Tejeda
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3214
En dos islas está este término como topónimo, Gran Canaria y Fuerteventura, el más conocido de los cuales es, sin duda, el grancanario por designar una población y todo el inmenso y atormentado territorio de su alrededor convertido en municipio, con muchos accidentes particulares, entre ellos la Cruz de Tejeda, que representa el verdadero centro geográfico de la isla con la degollada que sirve para unir las dos vertientes del norte y del sur y que representa un verdadero cruce de caminos, además del gran Barranco de Tejeda que da lugar a la llamada Cuenca de Tejeda (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 314). Lo que no sabemos es si el término Tejeda, reconociéndolo como guanche, fue primero un corónimo (nombre apelativo) y cedió después su nombre al poblado o, al revés, fue primero un ecónimo (nombre de una población) y extendió después su nombre a la geografía circundante. Más creemos en lo primero.
Un mínimo comentario merece La Cruz de Tejeda cuyo artículo se ha ganado el privilegio de convertirse en parte integrante del topónimo. Los innumerables topónimos que hay en las Islas Canarias con los nombres de Cruz y Cruce pueden referirse a dos hechos bien diferenciados: bien por ser un cruce de caminos o bien por la existencia de una cruz1, pero estos dos hechos se dan muchas veces juntos, de donde el topónimo resultante suele ser un sincretismo. Así, La Cruz de Tejeda, con el artículo plenamente incorporado, parece hacer referencia expresa a la cruz de piedra (en realidad, un "cruceiro" gallego aunque hecho con cantería de Arucas y diseñado por el artista canario Santiago Santana) que se ha colocado al lado de la carretera en la pequeña plaza delantera del Parador de Tejeda; pero esta se puso en 1960 por parte del Cabildo Insular, y mucho antes había sido el "cruce de caminos" que unía todas las direcciones de la isla: hacia el nordeste con la Vega de San Mateo por una red de caminos preexistentes a la conquista y que son conocidos como "caminos de los canarios"; hacia el noroeste con Artenara y los pagos altos de Gáldar; hacia Agaete con el Pinar de Tamadaba y el camino que baja hasta el Valle; hacia la Aldea de San Nicolás por medio del Barranco Grande de Tejeda; hacia el sur con las Tirajanas por el camino de Ayacata y el Paso de la Plata; y hacia Mogán por El Juncal de Tejeda. Esta red de caminos que se dirigían todos a la cumbre y que tenían a las regiones de Tejeda por centro es lo que explica lo que muchas veces se ha dicho de que Gran Canaria tuvo una "cultura radial", pues las comunicaciones se hacían fundamentalmente por los barrancos, y estos van generalmente de cumbre a mar en forma de los radios de una rueda. Antes del actual nombre de La Cruz de Tejeda el topónimo tradicional fue Degollada de la Cruz, pues verdadera "degollada" es la que allí se forma, deprimiéndose bruscamente la línea de cumbre y facilitando el paso de una vertiente a otra de la isla2.
Que Tejeda debió ser un lugar importante antes de la conquista lo demuestra el hecho de que un representante del lugar, "Vildacane, de Tejeda", formó parte de la embajada de paz que los canarios enviaron a Diego de Herrera en Lanzarote en 1476, según lo relata Abreu Galindo (1977: 135).
En apoyo del origen guanche del término vienen los otros muchos topónimos próximos o iguales que hemos visto en el resto del Archipiélago y que consideramos como tales. Y eso a pesar de que también en la España peninsular existen varias poblaciones con el nombre de Tejeda o de Tejedal. Esos topónimos peninsulares han debido tener en su origen la motivación del tejo, árbol que es del todo desconocido en Canarias y que por tanto no puede haber sido su motivo denominador; la otra hipótesis a favor del posible origen hispano del Tejeda de Gran Canaria es la del trasplante del topónimo peninsular por parte de alguno de sus primeros pobladores, pero esa hipótesis queda descartada a la luz del texto de Abreu referido antes.
