Teror

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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3319

Teror es el nombre de una localidad de Gran Canaria, bien conocida y famosa, situada en la parte central de la vertiente norte de la isla, que tiene municipio propio desde etapas muy tempranas, y que quizás sea la localidad de la isla que mayor cantidad de referencias históricas posea después de la capital Las Palmas. Ello se debe, sin duda, a ser el lugar en donde apareció la Virgen del Pino, patrona de la isla de Gran Canaria, que ha convertido a Teror en "la Villa mariana" de la isla. Además de la localidad, el nombre de Teror lo llevan el importante barranco que pasa por el lugar (que irá cambiando de nombre según avanza su curso hasta desembocar en Tenoya) y el Camino de Teror que marcaba la vía por la que tradicionalmente se iba caminando en romería desde Las Palmas para honrar a la Virgen del Pino (La toponimia de Gran Canaria 1997: II, 315, y GAC 176 A1).

En la época hispana de la isla los acontecimientos más importantes de Teror han girado siempre alrededor de la Virgen del Pino, y de paso, lo acontecido en Teror venía a ser, en alguna manera, reflejo de lo más importante de la isla1. Así, por ejemplo, en la Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria de Pedro Agustín del Castillo, cuyo manuscrito tiene fecha de acabado en 1739, más que de la "descripción geográfica" del lugar, de lo que se habla es de la Virgen del Pino, de su legendaria aparición en un prodigioso pino al que a media altura le habían salido unas ramas de drago sobre las que se aposentaba la imagen sagrada. Dice así:


[Se llama la Virgen del Pino] por haber aparecido en un pino (que yo conocí), bastantemente grande, a dos varas distante de la principal puerta de su buena parroquia, árbol de bien maravilloso en su tamaño y misterioso en sus circunstancias, pues vi en el medio de su altura a las primeras gajadas o brazos que de él se repartían, un gran círculo de culantrillo de pozos, tan frondoso y fresco como si estuviera en un risco muy húmedo, y sobre de él dos árboles dragos con más de tres varas de alto, con sus copas de hojas; y me dijeron, por tradición, haberse caído otro y que todos eran iguales, y en el mismo paraje nacidos (2001: 214).

Y no para ahí; en las cercanías del pino en que la Virgen apareció y de la iglesia que se le construyó apareció también una fuente de agua que tenía propiedades extraordinarias y que la creencia popular atribuyó a la intervención mariana. Sobre esa fuente y sobre los poderes curativos de sus aguas existen leyendas y romances populares que siguen aún vigentes, aunque la fuente hace siglos que desapareció. Incluso la desaparición de la fuente se atribuye en esas leyendas y romances a un castigo divino por el uso fraudulento que de sus aguas hacían los curas y sacristanes de la villa. Pues también de esta fuente se hace eco P.A. del Castillo en su "descripción" de Teror, aunque las propiedades asombrosas de sus aguas no las atribuya a la intervención divina. Dice:

Hállase en la cercanía de esta iglesia una fuente de agua agria, que se aplica a muchas enfermedades por medicina eficaz, a que acuden de todas las islas muchas personas, conociéndose la fortaleza del agua, en que echándole una pierna de carnero en la fuente, la consume, dejándola en el hueso, y una moneda de cobre en breve espacio la pasa, que tomándola entre las manos se deshace, y arrojándole una puñada de tierra se embravece el agua hirviendo, y se pone de color de leche, con notable inquietud (ibíd.: 215):


Y tanta o más atención que P.A. del Castillo dedica a Teror, a la Virgen del Pino y a su milagrosa aparición en un pino prodigioso, el historiador López de Ulloa, de mitad del siglo XVII, incluso a las propiedades curativas de sus aguas "agrias" y a la festividad que en honor a la Virgen se celebra cada año el ocho de septiembre, acudiendo a ella "la maior parte de la gente de la ysla... sin que jamás aya havido desgracia ninguna por haber tanta bariedad de gente, que parece es milagro suyo" (cit. Morales Padrón 1993: 324).

Pero antes de la aparición de la Virgen y de iniciarse la conquista castellana, ya el pueblo o lugar de Teror tenía su historia. Aparece como uno los 35 "lugares y aldeas" que tenía Gran Canaria al tiempo de iniciarse la conquista, según el recuento y nombres que da Andrés Bernáldez, el Cura de los Palacios (ibíd.: 515), ahí con el nombre de Aterura. No es posible determinar con exactitud el lugar que ocupó ese Aterura antiguo, si en el centro de la ciudad actual, alrededor del pino milagroso que albergaba la sagrada imagen de la Virgen del Pino, conocida por los aborígenes según es tradición, o en el lugar que en la actualidad lleva el nombre de Guanchía, según cree Onrubia (2004: 218), en donde en efecto existen unas cuevas sin duda habitadas por los aborígenes, y de ahí el nombre que tiene2.

