Taganana
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/2908
El término Taganana aparece en la toponimia de dos islas, Tenerife y La Palma, el de la primera muy conocido por nombrar una población con antecedentes muy antiguos, y por estar ubicada en uno de los lugares más insólitos y aislados de la isla, en la cara norte de la Sierra de Anaga, y en territorio sumamente inclinado y riscoso, en donde los diferentes grupos de casas se dispersan buscando los mínimos espacios semillanos de los lomos. Pero el Taganana de La Palma es del todo desconocido.
El de Tenerife es citado en el capítulo del libro Saudade da Terra de Gaspar Frutuoso dedicado a esta isla, junto a otros nombres de localidades de su parte norte, pero con la extraña grafía de Taguavava, que dicen los editores de la obra de 1964 que es una mala transcripción del original, al confundir las n por v1. No aparece sin embargo en los primitivos mapas de Torriani y de Briçuela-Casola; sí lo hace en el interior del de P.A. del Castillo de 1686 y en el exterior del de Riviere (1997: 74), hacia la mitad del siglo XVIII, y unos años más tarde en el interior del mapa de Quesada Chaves (2007: 168). Alrededor de la segunda mitad del siglo XVIII, según Riviere (1997: 60), la demarcación de Taganana, que comprendía todas las pequeñas poblaciones de la cara norte de la Sierra de Anaga, contaba con una población de 175 vecinos, de los cuales 65 vivían en el pueblo de Taganana. Años más tarde, a finales del siglo XVIII, Viera y Clavijo dirá que el vecindario de Taganana era de 716 personas, distribuidas "en los pagos de Punta de Anaga, Almáciga, Afur, Taborno, Benijo...", y que "este término pertenecía al reino de Anaga, uno de los nueve de los guanches" (1982: II, 408). Más descriptiva es la cita del Diccionario de Pascual Madoz (1986: 193) que dice que está situada "en un elevado cerro entre dos barrancos", y destaca lo extremadamente montañoso que es su territorio y los caminos "agrios y de mucha cuesta", solo transitados por los naturales del lugar por lo peligrosos que son. Y todo ello es verdad.
El Taganana de Tenerife fue fundado por Alonso de Lugo en 1501, y de hecho en un documento de enero de 1502 de los Acuerdos del Cabildo de Tenerife ya se habla de "los vecinos de Taganana" (1949: doc. 251). Pero unos años antes, recién terminada la conquista, en 1497, ya el Adelantado concedía unas tierras de sembradura a Juan de las Casas y Fernando de Gran Canaria en "un barranco q. a por nombre Taganana, q. es a barlovento de Anaga" (Datas: doc. 9). Sin embargo, existe una leyenda que dice que los primeros pobladores fueron unos náufragos de un barco italiano y que más tarde la poblaron lanzaroteños y majoreros. Y en relación a esta leyenda Humboldt dice con mayor precisión en el libro de su viaje a las Islas Canarias que el valle de Taganana lo poblaron "los descendientes de los normandos", razón por la cual los apellidos Grandville y Dampierre "se hallan todavía con bastante frecuencia en estos cantones" (1995: 172). Difícil de creer es esta versión del gran naturalista alemán, puesto que los normandos no pisaron las tierras de Tenerife en sus exploraciones de conquista por el Archipiélago. Lo dice literalmente Le Canarien, la crónica de la conquista bethencouriana: "Luego partieron de allí [de Gran Canaria] e iniciaron la ruta para ir a visitar las demás islas; llegaron a la isla del Infierno [Tenerife], que costearon en derredor sin tomar tierra, y se dirigieron directamente a la isla de La Gomera" (2003: Manuscrito G, fol. 19r).
Espinosa dice que "Tagana[na] es un pueblo fundado sobre los peñascos de Anaga, de gente que tira por el arado y azada" (1980: 124). Por su parte, Viana dirá en su Poema que Taganana será el último lugar que habrá de fundarse en la isla acabada la conquista: "Taganana ha de ser do Beneharo, / tuvo de rey corona, cetro, silla" (1991: canto XV, 303-304), aunque es posible que este topónimo es el que esté también detrás del antropónimo Taganage, guerrero guanche herido por Hernán Guerra en la batalla de La Laguna (canto XII, 430), como también supone María Rosa Alonso (Viana 1991: 139, n.11). Por su parte, Quesada Chaves (2007: 226), conforme con su costumbre de explicar los topónimos de Tenerife como derivados de sus reyes, capitanes o princesas guanches, hace a Taganana hija del mencey de Anaga.
