Maso / Mazo
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/2344
En tres islas vive este término convertido en topónimo, en La Palma, Lanzarote y Fuerteventura, y en las tres su referencia principal es (o fue) el ser una población. La escritura actual está generalizada como Mazo, pero su verdadera pronunciación es la de [má:so], por lo que debe escribirse en la forma en que se pronuncia, conforme a la argumentación que hicimos al comienzo de este diccionario, además de que así figura en varias de las fuentes primeras en que se documenta. De los tres, el más conocido, sin duda, es el de La Palma por ser una importante población con el título de Villa y cabecera de un municipio de la isla.
El Maso de La Palma formaba parte del quinto señorío de la isla, que comprendía desde Tigalate y Maso (así en el original) hasta Tedote, "donde al presente llaman la Breña... porque tedote en lengua palmera quiere decir monte", así dice Abreu (1977: 267). El Tedote histórico ha desaparecido, pero Maso pervive como nombre de una importante población, con el honroso título de Villa de Maso, además de dar nombre a uno de los municipios de la isla. Otra cita antigua del topónimo pretende dar la explicación de su nombre, la del clérigo de las Azores Gaspar Frutuoso: dice que Maço (así en el original portugués) se llama así "por una punta que avanza en el mar... por ser de gruesas rocas, bastante ancha y larga, en su extremo redonda y en la parte de tierra delgada, de manera que tiene la forma de una maza de machacar lino" (1964: 120-121). Ya se ve que las interpretaciones que el portugués de Azores da a los topónimos canarios de origen guanche (y aun a otros castellanos) se basan todas en meras etimologías populares, en este caso en lo que la palabra mazo o maza significan en español y en portugués.1
Como Mazo aparece este topónimo de La Palma en el interior del mapa de Torriani (1978: 223), a finales del XVI, lo mismo que en el de Briçuela y Casola (2000: 68), del primer tercio del XVII, y en el de Riviere (1997: 216), de la mitad del XVIII; sin embargo, este último autor lo escribe con s en otro lugar de su obra, al decir que la isla "es abundante en aguas menos por la parte de Maso, que mira al sur de ella" (1997: 210). Un ejemplo de los dos tipos de grafías de este topónimo está en la Canaria ilustrada de Quesada y Chaves, de la segunda mitad del siglo XVIII: el nombre de la población en el texto del libro lo escribe con z (2007: 158), pero en el mapa que dibuja de la isla pone tres topónimos con s: el del pueblo, el de una punta y el de una playa (ibíd.: 151).
En este tiempo no había nacido el término de Fuencaliente, ni como nombre ni como municipio; por eso el relato que el Obispo Dávila hace de su vista a La Palma hacia 1741 dice que Mazo (sic) tenía 350 vecinos y que "en ella hay una fuente admirable para baños, que havía años se havía perdido, y en tiempos de mi Visita se descubrió" (cit. Riviere 1997: 214). Naturalmente se refiere a la fuente de aguas termales y salutíferas que tiempo atrás había sido anegada y que por estos años se volvió a descubrir. De ese nuevo "bautizo" del lugar da cuenta Viera y Clavijo diciendo que en Mazo "estaba la Fuente Santa o Foncaliente, nombre del cabo meridional de la isla" (1982: II, 404), y en otro lugar que a esas "aguas saludables corrían de diferentes partes de Europa muchos enfermos" (ibíd.: II, 112).
El Maso de Lanzarote fue población que existió en el puro centro de lo que en la actualidad es el Parque Nacional de Timanfaya y que fue totalmente destruida por las grandes erupciones de entre 1730 y 1736. Lo que hoy queda como recuerdo de aquel poblado son topónimos muy secundarios, pues incluso la montaña que como producto de aquellas erupciones se levantó en el lugar se conoce ya como Montaña Negra o Caldera Roja y solo los muy prácticos en la toponimia local siguen reconociendo para ella, en tercer lugar, el nombre de Montaña de Maso (Trapero y Santana 2011: 243). Y es pertinente aquí la preposición: no es *Montaña Maso sino la montaña que se levantó en el lugar en que estaba el poblado de Maso. Además, queda un minúsculo accidente conocido como Mojón de Maso, que no es propiamente un "mojón", sino un islote de los de tierra adentro (ibíd.: 242).
Además, en la documentación anterior a la erupción del Timanfaya, aparece con reiteración la referencia a una mareta de Maço que como todas las que existían en la isla tenían una importancia singular, por cuanto de ellas dependía la subsistencia de hombres y de animales, ante la carencia o la irregularidad de lluvias en la isla. Y así, en el "inventario de los bienes del pueblo de Lanzarote" de 1719, aparece "otra mareta, que dicen la mareta de Maço, con las acojidas y barrancos a la dicha mareta, pertenesientes según es y a çido uso y costumbre" (Quintana y Perera 2003: 125). Y además de la mareta, otro territorio perteneciente a Maso hacía que con reiteración apareciera su nombre en la documentación de la isla, la existencia de una dehesa de uso comunal para el pastoreo, descrita también en el "inventario de bienes" antedicho de la manera siguiente: "Yten la dehesa de Maço, que antiguamente a poseydo el pueblo para las bacas y en la parte del Chupadero, según uso y costumbre usado y guardado" (ibíd.: 127).
