Bentaica
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/3857
En el capítulo que Abreu Galindo decida en su Historia a las costumbres de los naturales de la isla de El Hierro dice que éstos tenían dos dioses ídolos que los fingían macho y hembra y que estaban representados "en dos peñascos cumplidos a manera de mojones, que están en el término que llamaban Bentayca, que hoy llaman los Santillos de los Antiguos". Merece copiarse por entero el texto de Abreu por cuanto relata una costumbre de los aborígenes herreños que en algo coincide con la de otras islas, pero en algo es también particular. Dice así:
Y, como el principal sustento de los herreños era el ganado, ya que por la sementera no les pusiese cuidado la falta de agua, poníanles por los yerbajes y pasto para el ganado. Y así, cuando veían tardar las aguas en el invierno, juntábanse en Bentayca, donde fingían estar sus ídolos, y alrededor de aquellos peñascos estaban sin comer tres días, los cuales con la hambre lloraban y el ganado balaba, y ellos daban voces a los dioses ídolos, que les mandasen agua. Y, si con esta diligencia no llovía, uno de los naturales, a quien ellos tenían por santo, iba al término y lugar que llamaban Tacuytunta, donde está una cueva que decían Asteheyta, y metiéndose dentro e invocando los dioses ídolos, salía de dentro un animal en forma de cochino, que llamaban Aranfaybo, que quiere decir 'medianero'; porque, como aquellos gentiles vían que por sus ruegos no alcanzaban lo que pedían, buscaban medianero para ello. Y a este Aranfaybo, que era el demonio, tenían ellos en lugar de santo, y que era amigo de Eraoranzan. Y, como salía, lo tomaba y lo llevaba debajo del tamarco adonde estaban los demás esperando con sus ganados, alrededor de aquellos peñascos; y andaban todos dando gritos y voces en procesión, a la redonda de aquellos dos riscos, y llevando el cuchino debajo del tamarco. Y, como el demonio es grande artífice de cosas naturales, hacía llover, porque fuesen ciegos tras su adoración. Y, si vía el que llevaba el cochino que era menester más agua, teníase consigo este demonio y, cuando le parecía que había llevado lo necesario, largábalo y volvíase a su cueva, a vista de todos (1977: 90-91).
Un poco antes de este largo pasaje, en el mismo capítulo dedicado a "las costumbres de la gente del Hierro", dice Abreu que los naturales de la isla de El Hierro adoraban a "dos dioses ídolos, que los fingían macho y hembra", que al macho lo llamaban Eraoranzan y a la hembra Moneyba, y que no eran corpóreos sino que estaban representados en "dos peñascos cumplidos a manera de mojones, que están en un término que llamaban Bentaica, que hoy llaman los Santillos de los Antiguos" (ibid.: 90).
Esta misma costumbre y uso de los bimbapes herreños aparece en la Descripción de Leonardo Torriani (1978: 213-214), aunque de una manera mucho más sintética y menos circunstanciada, razón por la que hemos de creer que ambos autores la tomaron de una misma fuenta anterior, si bien pudo ser desarrollada por cada uno de ellos desde un conocimiento directo de la isla, según se cree hizo al menos Abreu Galindo. Los topónimos citados por Torriani son los mismos de Abreu, si bien escritos como Tacuitunta y Abstenehita, pero con la gran ausencia del topónimo principal de Bentaica. Y ellos dos son los dos únicos autores de entre los historiadores canarios de la primera época primeros que testifican esta curiosísima costumbre de los herreños aborígenes.
Como decimos contiene comportamientos similares a los aborígenes de otras islas, como el culto y adoración que dedicaban a roques y peñascos (en esto, similar a lo que los palmeros de la Caldera de Taburiente practicaban al Roque Idafe), como la práctica de encerrar a sus ganados sin comer ni beber en los "baladeros" a fin de propiciar la lluvia, o como la existencia de unos "adivinos" o mediadores (en el caso de El Hierro un cerdo identificado con el demonio) a los que acudían para determinadas consultas. Pero tal cual la narración de Abreu Galindo, la costumbre de los bimbapes herreños es muy singular.