El nombre Aterura de Bernáldez nos sirve para hablar de los nombres que ha tenido la villa, o al menos que se le han atribuido en las fuentes escritas. Reunidos todos ellos por nosotros a partir de los textos directos de las fuentes históricas, de los Repartimientos de Gran Canaria (Ronquillo y Aznar 1998), de la recapitulación de Wölfel y de los libros de fábrica de Teror analizados por Julio Sánchez Rodríguez (2008), desde 1558, anteriores incluso a los textos de Torriani y de Abreu, y puestos por orden alfabético, son: Aterura, Teror, Terore, Terori, Theror y Therore. Como se ve, no son muchos ni modifican en gran cosa la fonética del nombre actual, que es inequívoca y solo la de [teró:r]. La escritura más distante y discutible es la Andrés Bernáldez, que como hemos repetido muchas veces es del todo extraña y enigmática, incluso dudosa si la comparamos con los nombres de esos 35 lugares que por tradición oral han pervivido hasta la actualidad. No sabemos qué fuentes pudo tener el cronista de los Reyes Católicos para elaborar esa relación, ni si la transcripción de esos nombres es suya o la copió de un tercero, ni qué oído "castellano" pudo poner en su propia lengua nombres tan ajenos idiomáticamente como Atrahanaca, Adfatagad, Areaganigui, Arecacasumaga, Artubrirguais, Atamariaseid, Arbenuganias, Areagamasten o el propio Aterura. Como se ve, todos los aquí puestos de ejemplo empiezan por a-, pero en la realidad son más: de los 35 lugares citados en la relación de Bernáldez, 27 empiezan por a- y 18 de ellos por ar-, lo que naturalmente tiene que tener una explicación morfológica (la del masculino singular) y no léxica, coincidente según todas las evidencias con la morfología del bereber, protolengua de la que sin duda procedía el guanche. Pero extraña que en esa relación no aparezca más que un solo topónimo con la inicial t- (Themensas, actual Temisas), cuando es con este signo (del femenino singular) con el que empiezan la gran mayoría de los topónimos canarios de origen guanche que han pervivido hasta la actualidad. Esa diferencia de género queda perfectamente marcada en los nombres de dos esclavos guanches vendidos en la ciudad de Valencia, en fecha supuestamente anterior a la crónica del Cura de los Palacios, según los documentos estudiados por Vicenta Cortés: el varón se llamaba Adzerura (Cortes 1955: doc. 90) y la hembra Teroura (ibíd.: doc. 139). Y detrás de esos nombres lo que podemos intuir no son propiamente dos antropónimos sino con mayor probabilidad los topónimos de su lugar de procedencia, es decir, de Teror. En fin, que nadie puede asegurar si el primitivo nombre del actual Teror fue con la prótesis que dice Bernáldez o con la aféresis con que hoy aparece; un caso en todo paralelo al supuesto A-gáldar > Gáldar.

Y respecto a las otras formas Terori y Terore que acaban en vocal pasa igual: nadie podrá asegurar con datos concluyentes que una de esas dos formas (o las dos) fueron anteriores y primitivas respecto de la forma actual. En muchos escritos actuales que tratan de Teror con una cierta pretensión erudita (conferencias, reseñas, crónicas, etc.) se da por sentado que la primitiva forma fue Terori. Y creemos que eso arranca -aunque no se cite- de una nota de Viera y Clavijo que dice: "Teror, que entonces decían Terori, se veneraba sobre manera como lugar sagrado, por la santa imagen de Nuestra Señora del Pino, llamada así en memoria del pino donde se descubrió (1982: II, 108). Solo en Viera hemos leído esa nota que parece una sentencia. Pero a decir verdad, en los libros de fábrica de Teror analizados por Sánchez Rodríguez (2008), que son los primeros y en los que con mayor frecuencia se escribe el nombre, tanto o más que Terore o Terori aparece el nombre de Teror. Y lo mismo pasa en los mapas y cartografías primeras que lo contienen: Terore escribió Torriani (1978: 87) en la parte interior de su mapa, pero Teror escribieron Briçuela y Casola (2000: 44) en el suyo; Terori escribieron Pedro Agustín del Castillo y Riviere, pero Teror había escrito antes el Obispo Dávila en las Constituciones y Synodales (Riviere 1997: 147). Y Teror escribió Quesada Chaves en su poco conocida Canaria ilustrada, haciendo una descripción nada halagüeña del camino que había que recorrer para llegar a la villa mariana. Dice Quesada: "Para ir de desde Arucas a Teror es imponderable la agonia que cauza una cenda a la vera de una Altissima fuga q. el q. se despeñaze solo podra quedar en polvos" (2007: 139). En fin, que tanto puede decirse una cosa como la otra: que el término primitivo fue Terori o Terore o Teror; y que esa vocal final tanto podía formar parte del nombre genuino aborigen como ser una añadidura de época hispana como paragoge que venía a apoyar la consonante final. Es el mismo caso del topónimo herreño Tiñor, tan parecido al grancanario: muchos hablantes herreños, sobre todo los de más edad, dicen Tiñore, como es costumbre en la isla con otros muchos topónimos (Tocorón / Tocorone, Aitemés / Aitemese, Ajón / Ajones, Bentejís / Bentejise, Cres / Crese, Tincos / Tincosa y otros).