Para más abundamiento en esta interpretación están los numerosísimos y fundamentales yacimientos arqueológicos de la Cuenca de Tejeda que hablan bien a las claras de su intensivo poblamiento, fundamentalmente en cuevas. Alrededor del Roque Bentaiga, que es centro geográfico y también "espiritual" de la Cuenca de Tejeda, se concentra un gran número de testimonios de la vida y de la cultura de los aborígenes: cuevas habitacionales, cuevas-granero, cuevas funerarias, construcciones en piedra seca, un almogarén situado en la base misma del Roque Bentaiga, protegido además por una "muralla" que hasta hoy parece inexpugnable, y grabados rupestres. Y distribuidas por los lomos y riscos de esa cuenca hay otros innumerables testimonios de la importancia que tuvo este lugar para la larga época guanche, como pueden ser las incontables cuevas que hay en el roque o risco conocido como "de las Cuevas del Rey".
En nada modifica la verdadera pronunciación del Tejeda de ahora (y de siempre) la escritura Texeda de la mayor parte de las fuentes antiguas; esa grafía no representaba ninguna pronunciación diferente de la velar sorda del castellano [x], aunque en las hablas insulares canarias tiene un sonido más debilitado. Como Sierra de Texeda se nombra en los primeros documentos castellanos; así en el Libro rojo de Gran Canaria (1995: doc. 11) en una cédula real de 1501; y lo mismo en un documento del mismo año del Registro del Sello del Archivo de Simancas (Aznar Vallejo 1981: doc. 524), aunque aquí el editor lo transcribe como Tejeda, conforme a la regla general que adoptó de escribir los topónimos según la normativa moderna.
Como Texeda aparece manuscrito el nombre del pueblo en la parte interior del mapa de Torriani (1978: 87) de finales del siglo XVI, lo mismo que en los mapas del siglo XVII de Briçuela y Casola (2000: 44) y de P.A. del Castillo (1686/1994). También como Texeda en las Constituciones y Synodales del Obispo Dávila de 1737, en donde cuenta el obispo una anécdota personal sobre las dificultades para llegar a su territorio y de lo extremadamente accidentado que era. "De este Lugar -dice- me pusieron las mismas dificultades que del antecedente [Tiraxana], pero haviendo passado a la segunda Visita a la Vega Alta [San Mateo], me resolví, ayudado de Dios, a subir sus cumbres... Me aseguraron [los vecinos] haver llevado el temporal por tres veces dicha Iglesia, con cimientos, y tierra, y lo mismo de algunas haciendas; por lo que dixo con gracia un vecino de este Lugar: que los bienes de él no eran raízes, sino muebles" (cit. Riviere 1997: 148). Como Tejeda aparece en la Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria de P.A. del Castillo, repitiendo la noticia anterior del Obispo Dávila sobre lo fragoso e inestable de su terreno: "Está en las cumbres de esta isla -dice Castillo-, y en lo más enriscado, y fragoso de ella. El terreno en que está la parroquia corrió distante de donde se fundó; por lo que dicen los vecinos de él, hay pocos bienes raíces, porque hasta estos se mueven" (2001: 207). Y de tres maneras distintas, Texeda, Thejada y Tejada, aparece escrito por Antonio Riviere en 1740 en su Descripción geográfica de las Islas Canarias, con una población entonces de 332 vecinos (y 1.277 personas), de los cuales solo 21 vivían en la cabecera del pueblo (1997: 140-141). Por su parte, Dámaso Quesada cuenta en su Canaria ilustrada (2007: 129) la misma anécdota del Obispo Dávila sobre la reiterada destrucción de la iglesia del pueblo y los esfuerzos sin número y "las penas" que había que hacer para llegar a él, nombrándolo siempre con la escritura antigua de Texeda. Finalmente Madoz le dedica un largo artículo en su Diccionario geográfico, de mitad del siglo XIX, diciendo que está "entre Tirajana y Artenara, y a las faldas del Roque de Nublo, inmediato al profundo barranco de Ayacata" (1986: 199). Todo ello es verdad.
