Majorata
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/4223
Los nombres antiguos que se le ha asignado a cada una de las islas de Canarias, tanto sea en el periodo latino como en el de los aborígenes guanches, están cargados de problemas, y sin aparente solución. Lo dice claramente Viera y Clavijo en su Historia de Canarias: los nombres de las islas se deben a "las naciones de Europa" que las ocuparon, que, "sin consultar con los naturales ni sujetarse a los nombres que ellos las daban", pusieron a cada una de ellas un nombre especial "según su gusto y su capricho", y así llamaron Titre-roy-gatra a Lanzarote, Maxorata a Fuerteventura, Benahoare a La Palma, etc." (1992a: I, 67).
El caso concreto del nombre Maxorata (así escrito generalmente) como denominación guanche de la isla de Fuerteventura es de documentación muy tardía, pues no figura en ninguna de las fuentes que consideramos "primarias" en la historiografía de Canarias. En efecto, ni está en las crónicas de la conquista de Gran Canaria ni en las historias de Espinosa, de Torriani y de Abreu Galindo.
En el capítulo que Torriani dedica a Lanzarote dice que los antiguos llamaron a su isla Maoh (1978: 37), de donde los naturales se dijeron mahoreros; y, un poco más adelante, que por zapatos llevaban un pedazo de cuero de cabra que llamaban maohs (pág. 41). No dedica tal atención, sin embargo, al nombre que los aborígenes dieran a la isla de Fuerteventura, solo dice que "los primeros que habitaron en esta isla, antes de que fuese conquistada por los cristianos, se parecían muchísimo con los de Lanzarote, en el habla, en el modo de vivir, en la fábrica de sus casas, en sus adoraciones y en el modo de casarse" (pág. 72). Se detiene más en la correspondencia que según algunos autores tuvo con Fuerteventura el antiguo nombre latino de Capraria del relato de Plinio (cap. xxiii) y en los motivos que pudieron existir para que finalmente se llamara Fuerteventura (cap. xxv), para despachar que el nombre guanche, según algunos autores, fue el de Maoh, lo mismo que el de Lanzarote, "porque hasta ahora los isleños [de Fuerteventura] se dicen mahoreros" (pág. 83).
Por su parte, dice Abreu que cuando la expedición de Bethencourt llegó a Lanzarote ésta no tenía nombre y que el de Lanzarote se lo pusieron los de la expedición normanda "por alguna persona conocida, del cual se usa en Francia y en Inglaterra" (1977: 52). Al decir de Abreu, ni Lanzarote ni Fuerteventura tuvieron nombre en la lengua de sus aborígenes, pues "al parecer antiguamente eran una [sola] isla, a la cual llamaron Capraria" (pág. 54), pero bien se deduce que ese era uno de los nombres latinos que figuraban en el relato de Plinio. A lo más que llega Abreu en esto es en decir lo mismo que Torriani: que "los naturales destas dos islas, Lanzarote y Fuerteventura, se llamaban mahoreros, porque traían calzados de los cueros de las cabras, el pelo afuera, unos como zapatos, a quien ellos llaman mahos; y algunos quieren decir que el nombre propio de la isla se dijo de este nombre, maho" (ibidem.).
A lo que se nos alcanza, es el poeta Antonio de Viana el primero que usa el término Mahorata para Fuerteventura (así escrito tanto en la edición de María Rosa Alonso como en el original del poeta) en el canto primero de sus Antigüedades en que nombra a cada una de las islas del Archipiélago por los que tienen en la actualidad y por los que tuvieron en la antigüedad (1991: canto I, vv. 38-39). Y en este mismo Canto Primero dice que los habitantes de Fuerteventura procedía "de aquella gente desterrada de África / por distar menos leguas de su costa; / llamáronlos después los mahoratas / y agora por memoria mahoreros" (ibid.: vv. 322-326). No sabemos de dónde pudo tomar Viana ese nombre, pues no está en la historia de Espinosa, que fue su fuente principal, por lo que bien podría deducirse que fue una creación poética personal suya, como lo son tantísimas otras palabras "guanches" de su Poema, eso sí, tomando como fuente el nombre de mahorero, que éste sí aparece en el libro de Espinosa.
