ESTUDIO INTRODUCTORIO


12. Determinados segmentos léxicos

Determinar los aspectos morfológicos de una lengua perdida es más fácil que averiguar sus aspectos léxicos, por la cierta regularidad de los primeros y la general asistematicidad de los segundos. Mas también es posible detectar un segmento léxico cuando este se repite en similares posiciones contextuales. Así, suponiendo la desaparición del español, el investigador que se pusiera a la tarea de su estudio podría llegar a descubrir la reiterada aparición de un segmento léxico como /terr/ en términos como enterrar, territorio, terruño, terroso, terrero o terrateniente, y por ese camino podría llegar a ver en ellos un mismo étimo, aunque guiado por ese solo criterio formal no llegara a descubrir que también la palabra tierra formaba parte de la misma serie, por desconocer el fenómeno de la diptongación de la e tónica en el tránsito del latín al castellano, y que, por el contrario, pudiera llegar a vincular a la serie primera palabras como terror y aterrado, por desconocer el distinto étimo del que proceden.

De la misma manera podremos proceder ante una lengua perdida como el guanche, con todas las cautelas posibles, pues los materiales de que disponemos para su estudio son de un estrato lingüístico particular, el toponímico, llegado a nosotros tras más de cinco siglos de acomodación a otra lengua37 y totalmente opaco en su gran mayoría en su dimensión semántica. Pero aun así, su condición de topónimos permite en algunos casos vincularlos con el tipo de geografía a la que designan y obtener de esa relación una verosímil interpretación semántica. Cuando un mismo topónimo guanche se repite en varios lugares, incluso en varias de las islas, y en todos ellos tiene por referencia un mismo tipo de accidente geográfico, o una misma especie vegetal, o un similar aspecto geomorfológico, casi podemos estar seguros de que el significado que ese término tuvo en la lengua de los guanches se identificaba con la referencia a la que todavía designa. Un ejemplo evidente de lo que decimos es el término time: ha desaparecido como apelativo de la lengua común del Archipiélago, pero sigue viviendo como El Time en Fuerteventura, designando a un pueblo (y antes a un lugar) situado en la cima de un alto cerro; El Time se llama también la parte alta del gran risco vertical que cierra la parte norte de la desembocadura del Barranco de las Angustias, en La Palma, la única salida natural de las aguas de la Caldera de Taburiente; mientras que en la isla de El Hierro se usa todavía de continuo como apelativo pleno la voz letime (como resultado de la fusión el time) y hay varios lugares que tienen el nombre específico de Letime, todo ellos situados en la parte más alta de grandes riscos o elevaciones. Además, es posible que el elemento léxico time sea el que subyace en topónimos como Timirijay y Temejereque en Fuerteventura, Timanfaya, Timijotes y Temeje en Lanzarote, Timagada en Gran Canaria y Timijiraque o Temijiraque y Temejerén en El Hierro, y hasta que sea el elemento final del antropónimo Guanarteme. En conclusión, podemos postular con cierto grado de seguridad que time significó en guanche 'el borde de un precipicio' y que con ese mismo significado siguió viviendo en épocas en que ya en las Islas se habló el español.

De la misma manera, cuando unos mismos segmentos léxicos se reiteran y reiteran en topónimos con igual o similar referencia geográfica estamos en condiciones de formular determinadas hipótesis interpretativas sobre esos segmentos léxicos38. No ha sido esta parcela del léxico guanche tan frecuentada como lo han sido los aspectos morfológicos, sin duda porque conlleva mayores dificultades intrínsecas, pero algunas se han formulado, por ejemplo las apuntadas por Álvarez Delgado (1951: 198-200) a los radicales guanches gal, taba, tauro, gara y guad y que pone en relación con la toponimia europea de raíz preindoeropea. Por otra parte están los paralelismos que puede ofrecer el bereber y que en mayor o menor medida y con más o menos acierto han señalado todos los que han tomado el estudio del guanche en relación con el bereber, desde George Glas. El que más pistas ha aportado para la interpretación de las voces guanches desde el bereber ha sido, sin duda, Wölfel, pues lo ha hecho sobre el repertorio léxico total del guanche conocido por él y teniendo como contraste el mayor repertorio lexicográfico del bereber. Pero sus aportaciones distan mucho de ser sistemáticas y menos de ser concluyentes; son solo pistas aisladas, dispersas a lo largo de sus Monumenta Linguae Canariae, observaciones y comentarios que no llegaron a tener el capítulo conclusivo que su autor se había propuesto, según reza en el índice programático de su gran obra. Pero sí parece concluyente el hecho de que la reiteración de unos mismos segmentos léxicos en un número considerable de topónimos sea testimonio de unos étimos propios de la lengua de los aborígenes canarios.

