Topónimo de Gran Canaria hoy prácticamente desconocido. Era el nombre de un pozo situado cerca de la desembocadura del Barranco de Arguineguín, a la altura por donde ahora pasa la autopista, hoy totalmente seco, tapado y abandonado. Era un pozo cuya agua se utilizaba para los tomateros de la zona. La noticia de su existencia nos la proporciona Emilio González Déniz, quien de niño (en la década de los 60 del siglo XX) vivió en ese lugar. Sobre este pozo existe una leyenda local muy novelesca de demonios y espíritus malignos que andaban sueltos que ha sido recreada por el propio González Déniz en varias de sus novelas, en las que aparece reiterado este topónimo.

El nombre no lo encontramos en ninguna otra fuente, pero nos parece de indudable aspecto guanche, y son bastantes los topónimos del Archipiélago que tienen una idéntica terminación: Altaboque, Chinoque, Farenoque, Imoque, Jerdoque, Todoque, etc.