La escritura del nombre como Maxorata, que es la que se ha impuesto en la historiografía moderna, tiene su origen en Viera y Clavijo (1992a: I, 67), que modifica (haciéndolo más exótico) la escritura de Viana, que sin duda conocía. Nada nos dice del porqué del nombre Maxorata, más que los nombres de las islas se deben a "las naciones de Europa" que las ocuparon. Pero añade algo interesante y muy personal. Dice Viera que como Fuerteventura era más vasta, más poblada y más fuerte que Lanzarote, "fue muy regular se dividiese en dos facciones poderosas, y muy natural que de cada facción se formase una monarquía. El reino de Maxorata comprendía desde el puerto de Corralejo hasta más acá de donde está ahora situada la villa capital; y el de Jandía, desde este término hasta la punta que tiene el mismo nombre". Y un poco más adelante dice que el rey de Maxorata se llamaba Guize y el de Jandía, Ayoze (1992a: I, 188-189). Pero hemos de decir que esa precisión que hace Viera del nombre de Maxorata para la parte norte de Fuerteventura es solo suya, que nunca se ha constatado en ningún otro documento interno de la isla ni por supuesto ha pervivido en la tradición oral.
Después de Viera no se ha hecho sino repetir el nombre de Maxorata, como hace, por ejemplo, Berthelot (1978: 138) y todos los autores que se ocuparon de la toponimia guanche desde la mitad del siglo XIX en adelante.
En cuanto a la interpretación filológica del término, dice Álvarez Rixo que "puede provenir de Magràuàh, tribu bereber que procede de los Zenetàh" (1991: 113). Marcy dice que Maxorata es término que está castellanizado, y que procede de mahor o mahu, término que no está atestiguado en el bereber actual con el sentido 'calzado rústico', como dicen las fuentes primeras de Torriani y Abreu, pero que "esta palabra corresponde a un masculino normal, con aféresis dialectal del prefijo a-, al término tuareg tamhit 'saco de piel de dimensión media que sirve para el transporte de víveres'", y que la identidad de este radical "es de las más probativas" (1962: 277-284). Finalmente, nada puede aportar Wölfel desde el bereber, pues -dice- "si bien cabría una posibilidad derivación aborigen a partir de un major-, también la forma de la terminación sería muy europea, aun cuando en español fuera de esperar un -ada", con lo cual concluye que ha de dejarlo "pendiente de solución" (1996: 715-716). En definitiva, que queda en el aire la verdad histórica del término Maxorata, Mahorata o Majorata, y que bien podría haber sido un nombre creado por el poeta lagunero Antonio de Viana, pues como poeta bien podía hacerlo, como en efecto hizo con tantísimos otros nombres que han pasado a formar parte del ideario de la onomástica "guanche", si bien en este caso tenía el antecedente de la existencia de la palabra majorero como gentilicio o etnónimo de los Fuerteventura, como dijeron Espinosa, Torriani y Abreu.
En la actualidad, el término majoreros se reserva exclusivamente para los habitantes de Fuerteventura, siendo el de Lanzarote bien el de lanzaroteños o (dentro de las islas) el de conejeros. Sin embargo, el término majos sigue utilizándose desde la investigación histórica tanto para los aborígenes de Fuerteventura como de Lanzarote (por ejemplo, Cabrera Pérez et alii 1999, que lo ponen en el título de su obra), pero esa denominación no es en absoluto popular: La palabra majo, siendo de origen guanche, ha pervivido en el habla popular de Canarias, pero sólo en la isla de El Hierro, y allí, justamente, con la significación que ya le asignaban Torriani y Abreu: majos llaman los pastores herreños al rústico calzado (especie de abarcas) que ellos mismos usaron hasta tiempos recientes, siendo primero de cuero de ovejas o cabras y después de gomas de camiones (ver Trapero 1999: 123-124). No obstante, el término Majo pervive en la toponimia de Lanzarote y en la de Fuerteventura, sin duda con la referencia a los aborígenes de esas dos islas.
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