Así pues los topónimos citados en el texto de Abreu son tres: el del lugar más genérico llamado Bentaica, el del particular Tacuytunta y el de la cueva que había en este último de nombre Asteheyta. No se dice que estuvieran en un mismo lugar, pero los dos últimos no podían estar muy lejos del primero. Por mucho que hemos buscado en la toponimia de El Hierro estos tres nombres nadie nos ha podido dar cuenta de ellos, de ninguno de ellos, como perdidos del todo para la tradición oral. No han faltado, sin embargo, autores que ante las pocas noticias que sobre la prehistoria de la isla de El Hierro dan las fuentes históricas de Canarias han intentado ubicar estos tres lugares acudiendo unos al conocimiento que tenían de la geografía de la isla y otros a la cierta proximidad que estos tres nombres antiguos pueden tener con algunos topónimos actuales. Uno de ellos, el historiador herreño Dacio Darias Padrón (1988: 24) identifica este Bentayca con el Pico Bentejís, que está en la zona de Los Lomos, al oeste de la Villa de Valverde, en el entorno del famoso garoé, y la cueva Asteheyta en la que moraba el cerdo mediador con una cueva que está en el barranco de Tejeleita, en la costa este de Valverde. Otro, el filólogo Juan Álvarez Delgado (1945: 409-416 y 1946: 10-15), identificó el lugar del Bencaica con el lugar de Los Santillos, en una zona intermedia entre El Pinar y La Restinga, mientras que la cueva del cerdo dice que estaba en la parte norte de la isla, cerca del pueblo del Mocanal, con el nombre de Teseneita. Más modernamente se han sumado otras dos opiniones: la de la arqueóloga Jiménez Cruz, quien dice no creer en la localización propuesta por Álvarez Delgado para esos "lugares sagrados", pues "no existen allí vestigios arqueológicos que revelen la magnitud que debió tener este sitio privilegiado" y cree más bien en la propuesta de Darias Padrón (1993: 118), y la del historiador local Carlos Quintero Reboso (1997: 181-185), quien se detiene en este asunto, después -dice- de recorrer los sitios propuestos para comprobar sobre el terreno la verosimilitud de las propuestas hechas. Quintero Reboso cree aportar "la prueba definitiva" identificando Bentayca con el actual Pico Bentejís; los dos riscos alrededor de los cuales bailaban los bimbapes con dos roquillos que había en la vertiente del Pico Bentejís, sobre el actual pueblo de Tiñor, y que en la actualidad han desaparecido; para el término llamado Tacuytunta no halla explicación; y la cueva Asteheyta donde encerraban el cerdo sagrado es la actual Cueva de la Pólvora, en la cabecera del Barranco de Tejeleita. Todo en las cercanías del término de Valverde, alrededor de la zona denominada genéricamente como Los Lomos. Pero antes de todos ellos ya Bethencourt Alfonso se había detenido en este asunto de Los Santillos y había propuesto una localización muy precisa, describiendo el lugar con tal detalle que no puede sino haberlo visto con sus propios ojos. Dice que se encuentra "al oeste de la Montaña Tembárgena, emplazados en un pequeño malpaís, los conocidos desde la antigüedad por los Santillos y corrales de Bentayga, que fueron respectivamente dos ídolos y dos templos de los indígenas. Los tales corrales no lo son en rigor, pero produce esa impresión la manera de hallarse dispuesto un resalte sobrenatural o muralla rocosa del suelo, aunque a trechos interrumpida" (1991: 291, n.10). Y sigue describiendo el lugar y los accidentes más sobresalientes, uno de los cuales, un monolito de piedra, que figuradamente representaría el órgano sexual masculino, es interpretado como Erahoranhan, mientras que un espigón rocoso, con dos bloques desprendidos, simbolizaría el ídolo del sexo femenino representado por Moneyba.
