Nombre de un pago de La Gomera, situado al oeste del caserío de Morales, en la Lomada de Seima, municipio de San Sebastián de La Gomera, dentro del cual se pueden distinguir varios topónimos menores todos ellos con el complemento específico de Lautaro (Perera López 2005: 12.18).

Como en otros topónimos guanches que empiezan por La- o Le-, tanto gomeros como canarios en general, las variantes orales manifiestan una alternancia entre lo que podría considerarse un único elemento léxico representado por el modelo Lautaro, que es la realización mayoritaria (junto a Autaro o Laltaro o Lantaro), o un elemento léxico precedido del artículo español, tipo El Autaro (junto a El Altaro o El Lantaro). Y es muy posible que las formas primeras lleven ya el artículo integrado en su lexema después de un proceso como el siguiente: Autaro > El Autaro > Lautaro > El Lautaro (similar a lo ocurrido en formaciones como El Lunchón o El Letime)

La única referencia documental que encontramos de este topónimo es la de Fernández Pérez (1995: 287) que lo cita como Lautajo, sin ninguna otra información ni sobre el tipo de accidente ni sobre su localización. Y esta es la forma que pasa a Wölfel (1996: 865 y 1022), quien se limita a compararlo con el topónimo Taçautejo / Satautejo de Gran Canaria. Obviamente de una identificación tan errónea del topónimo en cuestión no se puede esperar una interpretación que sea mínimamente verosímil.

Por el contrario, creemos con Perera López que la comparación del topónimo gomero debe hacerse con la voz pancanaria taro, relativa a una construcción de piedra de planta circular, con distintas utilidades pastoriles y domésticas, y que ha quedado en multitud de topónimos en todo el Archipiélago, especialmente en las islas más orientales.