Tanausú
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3073
Como Cueva de Tanausú aparece un topónimo en el corpus de La Palma recogido por Díaz Alayón (1987b: 763), perteneciente al municipio de El Paso y situado dentro de la Caldera de Taburiente. Nosotros también lo recogimos in situ de labios de uno de los guardianes locales de La Caldera, pero también con el segundo nombre de Piedra del Rey, con la explicación añadida de que ese lugar era la morada del rey aborigen de este territorio, Tanausú, como es creencia popular generalizada. La compatibilidad de esos dos topónimos viene dada por ser una enorme piedra, sin duda desprendida de los riscos superiores que por sus dimensiones conforma una como cueva en donde hallar cobijo. Pensamos que esta segunda denominación sea un topónimo moderno, nacido de las leyendas vivas que el personaje de Tanausú ha dejado en la tradición oral. El lugar existe realmente, pasado el Barranco de las Traves hacia el interior de Taburiente, y los nombres de piedra o de cueva están bien justificados por la realidad; otra cosa es la confirmación de que aquella fuera "la morada" de Tanausú.
Tanausú se ha convertido en el caudillo indígena palmero más famoso, no solo por la feroz resistencia que desde su territorio de La Caldera opuso a las huestes del conquistador Alonso de Lugo, siendo el último en rendirse, sino porque confiado en la palabra de Lugo se entregó, pero fue después traicionado y deportado con otros nativos a la Península, dejándose morir en la travesía. Ninguna otra fuente antigua de la historia de Canarias dedica tanta información sobre este caudillo palmero como Abreu Galindo, cuya Historia siempre habría de citarse "con aplauso", en tan feliz y justa expresión de Viera y Clavijo (1982: I, 11).
En tres capítulos del libro tercero de su Historia trata de Tanausú (Abreu siempre lo escribe Tanausu, sin tilde). En el primero, en el que se explica la división en que se hallaba la isla al comienzo de la conquista castellana: "Y de esta Caldera y término -dice Abreu Galindo- era señor un palmero que se decía Tanausu, el cual la defendió valerosamente de los cristianos, al tiempo de la conquista" (1977: 268). En el segundo trata de las batallas intestinas entre los jefes palmeros, teniendo Tanausú un protagonismo indudable (ibid: 273-274). Y en el tercero dedicado íntegramente al último episodio de la conquista de Alonso de Lugo en el territorio de Tanausú "a que llamaban Açero -dice Abreu-, y en el presente La Caldera, porque su hechura es en forma de caldera, toda a la redonda cerrada de muy altos riscos y laderas, que bajan en forma de cerros a lo bajo de ella" (ibíd.: 284). Viendo Alonso de Lugo que no podía ganar el lugar por las dificultades que sus huestes tenían para moverse dentro de él, por lo escabrosa que es su geografía y por la feroz resistencia que ofrecían los nativos, estableció una estratagema engañosa contra Tanausú, que confió en la palabra del español y se entregó. Así narra Abreu Galindo el triste fin de Tanausú: "El cual, viéndose cautivo y ser enviado a España, con el coraje enfermó y se dejó morir sin querer comer cosa alguna; cosa muy común y ordinaria a los palmeros, dejarse morir" (ibíd.: 287)1.
No dice en este contexto Abreu que Tanausú pronunciara una palabra o frase que finalmente se le ha atribuido y que ha sido considerada como una de las más famosas entre la fraseología de origen guanche: Vacaguaré, que quiere decir 'me quiero morir'. La frase sí aparece en la Historia de Abreu, pero en otro contexto y referida en general a toda la gente palmera, que -dice- "era en enfermedad esta gente muy triste"; pues sintiéndose enfermos "decían a sus parientes: -Vacaguare (quiérome morir)"; y luego le llenaban un vaso de leche y lo metían en una cueva, donde lo dejaban morir (1977: 271)2.
De las tres formas principales con que aparece el nombre de este caudillo palmero, a saber Tanausu en Abreu Galindo, sin acento como hemos dicho, Atanausú en Torriani y Tanausú en Viera y Clavijo y demás historiadores posteriores. A este respecto dice Wölfel (1996: 886) que no hay que hacer mucho caso a la acentuación de la voz por parte de Viera, pues es algo que hace en otros voces, en contraste con las fuentes primitivas en que no las acentúan (lo cual es verdad, añadimos nosotros), pero que sí debe tenerse en consideración la forma de Torriani con esa a- antepuesta, tan común en el léxico guanche. Una cosa más añade Wölfel: que este vocablo da la impresión de ser una transposición topográfica. No lo creemos; ninguna fuente antigua contiene este nombre como topónimo, y el actual, como decimos, es de recreación moderna. Por lo demás, dice Wölfel no hallar paralelos bereberes que expliquen el nombre palmero.
Dos hipótesis interpretativas postula nuestro colaborador Abrahan Loutf desde el bereber, sin conocer lo dicho por Wölfel ni la escritura que había hecho Torriani. La primera, sobre la forma Tanausú: podría descomponerse el vocablo en dos elementos esenciales: tan < ta (indicio de femenino singular, más el nexo prepositivo n 'de') + ausú, probablemente derivado de aussu, con distintos valores significativos: con el valor de 'nombre propio de persona' o 'lugar llano' o 'nombre de un ritual', consistente este en hacer ofrendas para provocar la lluvia. La segunda: podría ser Atanausú, por aféresis de la vocal a-, y en tal caso el topónimo se descompondría como sigue: at, partícula de parentesco o de gentilicio con el valor de 'habitantes' + el nexo prepositivo n 'de' + ausu, probablemente nombre de lugar derivado de SW con los valores antes mencionados (ver Soo y Dise).
1 Un largo comentario hace a esto Bethencourt Alfonso poniendo en entredicho el final del episodio de Tanausú tal cual es narrado por Abreu Galindo; así concluye su argumentación: "O no ocurrieron las cosas como las cuenta o hay que testimoniar los contrasentidos. Además, de haber cometido Lugo tal falsía, ni se explica cómo quedó la isla desde ese momento como una balsa de aceite, ni menos que Lugo, dado los émulos y enemigos que tenía, enviara a los Reyes Católicos a Tanausu como un testigo de su vileza" (1991: 327-328).
2 Esta noticia debía proceder de una fuente escrita, pues la relata casi en los mismos términos Torriani. Dice este: "Estos palmeros... eran tan tistes y melancólicos, que se morían cuando les daba la gana, que se les daba por cualquier pequeña dolencia. Esto pasaba en tal manera que, al sentirse enfermos, decían que querían morir; entonces los ponían en una cueva, con un vaso de leche, y tapaban la puerta, dejándoles morir así" (1978: 225).ETIQUETAS
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