Las tres denominaciones que hoy tiene la montaña de Lanzarote representan muy bien la evolución lingüística que suele operar en la toponimia a lo largo del tiempo. La denominación que tuvo en primer lugar de Maso se fue olvidando poco a poco, al haberse perdido la referencia que le daba el nombre, la localidad de Maso; hoy queda como tercera variante en la memoria de unos pocos hablantes de la isla, pero no tardará en perderse del todo. La sustitución toponímica de Montaña Negra le viene por la característica cromática más sobresaliente de las cenizas que la cubren, pero también por contraste con otra montaña cercana llamada Caldera Blanca. Y la tercera variante de Caldera Roja lo toma por un fenómeno metonímico, al ser su caldera elemento principal de la montaña entera y al predominar en ella el color rojizo de lavas y cenizas volcánicas.
Está suficientemente acreditado el lugar del Maso lanzaroteño anterior a las erupciones del Timanfaya, por ejemplo en una escribanía de 1618 en que se da cuenta "de un término que la dicha mi madre tenía y poseía en el término de Maso" (Bello Jiménez y Sánchez González 2003: doc. 152). No aparece, sin embargo, en el mapa que Torriani dibujó de la isla de Lanzarote a fines del siglo XVI, ni en los posteriores del XVII de Briçuela/Casola y de P.A. del Castillo, quizás por ser aldea muy pequeña. En el mapa que dibujó Antonio Riviere (1997: 198-199) de la isla en 1741, una década después de que se iniciaran las erupciones del Timanfaya, señaló bien el lugar que ocupaba la localidad y la manuscribió como Maso, añadiendo que pertenecía a la jurisdicción de Yaisa, junto a Chupadero, Femés, Casitas y Vegas, sumando entre todos 210 vecinos. Igual noticia da Viera y Clavijo (1982: I, 794), pues ambos la toman de las Constitucionales que el Obispo Dávila hizo de su visita a la isla en marzo de 1733, en pleno proceso eruptivo, con la salvedad de que en el original del Obispo Dávila se escribe Maso y Viera lo transforma en Mazo2. Finalmente, en el Diccionario de Madoz (1986: 146-147) se da cuenta de los dos Mazo -así escrito- de La Palma y de Lanzarote. Del de Lanzarote se dice que su territorio se compone de la lava volcánica que en 1730 sumergió el pueblo y vega de Santa Catalina. "En aquella época -sigue diciendo Madoz- existía también la población de Mazo y su pingüe vega, que con 6 pueblos más quedaron sepultados por dicha inundación". Y en la entrada Yaiza dice que en su territorio "se halla sumerjido el antiguo pueblo de Mazo" (1986: 228). En el Mazo palmero se extiende Madoz mucho más en datos geográficos y sociohistóricos con un añadido lingüístico novedoso: el de que es "llamado Majo por algunos", además de acreditar que su terreno es desigual y que aunque escabroso es de buena calidad, que es ayuntamiento y que tiene unas 1200 casas repartidas entre los pagos de su demarcación que, por entonces, llegaba hasta Fuencaliente.
El topónimo Maso de Fuerteventura es mucho menos conocido. De los tres principales corpus de que disponemos para la toponimia de esta isla solo lo encontramos en la Toponimia del Cabildo descrito de la forma siguiente: "Zona habitada con cercados y tierras de cultivo en el sur de Mascona, al nordeste de Lajares", perteneciente al municipio de La Oliva. Dice además que es lo más probable que ese lugar se corresponda con lo que en la cartografía militar se llama Risquitos Negros, y que incluso aparece en el Diccionario de Olive como nombre de un caserío (2003: IV, 188). Y en efecto, en el Nomenclátor de poblaciones de Canarias de 1888 aparece este Mazo (sic) como "caserío" de La Oliva.
En la entrada que Wölfel concede a esta voz (1996: 878-879) se refieren los tres topónimos descritos sobre fuentes que lo escriben siempre con z, con la única excepción de Quesada que lo hace con s. En su interpretación dice Wölfel que detrás de esa simplicidad fónica podrían estar palabras muy diversas en el bereber, como muzzu 'ser espacioso', mas (pl. temasa) 'remover', omez 'río', y amuz (pl. mozzan) 'riego, pozo'. Por su parte, Reyes García (2003a: 81-82) estudia solo el topónimo de La Palma, cree en su escritura con z y le concede la etimología mazu con el significado de 'vertiente o falda (de montaña)'. La interpretación de nuestro colaborador Abrahan Loutf se acerca más a la de Wölfel; estima que el Maso de la toponimia canaria tiene en el habla chelja una forma bastante cercana: amsu con el sentido de 'abrevadero', derivado del radical SW 'beber', al que está aglutinado el prefijo m- con valor abundantivo de 'lugar donde hay agua para beber', generalmente reservado para el ganado.
1 Se ha discutido si Frutuoso estuvo en Canarias y por tanto si hace sus descripciones desde sus propias observaciones o si por el contrario no estuvo nunca en las Islas y se basa en relatos orales de otras personas o en historias manuscritas a él allegadas. En este punto de Maso se muestran juntos los dos tipos de fuentes que pudo tener: la oral Maso y la escrita Mazo. Dice en el original portugués: "pelo que lhe chamaram ponta de Maço e depois ficou Mazo" (2004: 252).
2 Ya advertimos en nota en la entrada Juaclo como Viera y Clavijo modificó la acentuación de algunas palabras o cambió en algo su escritura respecto a como figuraban en los textos primitivos, así acentuó garoé y Aceró, cambió el nombre tradicional de juaclo de El Hierro por un nunca pronunciado juaco, y aquí en el caso de este topónimo de Lanzarote puso una z que nunca nadie había pronunciado y en contra de las escrituras precedenetes. Así que en estos pocos (aunque no tan pequeños) asuntos Viera fue un reformador "a la castellana".ETIQUETAS
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