De entre las innumerables descripciones que se han hecho de este impresionante territorio de la gran caldera de Tejeda, contemplado justamente desde el punto de La Cruz de Tejeda, la más famosa es la de Unamuno calificándolo con agudeza poética como una "tormenta petrificada", pero vale la pena traer la cita por extenso:
Pasando senderos cortados a pico en abruptos y escarpados derrumbaderos, dimos vista al valle de Tejeda. El espectáculo es imponente. Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas, que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el espectáculo de una visión dantesca. No otra cosa deben ser las calderas del Infierno que visitó el florentino. Es una tremenda conmoción de las entrañas de la tierra, parece una tormenta petrificada, pero una tempestad de fuego, de lava, más que de agua...
En la isla de Fuerteventura son dos los lugares en que aparece este término y en topónimos varios. El primero es el complejo montañoso que divide los municipio de Pájara y TUI al noroeste de Tesejerague, aquí con el nombre de Filo de Tejeda, que registran el GAC (233 E3) y la Toponimia del Cabildo (2007: VI, 379); y el segundo, Montañeta de Tejeda al noreste de Mesque, municipio de Pájara, registrado con este nombre por Alvar (transcrito fonéticamente como [tehé:da]) y la Toponimia del Cabildo (ibídem). En este segundo registro se informa que a esta montañeta se la conoce también con el nombre de las Angarillas, que es como aparece en el GAC (227 E5).
Además de ellos, Bethencourt Alfonso (1991: 442) cita un Tejeda en Tenerife como "fuente en Valle Santiago" que hoy nos resulta desconocido.
Trata Wölfel en sus Monumenta (1996: 823) de la Tejeda de Gran Canaria diciendo que en la época de la conquista es probable que no fuera más que una especie de anexo de la fortaleza y santuario del Bentaiga, y añade: "ahora bien, si era cabeza de un cantón y tenía su propio enviado, debió de tener gran importancia", refiriéndose a la crónica antes mencionada de Abreu Galindo. Luego, Wölfel lo da por guanchismo seguro, aunque renuncia a buscar paralelos bereberes por la inseguridad -dice él- del carácter fonético de las grafías alternantes j/x con que aparece en las escrituras antiguas. Nuevamente tenemos aquí el fenómeno del "fetichismo de la letra", cuando, como hemos dicho, nunca hubo diferenciación fonética en la pronunciación de este topónimo.
Nuestro colaborador Abrahan Loutf remite a la misma interpretación que ofrecía para Tejada, aunque reconoce que quizás tenga que ver con la voz bereber aghedu 'borde' o con taghuda 'ser recto'. Por su parte, Cubillo (1980: 68) dice que en el Sahara argelino hay varios pueblos denominados tagidda, voz que en el habla local significa 'pequeño hoyo natural en la roca en forma de estanque donde se conserva el agua de lluvia'. Esta referencia es exactamente lo que en El Hierro y Tenerife se llama eres, a cuya entrada remitimos.
1 La gran cantidad de cruces que había antes en todos los caminos de las islas llamó expresamente la atención a una viajera extranjera tan atenta a todo lo que veía como fue Olivia Stone. Dice la inglesa en su viaje por El Hierro: "El gran número de cruces existentes por doquier rompen la monotonía de los caminos. Las colocan por razones triviales; el que un cadáver haya descansado en dicho lugar, camino de su entierro, es la causa más frecuente" (1995: 263).
2 ; En lugares como este es donde se advierte la enorme diferencia que en las islas de mayores alturas hay entre el Norte y el Sur en cuanto al paisaje y al clima: el Norte, bajo la influencia de un clima fresco y húmedo, aparece cubierto de un hermoso verdor, mientras que las tierras del Sur aparecen generalmente yermas y si acaso con esporádicos manchones arbustivos.ETIQUETAS
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