También nosotros hemos tratado de identificar este lugar sagrado de los bimbapes herreños y coincidimos con la hipótesis de Bethencourt. Si estamos en lo cierto ese topónimo Santillos de los Antiguos citado por Abreu Galindo es el que hoy se conoce con el simple nombre de Los Santillos (Trapero et alii 1997: 198), situado en el municipio de El Pinar, al sur de la isla, en un punto centrado al oeste de la Montaña Tembárjena y al norte de la Hoya de los Roques. Hemos explorado minuciosamente el lugar en el verano de 2016, y a pesar de que una parte de ese cercado se ha convertido en zona de cultivo y que incluso se ha construido allí una casa rústica con el aprovechamiento de una de las afloraciones rocosas, todo parece allí primitivo, arcaico, inalterado a pesar de los siglos, todo parece coincidir con la descripción de Abreu y en todo coincide con el hábitat principal que los bimbapes tomaron de la isla. En efecto, Los Santillos está en la zona de mayor arraigo en la práctica del pastoreo de la isla, de ayer y de hoy, en las laderas del sur, comprendiendo en esos dos tiempos la historia toda de la isla de El Hierro, pues en el aspecto del pastoreo los herreños hispanos continuaron con las mismas prácticas y costumbres que los pastores bimbapes, y hasta han conservado una gran parte del vocabulario con que los aborígenes se referían al mundo del pastoreo (ver Trapero 1999b: 69-118). Y hasta en esto el lugar es coincidente con la primera observación del texto de Abreu Galindo: que la actividad principal de los aborígenes herreños era el pastoreo, pues sementera no tenían. En este lugar de Los Santillos todavía hoy se pueden ver esos "dos peñascos cumplidos a manera de mojones", que peñascos cumplidos son, más propiamente que "roques", varias cuevas naturales y muros de piedras primitivísimos que cierran lo que se supone fueron recintos interiores, incluso con un muy notorio "conchero" de gran potencia sedimentaria, prueba inequívoca de la estancia allí fija o ritual de los aborígenes. Más aún: el entorno de la zona de Los Santillos es el de mayor carga arqueológica de toda la isla de El Hierro, incluyendo los grabados rupestres y los múltiples yacimientos arqueológicos del Julan. Muy cerca de Los Santillos está la Montaña de la Lajura, en la cual una moderna actuación arqueología (Velasco et alii 2005) ha descubierto una cueva funeraria colectiva con no menos de un centenar de individuos identificados pertenecientes a un espacio temporal de alrededor de mil años, convirtiéndose por estos dos parámetros en uno de los depósitos funerarios aborígenes más importantes del Archipiélago. A muy poca distancia en línea recta está la costa del ahora llamado Mar de las Calmas que proporcionaba a los bimbapes los productos marinos de los que es testimonio el conchero existente en el lugar. Y como aprovisionamiento de agua, tan escasa en toda la isla y que es la que da lugar al episodio narrado por Abreu, los herreños aborígenes tenían muy cerca la Playa Dulce, en la costa del acantilado que baja precipitadamente desde el letime de la cara este, así llamada porque en marea baja fluye un nacimiento de agua dulce que ha sido aprovechado por los herreños actuales hasta fechas no muy lejanas, aparte de otras fuentes también cercanas, como la Fuente del Julan, o los eres que podían formarse tras las lluvias en los numerosos barranquillos de la zona.
Hacemos notar el paralelismo, por no decir la casi igualdad, que hay entre este topónimo herreño y el grancanario Bentaiga. El topónimo herreño ha sido estudiado por Wölfel (1996: 776) sin conclusión alguna, remitiéndose en todo al topónimo de Gran Canaria, y modernamente por Reyes García (2002a: 121-122), quien desde una etimología totalmente fantasiosa dice que significaría 'lo que sostiene', que vendría a equivaler al concepto axis mundi de la religión de los bereberes y de los guanches.
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