Samarín
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/2713
En las tres islas orientales del Archipiélago se registran todavía topónimos con el nombre específico de Samarín, a los que hay que sumar los que en Tenerife tienen el plural Samarines. Son los siguientes:
En Gran Canaria son dos los topónimos con este nombre: unas Cuevas de Samarín, en el municipio de Santa Lucía de Tirajana, y una Mesilla de Samarín, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, y aunque pertenezcan a municipios distintos es lo más probable que su motivación sea una misma y única, pues son lugares próximos entre sí, ubicados en la cabecera del Barranco de Tirajana, y muy cerca de la hoy llamada La Fortaleza, el antiguo Ansite donde tuvo lugar el último episodio bélico de la conquista de la isla (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 296). En ese lugar y en sus proximidades la moderna arqueología ha descubierto unas muy importantes y diversas estructuras aborígenes.
En Lanzarote el lugar llamado Samarín o Samarí es un lugar costero, situado al poniente del pueblo de Las Breñas, entre El Caletón de Rijo y La Punta del Viento, municipio de Yaiza, y en ese mismo lugar hay una cueva que repite su nombre como específico: La Cueva de Samarín (Trapero y Santana 2011: 268 y 220, respectivamente). Si no dispusiéramos de la información que más abajo exponemos sobre la dignidad que los samarines representaban en las sociedades guanches, podría pensarse en una etimología diferente para este término, por ejemplo en un antropónimo posterior a la conquista de la isla. En Lanzarote el término Samarín fue apellido documentado entre los berberiscos capturados en las costas del África fronteriza a Canarias. Pero es muy extraño que un apellido así se convirtiera en topónimo en la forma en que lo ha hecho, con su solo nombre y sin apelativo genérico alguno, y más si el tal apellido fuera solo el de un esclavo africano, por la poca relevancia que podría tener en el lugar en que viviera.
En Fuerteventura son varios los topónimos que llevan el nombre de Samarín aunque todos ellos pertenecientes a un mismo lugar situado en el sureste del municipio de Tuineje. Alvar recogió dos: Cañada del Samarín y Cueva de Samarín. La Toponimia del Cabildo de la isla es más prolífica: cita una Cañada, una Cueva o Cuevas, unos Corrales y un Paso del Samarín (2004: V, 269). Y el GAC (234 B6) solo la Cañada de Samarín. Como nota curiosa, añadimos que Ramón Castañeyra dice en su Memoria sobre las costumbres de Fuerteventura (1992: 98) que Zamarin (sin tilde por aparecer todas en mayúsculas) fue el "nombre de un majo".
De entre todos los autores que han tratado de esta parte de la cultura guanche, tanto sean antiguos como modernos, ninguno como Juan Bethencourt Alfonso, que lo investigó minuciosamente sobre los restos que habían quedado en el último tercio del siglo XIX y sobre la toponimia que mencionaba los nombres vinculados a aquellas creencias y ritos. En varios lugares del primer tomo de su Historia del pueblo guanche trata de los samarines como una clase de "sacerdotes" encargados de las predicciones que interesaban a la sociedad aborigen, así como de los topónimos que manifiestan los lugares en los que estos vivían y hacían sus ejercicio, pero es en el segundo tomo donde le dedica un largo apartado, dentro del capítulo de la religión (1994: 274-277), cuyo contenido resumimos a continuación, porque de ello se explica la pervivencia de tantos topónimos en el Archipiélago con el nombre de Samarín, Samarines, Samara y quizás también Samora.