El Taganana de La Palma pertenece al municipio de El Paso y "corresponde a una zona situada sobre el amplio valle de las Cuevas y próxima a la boca del túnel de la Cumbre, entre el Lomo de Sargenta y el antiguo camino real que unía las vertientes oriental y occidental de La Palma", así lo describe Díaz Alayón (1987a: 145). Y no es un topónimo nuevo, ni menos reimplantación del de Tenerife, como podría suponerse, pues tiene referencias escritas al menos desde principios del XIX.
Hasta un tercer Taganana se ha citado en la isla de Fuerteventura; lo hizo primeramente Castañeyra (1992: 95) como nombre de un morro, sin localización alguna, y lo reproduce tal cual Bethencourt Alfonso (1991: 363), pero este topónimo no se ha podido localizar en las recolecciones modernas que se han hecho de la toponimia majorera.
En el análisis del Taganana de Tenerife, el único conocido por la erudición libresca canaria, cree Wölfel (1996: 946) que el modelo morfológico que está detrás de este topónimo es ta-gan-ana, suponiendo en el primer elemento el artículo femenino y en el último la terminación del plural, y añade que existen unos paralelos bereberes que se ajustan plenamente al topónimo canario: agenana 'orilla, ribera' (Tuar Mot) y adzenana 'borde inferior de una montaña' (Tait). Y lo mismo piensa Rodríguez-Dincourt (2014). En sentido muy contrario se manifiesta Cubillo (1980: 62) que dice que en el tuareg existe la palabra tagâña que significa 'grupo de pozos', por lo que tagana-na vendría a significar 'nuestros pozos'. Últimamente Reyes García (2003a: 137), conforme con la hipótesis de Wölfel, propone la etimología ta-gân-an con el significado 'las pendientes', sobre algunos paralelos bereberes con el significado de 'subida (del terreno)'.
Por nuestra parte, contando con la interpretación de nuestro colaborado Abrahan Loutf, confirmamos, en efecto, la existencia en el habla ahagar la forma señalada por Wölfel: aguennana, masculino singular, con el sentido de 'borde, orilla, ribera' y 'extremo de cualquier superficie', recogida por De Foucauld (1951: 463) y por Laoust (1920: 412). Pero también sería posible pensar en un caso de sincretismo entre el sustantivo tagant, muy vivo en el chelja, con el valor de 'bosque' (por apócope de -t y paragoge de -a: tagant > tagana) y na, probable forma apocopada de nagh 'nosotros', pronombre personal pan-bereber, lo que daría el significado 'nuestro bosque'. Conociendo la orografía en que se asienta el pueblo de Taganana, parece más verosímil la primera interpretación, pero no es descartable la segunda si el término Taganana abarcaba también la cumbre, que, en efecto, está totalmente cubierta de un espesísimo monte de laurisilva.
En algún lugar hemos leído que Taganana significa 'donde están los roques', sin ninguna apoyatura filológica. Quienes conozcan el territorio de Anaga y la región de Taganana asentirían que ese podría ser uno de los rasgos más característicos de su geografía, pues, en efecto, los roques sobreabundan en todas las crestas de los lomos que como sierras dividen aquel paisaje de orografía atormentada. El pueblo de Taganana está entre dos de estos lomos en los que se cuentan hasta siete roques, cada uno con su nombre particular, como Roque de la Fortaleza, el Campanario, el Amogoje, el Anjúa, el de Enmedio y el Roque de las Ánimas. Pero esto pertenece a la geografía, y no sabemos que esta haya sido el motivo de su nombre.
1 Y añaden que ello es prueba de que el autor tomaba sus datos de un texto escrito y no de informes de voz (Frutuoso 1964: 106, n.24). En efecto, la grafía de este topónimo en el original de Frutuoso es Taguavava (Leal Cruz 2004: 232), pero eso no es prueba definitiva de que el clérigo no hubiera estado en nuestras islas o que tomara los nombres de estas de escrituras allegadas a él. Cuantísimos otros topónimos de origen guanche han sido copiados desde la oralidad y sin embargo han sido mal escritos por el hecho simple de ser voces ajenas a la fonética y a la morfología de la lengua en que se escriben.
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