Tara

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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3105

Tara es el nombre de una población cercana a la ciudad de Telde, en Gran Canaria, convertida hoy en uno de sus barrios principales (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 313, y GAC 177 F4).1

Pero la fama del nombre de Tara, más que al topónimo en sí, se debe al "ídolo de Tara", una figura antropomórfica femenina en barro cocido, de pequeñas dimensiones, de unos 30 cms de alto, depositada en el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, que puede ponerse como la manifestación artística más bella de toda la arqueología guanche. Y que podría competir, sin duda, en belleza y en representación simbólica, con otras obras más nombradas de otras culturas primitivas. Recibe el nombre de Tara por haberse hallado en una cueva de la localidad, con otros varios objetos y materiales de la época prehispánica.

El nombre de Tara aparece siempre en los relatos antiguos junto a Sendro (generalmente escrito Cendro, por una falsa interpretación desde el castellano) por ser ambas dos de las principales poblaciones de la isla de Gran Canaria en tiempos anteriores a su conquista, incluso superiores entonces a la ciudad de Telde de la que hoy son dos barrios muy cercanos. Dice Torriani a finales del siglo XVI que la ciudad de Telde estaba situada cerca de un río (en realidad un barranco) "y a poca distancia de dos grandes poblaciones antiguas, que en la lengua canaria se llaman Tara y Sendro; las cuales afirman los antiguos (y también se demuestra así por sus ruinas) que eran de grande superficie y llegaban al número de catorce mil casas" (1978: 170). Ese número de casas es a todas luces una gran exageración, pero el testimonio del ingeniero italiano que vino a las Islas con la misión de establecer las fortalezas para garantizar su defensa es el primero en dar cuenta de estas dos poblaciones aborígenes que la arqueología moderna ha demostrado como importantes. Y un siglo más tarde, el doctor Marín y Cubas, desde el conocimiento directo que tenía del lugar, por ser natural de Telde, describe con mayor detalle el tipo de urbanismo que tenían esas poblaciones indígenas: "En los cerros de tosca habían cuevas muy capaces, y en lo alto poblaciones de casas de piedra bajas, cubiertas de terrado, puertas muy angostas, todo a modo de hornos, sin corral ni patio ni ventanas para lumbreras; habían calles muy angostas y empedradas con guijarrillo muy menudo, como yo conocí en la antigua ciudad de Cendro frontera a Telde, donde habitó el Rey hasta la conquista" (1993: 210)2.

La población de Tara continuó siendo importante en época hispana, como consta en los Repartimientos de Gran Canaria en años de la primera mitad del siglo XVI (Ronquillo y Aznar 1998). En 1740 contaba con 58 vecinos, según el censo que hizo Antonio Riviere (1997: 139), siendo entonces el barrio más poblado de la demarcación de Telde. Y es seguro que la mayor parte de esos vecinos seguían viviendo en algunas de las cuevas habitadas por los primitivos canarios y ahora habilitadas para los nuevos pobladores. En este sentido es pertinente citar aquí el relato que a finales del siglo XIX hace Chil y Naranjo, natural de Telde y conocedor directo, pues, de esa realidad, de la habitabilidad de esas cuevas, de su mobiliario, de las labores caseras y de la vida ordinaria de las gentes populares del campo, que extractamos:


He visitado -dice Chil- algunas cuevas en la ciudad de Telde, donde llaman Tara y Cendro, magníficas por su construcción y hermosas por el orden de sus distribuciones. Recuerdo siempre una que estaba habitada, tan extensa y llena de alcobas y nichos que llamó sobremanera mi atención [...]; había a un lado de la entrada un cuarto espacioso que servía de cocina común. En el frente de ésta y al lado opuesto se hallaba otra gran habitación donde tenían sus cabras y ovejas; y contiguo, otro aposento donde conservaban acopiados pastos secos para los animales. Los muebles de esta casa eran sumamente sencillos [...] A un lado de la misma cueva un gran armario abierto en el risco y colocados en él las tallas con agua y los gánigos, donde se sirven la comida [...] Tal es el verdadero tipo canario que nos ha llegado a través de los siglos, con sus gorros de piel de cabrito y el telar en un rincón para tejer la lana y el lino que las mujeres hilan con sus manos. También aquéllas tuestan en nuestros días el grano y lo muelen para hacer el gofio, hacen la comida, guisan la leche y sacan con sus manos la manteca, ayudan a sus maridos en las faenas del campo, y por último cortan las ropas y las cosen. Por ventura, ¿no son éstos los mismos antiguos canarios, con sus caracteres, usos y costumbres, como lo han dejado consignado los autores contemporáneos a la conquista? (2006: 220-221).


Además del topónimo de Telde, la palabra tara fue apelativo en la lengua guanche, al menos de Gran Canaria. Dice Marín y Cubas que los aborígenes de esta isla, "habiendo cogido sus sementeras, hacían rayas en tablas, pared ó piedras, llamaban Tara, y Tarja aquella memoria de lo que significaba" (1993: 204). Vincular las inscripciones que los aborígenes dejaron en piedras, paredes y maderas con el final de las sementeras es un testimonio exclusivo de Marín y Cubas, lo mismo que llamar a este hecho tara y tarja, aunque su texto se presenta confuso: tanto las dos voces pueden interpretarse como sinonímicas como que tara se refiera solo las escrituras y tarja a la conmemoración de las sementeras3.

