Yarosa
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3622
Nombre de un barranco de Tenerife que se inicia en las estribaciones de la cumbre de Las Cañadas por su cara este y recorre gran parte del municipio de Arico. No viene en el GAC, pero lo cartografía bien el catálogo de barrancos de Pérez Carballo (2011: 45 H4) y su nombre lo confirma Bethencourt Alfonso en su relación de nombres guanches de Tenerife aunque con la descripción de ser unas "fuentes en Arico" (1991: 445). Tanto el nombre como sí la geografía más ajustados al topónimo que aquí consideramos es el de otro registro de Bethencourt: "Arosa, corrales y región en la cumbre de Arico" (ibíd.: 407).
El nombre de Yarosa viene también en los Monumenta de Wölfel (1996: 603) a través de las citas de Olive, de Chil y de Millares, pero sin especificar bien el origen de esas citas y con algunos secretos que vale la pena desvelar por cuanto nos descubren la forma en que andan (a la buena de Dios) en la bibliografía los topónimos guanches. El primero que citó este nombre fue Pedro de Olive en su Diccionario estadístico-administrativo de las Islas Canarias, hacia la mitad del siglo XIX, pero con la variante Jarosa y con la indicación de ser un "monte en Arico". No tenemos constancia alguna de que esta forma Jarosa pudiera haber sido una variante oral, pues el nombre único que ha permanecido es el de Yarosa, pero esta primera cita de Olive es la que ha marcado el "canon" de este topónimo en toda la bibliografía sobre el guanche. El siguiente en citarlo es Maximiliano Aguilar, que elaboró una larga lista de nombres guanches de todo el Archipiélago en el último tercio del siglo XIX, a partir de informaciones múltiples, y que, sin publicar, entregó a Chil y Naranjo, pero ya con dos variantes: Jarosa y Yarosa y con la descripción más precisa de ser "monte y barranco", aunque sin localización alguna (2006: 301 y 307). Como no conocemos la lista original de Aguilar no podemos confirmar la exactitud de la cita de Chil, pues en las listas siguientes de Millares Torres (1980: 320) y de Bethencourt Alfonso (1991: 433), que también reproducen íntegras las listas de Aguilar, el primer nombre viene escrito "a la castellana" como Jaroza, es decir, corrigiendo lo que creerían el seseo canario. En definitiva, que estamos seguros de que ninguno de los autores citados oyó nunca pronunciar el nombre de ese lugar, y que procedieron en su escritura a partir de escrituras previas, pero interpretando también, por su propia cuenta, el cómo debería escribirse un nombre nunca oído. Ninguno de los autores citados, excepto Bethencourt Alfonso, que como tantas veces hemos dicho y especialmente en el caso de Tenerife, recogió sus informaciones personalmente y desde la tradición oral. Una cosa sí se le podría reprochar a Bethencourt: que conociendo él los nombres verdaderos de los topónimos de su isla, y dando cuenta de ellos, no corrigiera o pusiera en aviso sobre las correspondencias que tenían ellos con otras formas escritas de esos mismos topónimos procedentes de otras fuentes, antiguas (en el caso de las datas, por ejemplo) o contemporáneas (las listas de Aguilar, por ejemplo). Y así, en este caso concreto, cita Bethencourt el de Aguilar "Jaroza, barranco y monte" y suyo propio "Yarosa, fuentes en Arico", pero sin ninguna advertencia de correspondencia entre ellos. Y el lector desprevenido interpretará, con toda razón, que se trata de dos topónimos distintos. En fin, que así andan los topónimos guanches en la bibliografía disponible para ellos.
Mas ninguno de los autores citados dice nada sobre el posible significado que pudiera tener este término, ni siquiera una interpretación sobre la morfología del nombre, pues, en efecto, carece de esos rasgos que hacen fácilmente identificables a los guanchismos. Solo Wölfel, desde la forma Jarosa, remite a Jares para dar un poco de correspondencia, pero incluso en este procedimiento comprobamos el viaje sin destino que tienen muchas (la mayoría) de las comparaciones del investigador austriaco, pues ninguno de esos topónimos existen (ni han existido) tal cual él los nombra: ya vimos que no es Jarosa, sino Yarosa, y que ese Jares es una falsa escritura de Berthelot por el verdadero Lajares de Fuerteventura.
¿Y qué podemos decir nosotros de Yarosa? Tampoco nada, más que de entre todos los topónimos tratados en este diccionario el que más se parece es el Orosa de El Hierro, pero tampoco hemos podido decir algo de provecho sobre él. Y así sigue la mayor parte de los topónimos canarios de origen guanche: en el limbo de la significación.
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