Dice Bethencourt Alfonso que "la complicada teogonía de los guanches [aquí referido específicamente a los de Tenerife], sus diversas creencias con un culto externo tan variado, exigía necesariamente un nutrido cuerpo sacerdotal y así acontecía en efecto" (ibíd.: 276). Tenían al menos tres órdenes de religiosos o sacerdotes conocidos por samarines, cancos y babilones que se educaban en una especie de seminarios o colegios, como en el lado de las mujeres ocurría con las marimaguadas. Los samarines eran también conocidos como agoreros, adivinos, hechiceros o profetas y también como guañameñes por llevar este último nombre el sacerdote de mayor autoridad. Vestían completamente de negro y llevaban un idolillo de barro colgado al cuello. Después del soberano, los samarines eran los personajes más importantes y tal vez los de mayor influencia en la sociedad guanche, por lo que el cargo recaía siempre en individuos de la familia real. Sus poderes entraban dentro de lo que hoy comprendemos bajo epígrafes como magia, supersticiones, augurios, nigromancia y demás artes de la teurgia o del ocultismo.
Añade Bethencourt en nota que el nombre de samarines se deriva de las cuevas denominadas Sámaras "donde parece que tenían algo así como seminarios" (ibíd.: 288, nota 20), y relaciona la célebre Cueva de Sámara, en las cumbres de los caseríos de Arguayo y Chío, en la cumbre de Guía de Isora, y sobre todo la Cueva de Sámara "que se extiende algunos kilómetros, según se cree, desde la Montaña de las Negras junto al Teide a 2 ó 3 km., hasta el puerto de San Marcos en Icod. Se dice que comunica con dicho subterráneo el convento agustino de Icod" (ibidem.). Y hace finalmente una relación de no menos de 12 lugares que solo en la isla de Tenerife conservan el nombre de Samarín o Samarines, siendo los más de ellos cuevas.
En una nota del tomo I de su Historia del pueblo guanche (1991: 295, nota 17) dice Bethencourt Alfonso que de todas las islas solo existen testimonios geográficos y tradicionales de los samarines en Fuerteventura y Tenerife; ahora vemos que la toponimia de Gran Canaria y de Lanzarote también guardan memoria de su existencia y presencia. Lo que asombra es que habiendo sido tan importantes los samarines en las sociedades prehispánicas de varias islas del Archipiélago y tanto los topónimos que en la actualidad "hablan" de ellos, su nombre no aparezca en los Monumenta de Wölfel, y eso por no haberlo encontrado en los textos que tuvo como fuente o por no considerar guanchismo el término samarín. El contraste entre ese clamoroso silencio y la superabundancia de información aportada sobre este tema por Bethencourt Alfonso hablan de la importancia sobresaliente de los estudios del médico y antropólogo tinerfeño y de la preponderancia de sus investigaciones sobre las de cualquier otro estudioso del mundo guanche, también de su lengua.
Dice Bethencourt que la voz samarín se deriva de las cuevas denominadas Sámaras donde tenían sus seminarios, de donde puede deducirse que el término Samarín, y más aún el plural Samarines que aparecen en la toponimia son voces extendidas e implantadas en época hispánica y desde el español, deduciéndose, a su vez, que solo el término Sámara o Samara es enteramente guanche (descartamos la forma Zamara por considerarla mera variante escritural desde una errónea interpretación desde el castellano), y que ese término solo aparece en la toponimia de Tenerife.
Otros autores se han ocupado de la voz samarín. Así, Francisco de Luca (2004: 199) dice que debe de estar relacionada con una dignidad guanche de tipo religioso o ceremonial relacionado con el sol, y la asocia al verbo del tahaggart asammer (pl. isammeren) 'estar expuesto al sol'; en el habla kabilia de los At Mangellat se documentan las variantes ssummer (pl. ssumeren) 'estar expuesto al sol' y asammer (pl. isummar) 'vertiente expuesta al sol'. Lo mismo piensa Reyes García (2004b: 243), y añade que, en su opinión, esos sacerdotes eran los momificadores.
ISLA GRAN CANARIA, FUERTEVENTURA, LANZAROTE
MUNICIPIO Santa Lucía de Tirajana, San Bartolomé de Tirajana, Yaiza, Tuineje
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