Tamadaba
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3010
El nombre de Tamadaba en la isla de Gran Canaria aparece inequívocamente vinculado al topónimo Pinar de Tamadaba (GAC 172 D2), el más amplio y tupido monte de pinos que la isla tiene, pero la referencia geográfica del nombre es mucho más amplia, designando una amplia zona de cumbre repartida entre los municipios ART y AGA, dentro de la cual, eso sí, el monte del pinar es su característica principal y por ello ha sido declarado "Parque Natural" (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 312).
Según las Ordenanzas del Concejo de Gran Canaria de 1531 se prohibía a los vecinos de Gáldar cortar madera de la Selva de Doramas, porque estaba ya muy deteriorada, pero se les autorizaba a "cortar leña en la montaña de Tamadaba, dando a cada yngenio cincuenta o sesenta pinos" (Pérez Hidalgo 2011: 699). Esta ordenanza muestra bien a las claras uno de los problemas que trajo la, por una parte, florenciente agroindustria de la caña de azúcar, que enriqueció y dio fama a las Islas en el siglo XVI, pero, por otra, la desforestación que las islas sufrieron por la continua y masiva tala de árboles para alimentar los fuegos de los ingenios azucareros. Véase que ya en 1531 se da la voz de alarma por la que antes fue "selva" de Doramas, y se empieza a proteger el pinar de Tamadaba. La Selva de Doramas al final desapareció como tal, y si el pinar de Tamadaba se salvó tanto debió ser por esas ordenanzas de protección como por la lejanía de la que estaba de los distintos ingenios de la parte norte de la isla.
La condición de "pinar" de Tamadaba sobresale sobre cualquier otra denominación, pero no es la única. Siendo un territorio tan extenso y sirviendo de punto de referencia por los cuatro puntos cardinales en la delimitación del reparto de tierras que se hizo tras la conquista, el nombre de Tamadaba aparece en el libro de Repartimientos de Gran Canaria vinculado a numerosos accidentes: faldas de Tamadaba, montaña, riscos, camino, además de pinar (Ronquillo y Aznar 1998: 5, 7, 32 y 207).
Y a pesar de tan claro a la par que tan hermoso nombre aparece en varias escrituras con variantes extrañas, como Tamadava, con v, Tomadaba, Tamadaga y Tamadara, sin duda por alguna confusión con otro topónimo muy similar de Tenerife; incluso Madoz (1986: 194) lo cita como Tamalaba y como perteneciente a la jurisdicción de Agaete. Desde su referencia principal de pinar, en el análisis del término se ve abocado Wölfel (1996: 840) a buscar paralelos bereberes también de naturaleza fitonímica, y dice no encontrarlos; pero esa es una línea equivocada, pues nadie puede asegurar que la motivación primera del término Tamadaba fuera la realidad que ahora tiene como referencia más notable. Menos condicionado por la geografía se siente Rodríguez-Dincourt (2014) quien últimamente ha dicho que el topónimo grancanario podría derivar de la voz tuareg tammidoua que tiene un significado que podría expresarse como 'amistad', 'acuerdo' o 'armonía', aunque no vemos qué motivación pueda tener una significación así con el lugar llamado Tamadaba.
Por nuestra parte, interpretamos que la voz Tamadaba posee la marca inicial del artículo femenino singular, y que existen ciertos paralelos muy cercanos en el dominio del bereber, todos ellos relacionados con la presencia del agua encharcada. En primer lugar el término tamadawt que en chelja significa 'mareta' y que puede ser el antecedente previsible del término canario, por evolución de w > b, con apócope del segundo -t del morfema polivalente t---t y paragoge de -a: Tamadaba. Otro posible paralelo bereber: tamda (pl. tamdiwin) 'lugar donde hay agua estancada y de nivel constante'; deriva del radical MD que dio el verbo impersonal imda 'ser profundo'. Laoust (1939: 260) relaciona este tamda con el radical tuareg edu 'mojar, impregnar, empapar', del que deriva de amedu (pl. imeduten) 'tierra empapada'. El nombre actual de la ciudad de Tetuán, que significa 'fuentes', fue en tiempos de los romanos el de Tamuda Flumen. Como complemento de un término nuclear da nombre a un barranco: Ighzer n temda 'barranco de la mareta' (ibíd.: 51). En otro lugar, Laoust (1920: 410) recoge en el habla de Ghadamès la forma ameda con el sentido de 'oasis' y tamada con el de 'parcela de terreno irrigable'.
La relación de este término grancanario con otros topónimos de origen guanche de otras islas es muy abundante sobre una supuesta base léxica (o morfológica) tama, pero sigue siendo llamativa si la base léxica se amplía al componente tamad, y habría que citar Tamadaya y Tamadite de Tenerife, Tamaduste de El Hierro y un Tamadana de Fuerteventura, hoy desaparecido, pero que aparece como lugar de tierras de cultivo en un Protocolo de 1670 del escribano de la isla Pedro Lorenzo Hernández (Padrón Artiles 2005: 232). También Chil (2006: 304), Millares (1980: 321) y Bethencourt Alfonso (1991: 439) citan un "monte" de Tenerife con los nombres de Tamadaba, Tamadaga o Tamadara, procedentes de las listas de Max. Aguilar, pero es lo más probable que se refiera al monte grancanario y que no sea sino un error de localización y unas deformadas escrituras del nombre.
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