Tenerife / Tinefe / Tenerista
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3281
Justo en el centro y en la cumbre de El Hierro y en la divisoria de las dos vertientes este y oeste de la isla hay una relevante montaña de forma perfectamente cónica que recibe el nombre de Tenerife, municipio de Valverde, y que se convierte en la segunda altura de la isla de El Hierro, con 1.416 m.s.n.m, tras el cercano a ella Pico de Malpaso, de 1.501 m.
Mas no es uniforme la denominación de esta montaña. Uno de nuestros informantes de campo nos dijo que había oído decir que los viejos la llamaban Tinefe, y otro nos dijo que también algunos lo llamaban Tenerista. Incluso en la denominación del término genérico se alternan también los nombres de Pico y Montaña (Trapero et alii 1997: 179); lo de "montaña" porque verdaderamente lo es, y lo de "pico" por la configuración que esa montaña tiene culminada en un perfecto pico, exacto al del Teide. Pero el nombre específico que más se repite es el de Tenerife, que es el que llevan otros varios accidentes secundarios de la zona y subsidiarios de la montaña, como son un Jable de Tenerife, una Ladera del Pico Tenerife y otros (ibíd.: 154 y 158). Porque, en efecto, la Montaña o Pico Tenerife es un imponente edificio volcánico que se levanta altivo en la misma cresta de la cumbre que divide la isla en la parte este por el pinar y las laderas del Julan y en la parte oeste por el Valle del Golfo; tiene una altura de no menos de 200 m desde su base y los materiales son de un jable (arenas volcánicas) muy fino y de un color rojo muy subido. La carretera que va hasta la Cruz de los Reyes atraviesa la montaña por la parte del este por la mitad, pero la ladera de jables continúa uniforme y se extiende sobre una gran superficie lisa y sin vegetación alguna que contrasta con el verdor del pinar que la rodea.
En la interpretación de este topónimo podría pensarse que el término originario fuera Tinefe y que la variante Tenerife se hubiera formado por etimología popular a partir del nombre de la isla mayor del Archipiélago. Pero es el de Tenerife el primero en los registros escritos de finales del XIX, a partir de las listas de Max Aguilar que copiaron unánimemente Chil y Naranjo (2006: 376), Millares Torres (1980: 330) y Bethencourt Alfonso (1991: 379), y que aparece también en los registros de la mitad del siglo XX por parte de Armas Ayala (1944a), Álvarez Delgado (1945-46) y en las fichas de campo de Alvar. Un tercer nombre le dan a esta montaña algunos registros: el de Tenerista, y que por aparecer en las listas de Bethencourt Alfonso como de su propia cosecha lo damos por bueno, aparte de que este tercer nombre es el que aparece también en la cartografía militar y ahora en el GAC (70 C1). Añadimos a todo esto que el mapa militar lo llama también Tenerife II, una denominación esta que nunca podría estar en la tradición oral, pero que nos sirve para el comentario siguiente.
Ninguno de los tres nombres con los que se ha llamado y se llama a esta montaña es extraño a la fonética del guanche, y pueden señalarse muchos paralelos; los más evidentes son el Tenefé grancanario, el Terife majorero, el Tenafos herreño y el propio nombre de la isla de Tenerife. Incluso la variante Tenerista puede considerarse forma epentética de otro topónimo herreño: Trinista. Pero la pregunta de mayor interés aquí es cuál pudo ser la denominación primera de esta montaña en la época guanche, o en caso de que desde el principio hubiera tenido varios nombres, cosa nada extraño, pues vemos que es casi una "ley" de la toponomástica general, si el nombre de Tenerife es originario de la época guanche o es el resultado de un proceso de asimilación en época hispana. Cualquiera de las dos hipótesis podría argumentarse. Porque si este topónimo herreño fuera originario guanche obligaría a replantear la "historia" narrada por Espinosa, Torriani y Abreu de que el nombre de Tenerife se lo pusieron a la isla grande los aborígenes palmeros porque el pico más alto de la isla aparecía siempre nevado y ten-ife significa 'monte nevado' y porque la isla de Tenerife aparecía siempre enfrente a la vista de los palmeros. Porque ninguna de estas dos "observaciones" motivadoras del nombre de Tenerife las tiene la montaña de El Hierro: ni nunca ha nevado en esta montaña y menos ha aparecido cubierta de nieve aunque desde ella sí puede divisarse la isla de Tenerife en días claros. Por tanto ha de buscarse otra motivación para el nombre, si es que el nombre Tenerife respondió en su origen a una motivación geomorfológica. Pues parece obvio que un mismo nombre procedente de una(s) misma(s) lengua(s), aunque esté en varias islas, y por muchas diferencias dialectales que hubiera entre ellas, debería de tener una misma etimología y un mismo o parecido significado.
No podemos ir más allá en el análisis de los nombres de esta montaña herreña, pero en caso de que Tenerife hubiera sido una denominación autóctona, sin influencia alguna del de la isla grande, podría aclarar y a la vez desechar algunas de las interpretaciones que se le han dado al Tenerife principal; entre ellas, la más antigua de que era por el pico nevado del Teide reiterada por los primeros historiadores y cronistas de Canarias, pero también la más moderna propuesta por Tejera Gaspar de que se debe a la tribu líbico-bereber de nombre cinithi que vino a poblarla, y naturalmente también la teoría mítico-religiosa defendida por Bethencourt Alfonso de que significaba 'el infierno' porque los naturales emplazaban en el Teide el centro de la isla donde moraba Guayota y demás divinidades infernales. Y quedaría como más verosímil la hipótesis que gira alrededor de la idea del calor. Porque, en efecto, la Montaña o Pico Tenerife de El Hierro es un edificio volcánico de tierras y arenas tan bermejas que aparentan haber salido ayer mismo de las entrañas del fuego.
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