El caso de la palabra tara es un ejemplo paradigmático de homonimia lingüística, que con tanta frecuencia nos encontramos en la toponimia canaria y que estamos viendo en este diccionario. De homonimia dentro de una misma lengua y de homonimia entre varias lenguas, y además de homonimia en la toponomástica general. Y lo es por la simplicidad de su significante: una forma breve, de solo dos sílabas, resultante de una de las combinaciones articulatorias más simple que puedan hacerse. Una forma léxica como tara es imaginable en cualquier lengua. Es un topónimo de Gran Canaria de indudable origen guanche; además, según el testimonio de Marín y Cubas fue también un apelativo en la lengua de los aborígenes de Gran Canaria. Pero tara es también voz castellana que aparece en el DLE con tres entradas, la primera de ella con los significados muy generalizados de 'peso del continente' y de 'defecto físico o psicológico'. Además, Tara es topónimo famoso de la Irlanda céltica, de donde con toda probabilidad pasó a denominar la hermosa hacienda de la no menos famosa película "Lo que el viento se llevó". Tara es topónimo de Chile que aparece, al menos, en dos lugares muy distantes entre sí y pertenecientes a dos substratos prehispánicos distintos (los dos conocidos personalmente por nosotros): el primero, en el norte del país, en el altiplano de la región desértica de Atacama, cerca de la frontera con Argentina, y que designa un lugar caracterizado por un gran saladarr dentro del cual existen unas formaciones geológicas a modos de "roques" que se denominan Farallones de Tara, voz que procede de la lengua de los antiguos atacameños emparentada con el quechua; el segundo Tara está en el Sur del país: es el nombre de un poblado del sur de la isla de Chiloé de cultura y lengua mapuches. Distintas "páginas" de Internet informan de que tara es, igualmente, término apelativo que en quechua nombra un determinado arbusto. Y seguro que existirán otras muchas referencias geográficas repartidas por el mundo con el nombre de tara.

Sobre la voz canaria trata Wölfel en dos lugares de sus Monumenta. En el primero (1996: 532-533) sobre el apelativo de la noticia de Marín y Cubas (falsamente atribuido por Berthelot a Abreu Galindo), dice el investigador austriaco que tiene perfectos paralelos en el bereber y en otras lenguas comparadas: las voces ara, arra, ara-t-en, tirra y otras que giran todas alrededor del significado 'escribir' o 'escritura'. Sin embargo, en el segundo (1996: 840-841), sobre el topónimo, no se atreve a dar paralelos bereberes debido a la simplicidad del nombre, "pues carecerían de fuerza probatoria" -dice-, pero remite a Núñez de la Peña que afirma que Tara fue primero el nombre de un dinasta aborigen originario del lugar.

La información que nos suministra nuestro colaborador Abrahan Loutf confirma la hipótesis de Wölfel, pero la amplía y abre a otras posibles interpretaciones. Dice que la voz tara está bastante difundida tanto en las hablas comunes del bereber como en sus nomenclaturas toponímicas. Deriva de la raíz R, alternando con L según los dialectos, y con diversas acepciones: con R, tara en el habla rifeña, y con L, tala en el habla chelja, tienen el mismo valor de 'fuente, manantial'. En el habla de Ahagar el radical R también tiene el sentido de 'querer, amar' (Foucauld 1951: 1547): tera 'amor, voluntad' y con el mismo significado, en el chelja, se documenta la forma tayri. Con el significado de 'escritura' en su funcionamiento como complemento de un término nuclear se recoge Azrut n Tarat, es decir la 'piedra de la escritura', seguramente para indicar un lugar de grabados o inscripciones rupestres.

Y a todo ello debe sumarse el paralelismo o coincidencia que puede establecerse entre Tara y otros dos topónimos canarios de origen guanche: Atara de El Hierro e Itara en Gran Canaria. ¿Y no podrá estar también, como elemento léxico o morfológico en otros topónimos, como Tarajal, Tarabastes, Tarajana, Tarajate, Tarasca y un largo etcétera?

1 El GAC (156 A2) cartografía además una Punta de la Tara como una punta de mar sobresaliente en la costa de Bañaderos, mun. ARU, pero esa inscripción es errónea: el nombre verdadero de ese topónimo es Punta de la Taca, así recogido en la tradición oral por los equipos encuestadores de La toponimia de Gran Canaria (1997: II, 311).

2 Adviértase la distinta grafía con que ambos autores escriben el nombre de este lugar: Torriani, tal cual sonaba: Sendro, mientras que Marín y Cubas lo hace "a la castellana": Cendro.

3  Tal como lo expresa Marín y Cubas, tanto tara como tarja deben entenderse como voces guanches. Tara sí ha quedado en la toponimia canaria, como vemos, pero no tarja: ni en la toponimia ni en el lenguaje común de las Islas (otra cosa es tarjea, variante de atarjea 'canal para el riego'); y sin embargo, la voz taja (o tarja) aparece en el Tesoro de Covarrubias con un sentido muy próximo al que tiene en el texto de Marín y Cubas: "Un palo de madera partido por medio, con un encaxe en los extremos, para ir marcando lo que se saca, o compra fiado, haciendo una muesca". Y de ahí que se diga -sigue diciendo el Tesoro (s.v. bever)-: "Bever sobre tarja, del que come y beve y saca de la tienda fiado, y algunos a nunca pagar". En un documento del año 1501 de los Acuerdos del Cabildo de Tenerife se ordena a todos los peones de la isla que tengan sus armas preparadas, y estas son: "lanças e tarjas de drago e espadas" (1949: doc. 236). Y figura en el DLE con la primera acepción de "escudo grande que cubría todo el cuerpo". Si la palabra tarja no aparece en los diccionarios dialectales canarios DDECan ni en el DHECan es porque sus autores no creen que tenga nada de "diferencial" canario respecto del español general. Con lo cual nos encontramos con una voz supuestamente homonímica: por una parte, de origen guanche, con el significado que se desprende del contexto de Marín y Cubas, y por otra de origen hispano con el significado que le otorga el DLE.

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ISLA   GRAN CANARIA


MUNICIPIO    Telde


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