienen).
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