Mejía
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/2364
Sorprenderá de entrada que un nombre como este, nombre y apellido tan español, pueda entrar en un diccionario dedicado a una parte de la onomástica guanche. Y de nuevo hemos de acudir a esa "ley" o principio de la toponomástica general que Coseriu (1999: 18) bautizó con el nombre de "principio de verosimilitud toponímica" y que nosotros podemos reformular con el de "coherencia toponomástica", o sea, lo que se espera o se puede esperar de un nombre en su función de topónimo, es decir, el ajuste con el que ese nombre, con el significado que tiene en la lengua común, se aplica en la geografía a un accidente cualquiera del terreno. O dicho de otra forma: que los topónimos son nombres bien bautizados; y así como al pan se le llama pan y al vino,vino, a un barranco no se le puede llamar montaña y a una montaña, valle, por ejemplo. Claro que en el caso que nos ocupa no se trata de un nombre común, sino de un supuesto nombre propio de persona, de un apellido. Supuesto decimos, porque ¿qué justificación toponomástica puede hacerse para que a una zona costera de Lanzarote se le llame simplemente Mejías, a un llano de Gran Canaria simplemente La Mejía y a un barranco de Tenerife Barranco las Mejías? Pensar que detrás de estos tres topónimos está el apellido español es romper ese principio de la coherencia toponomástica, pues los antropónimos en la toponimia tienen una referencia, no única pero sí principal, relativa a la propiedad de la tierra, y conforme a esa motivación se constituye el topónimo con formas tales como La Hoya de Mejías en donde la presencia de la preposición de es poco menos que preceptiva y el término genérico del topónimo debe ser un accidente de presumible objeto de propiedad privada: unas tierras, un cercado, una cueva, etc., que después puede extenderse a accidentes adyacentes, no ya por extensión de la propiedad, sino por expansión del topónimo, hasta nombrar, por ejemplo, a una población, como es el caso en Canarias, de Juan Adalid en La Palma, Juan Grande y Jerez en Gran Canaria, Ruigómez en Tenerife o Valles de Ortega en Fuerteventura.
Además, como otras tantas veces hemos dicho, la visión que para el análisis de un término ofrece un buen número de topónimos es muy distinta, y desde luego mucho más completa y acertada, de la que puede ofrecer un único topónimo o un topónimo aislado. Y en este caso contamos con topónimos de tres islas y con el nombre tanto en singular Mejía como en plural Mejías. La escritura de este término con g o con j es indiferente para la pronunciación; en los registros de donde los tomamos predominan las formas primeras pero nosotros lo hacemos con j por representar de manera inequívoca el sonido [x] con que siempre se pronuncian.
Los topónimos son los siguientes:
La Mejía: nombre de una zona de llanuras del Sureste de Gran Canaria dedicadas históricamente a cultivos de secano; está en el trance del antiguo camino (hoy carretera) que unía Ingenio con Telde, pasado el pueblo de Aguatona, municipio de Ingenio (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 220). El cronista oficial de Ingenio Rafael Suárez Valerón en su libro dedicado a la toponimia de su municipio dedica a este topónimo nada menos que seis páginas de apretadas referencias documentales (2007: 285-291), lo que da muestra de la importancia que tuvo como zona de cultivo. Dice de él que es de los topónimos "históricos" de Ingenio, pues se documenta por vez primera en 1552 como "tierras que dicen la Mexía", que eran del deán.
El Chorro de Mejías: también en Gran Canaria, en la parte alta de Tenoya, municipio de Las Palmas de Gran Canaria (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 123). Un "chorro" en la toponimia canaria es o un naciente o un pequeño curso de agua.
Mejías y Playa Mejías: los dos topónimos están vinculados entre sí; el primero designa una zona costera del noroeste de Lanzarote en el límite del municipio de Teguise con el de TIN, y el segundo la playa que se desarrolla en la caleta que allí se forma (Trapero y Santana 2011: 241 y 259, y GAC 253 H3).
Barranco las Mejías: en Tenerife, municipio de El Sauzal; nace en lo más alto de la cara norte de la isla, en paralelo con otro importante barranco, el de Guayonje, y recorre todo la inmensa ladera del municipio de El Sauzal hasta desembocar en la accidentadísima costa que hay por debajo del pueblo de El Sauzal, en paralelo con otro barranco importante, el de las Limeras (Pérez Carballo 2011: 9 E3 - 15 C3).
No existe en el español, tanto sea en el general como en el particular de Canarias, más Mejía y sobre todo Mejías que en función de antropónimo, especialmente como apellido, por lo que de considerar que a él se deben los topónimos anteriores se estaría incumpliendo el principio de la coherencia toponomástica aducido anteriormente, tanto sea por los accidentes a los que nombra como por la forma con que se nombran. De ahí que pensemos en un étimo guanche. No podríamos decir cuál de las dos formas fuera la originaria, si Mejía o Mejías, si bien parece que es la segunda la que ha sufrido mayor adaptación al español. Tampoco sabemos lo que pudieron significar en origen, pero no son voces extrañas a la onomástica guanche; otros varios topónimos canarios tienen muy parecida morfología: Bejía, Canajía y Tenejías en Tenerife, Tejía en Lanzarote y Flejía en La Gomera.
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