Lo que sí es verdad es que Teror ha sido desde siempre, junto a la capital de la isla y de Telde y de Gáldar, una de las cabeceras de mayor demografía de la isla. Según el recuento que en 1740 hizo el geógrafo Antonio Riviere (997: 144) tenía entonces un total de 609 vecinos (y 2.555 personas), aunque de ellos solo 88 vecinos vivían en el núcleo del pueblo. En el Diccionario de Madoz (1986: 215-216), de mitad del siglo XIX, hay una larga y minuciosa descripción geográfica e histórica de la villa de Teror.

Nadie duda del origen guanche del topónimo, pero no está clara su etimología y posible significado. Wölfel (1996: 860-861) lo pone en relación con Arure y remite a este topónimo de La Gomera. Pero como allí estudiamos, sobre el topónimo Arure se han vertido dos hipótesis interpretativas que nada tienen que ver la una con la otra: la primera de tipo designativo, creyendo que Arure significó en la lengua de los aborígenes 'la casa del rey' porque en aquel lugar tenía su residencia uno de los cuatro dirigentes que gobernaban la isla en el momento de la conquista; y la segunda de tipo lingüístico resultante de la comparación del topónimo gomero con otros paralelos bereberes que giran en torno al significado 'lomo' o 'colina'.

Nuestro colaborador Abrahan Loutf nos proporciona para Teror una larga lista de paralelos bereberes y posibilidades interpretativas. Cree que podría tener cierto parentesco con los topónimos canarios Taoro y Tauro, sobre el común paralelo bereber tawart que tiene dos acepciones en el dialecto ahagar: 'estar por encima del horizonte' y 'estar situado cerca de un punto de abastecimiento de agua'. La misma forma tawart da nombre a un pueblo en Tuggana, y sin el sufijo -t, Tawar es el nombre de un pueblo de Mesfiwa; Tauraut nombra un qsar3 del Alto Atlas oriental; y el término Taura lo llevan un pueblo en el valle de Oued Uriri, una montaña a la orilla izquierda de Oued El-Abid en la comarca de Ntifa, un qsar en Ayt Seghrouchen y un pueblo en Isser. En esta misma región y en la altiplanicie argelina, según Laoust (1939: 60), taura es el nombre de una planta (la Sbibum marianum), Taurirt y su correspondiente masculino singular aurir designa una elevación de terreno, una especie de colina o lomo, menos eminente que las montañas a las que se nombra adrar.

Más interpretaciones. Cubillo (1980: 70) compara el Teror grancanario con el término del tuareg teruré que significa 'amarillo'. Y Rodríguez-Dincourt (http://canarioskeltamahaq.blogspot.com.es) con el también tuareg terârit (pl. tiroûra) que significa 'agujero de una roca', siendo este de cualquier tamaño y forma, desde los que pueden dejar pasar a un lagarto o a una víbora hasta, muy difícilmente, a una persona.

1 Tanta historia ha acumulado la Villa de Teror que muy recientemente, en 2008, Julio Sánchez Rodríguez ha publicado un libro de más de 700 páginas y de formato grande solo sobre "Las iglesias de Nuestra Señora del Pino y las ermitas de Teror", aunque en realidad en él está toda la historia de la Villa, desde las pocas noticias que hay de la época aborigen hasta la actualidad. "La Virgen del Pino es un pozo insondable de noticias y misterios", dice el autor en la Introducción del libro. Y así es. Teror se convirtió no solo en el centro espiritual de Gran Canaria, sino también en el centro en que confluía la vida entera de la isla: todo lo que ocurría en Gran Canaria se manifestaba en Teror.

2 Ya decimos en la entrada Guanche de este Diccionario que la toponimia de Gran Canaria y del resto de las islas sería prueba determinante por sí sola, si no existieran otras, que las hay, para garantizar que el término guanche no fue -no pudo ser- exclusivo de los aborígenes de Tenerife. ¿Cómo si no se explicarían esta Guanchía de Teror o La Guancha de la costa de Gáldar, etc. que con toda seguridad tuvieron esos nombres antes de iniciarse la conquista de Tenerife?

3 Se denominan así a determinados poblados del interior de Marruecos que están totalmente amurallados y que por tanto tienen una vida comunitaria muy cerrada en sí mismos.

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ISLA   GRAN CANARIA


MUNICIPIO    Teror


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