Así que por nuestra parte, tras el largo y meditado estudio que hemos dedicado a la toponimia guanche objeto de este Diccionario, creemos poder aportar un panorama aproximado de combinaciones léxicas que por su especial reiteración en los topónimos guanches podrían constituir segmentos léxicos con una aparente autonomía semántica. Ninguno constituye por sí mismo una unidad léxica autónoma, pero cada uno de ellos parece contener o un radical léxico o un segmento que se repite en multitud de topónimos. De los primeros es muy problemática su identificación por cuanto en ellos ha operado de manera sustancial el sistema vocálico del español y ya no es tan fácil determinar la estructura consonántica básica del bereber. Y de los segundos nos parecen más significativos aquellos en los que el respectivo segmento léxico aparece al final de palabra por cuanto puede ser más fácilmente identificable. Imposible resulta para nosotros determinar segmentos que puedan constituir marcas con valor léxico al comienzo de palabra por cuanto en esta posición actúan de manera sistemática los morfemas de género, según hemos visto. Y problemática resulta la tarea de identificar determinados segmentos en el interior de la palabra de los topónimos guanches, por la gran variabilidad que ofrecen las combinaciones vocálicas, pero algo significativo deben de tener cuando se repiten en gran cantidad de ellos.

Nuestra aportación en esto no tiene pues más objeto que la de mostrar unos hechos lingüísticos muy reiterados de los cuales podrían desprenderse consecuencias léxico-semánticas. Pero nuestras propuestas interpretativas en cada caso no pasan de ser meras propuestas, suposiciones personales a la vista de esas reiteraciones léxicas en los topónimos y del conocimiento que podemos tener de la realidad geográfica nombrada, si bien aducimos determinadas interpretaciones de otros autores cuando vienen al caso. Claro que algunas de estas propuestas se soslayan y por tanto se anulan entre sí, por lo que no tienen más valor que el de una mera observación que alguien con más conocimientos que nosotros en el dominio de las lenguas bereberes podrá confirmar, corregir o simplemente anular por inviables.

De ellos solo citaremos aquí los que tienen un índice de reiteración superior a 10 o que cuenten con algún antecedente interpretativo.

12.1. Posibles radicales

Los radicales léxicos en el bereber se configuran por lo común sobre consonantes, ya sea formando grupo o aisladas. Esta regla general, como en cualquier gramática de cualquier lengua, tiene las excepciones "que confirman la regla", como, por ejemplo, en los verbos que pueden manifestarse con consonantes y apoyos vocálicos.

Radical DR. Este radical es el que parece estar en los topónimos Adar, Adara y Guandarsa de Tenerife, Aguadara o Guadara, Dar y Dares de El Hierro, Ajódar, Artedara (variante de Arteara) y Gáldar de Gran Canaria, Adará o Aradá de La Gomera, y otros. Podría explicarse desde la voz del bereber addar y otras similares con el significado de 'ribera escarpada' o 'lugar montañoso' tratado por Wölfel en varios lugares de sus Monumenta (1996: 700-701 y 834-835). También nuestro colaborador berberólogo Abrahan Loutf registra la voz addar (pl. addaren) con el valor de 'acantilado' en el habla de Matmata en Túnez. Sin embargo, la palabra adar es común en varias hablas del bereber con el significado 'el pie', que trasladado al lenguaje toponímico podría equivaler a 'la parte baja de una elevación'. Si esta interpretación tuviera realmente consistencia vendría muy bien para explicar el topónimo grancanario de Gáldar como 'la que está debajo de la montaña', que coincide exactamente con la geografía del lugar, de ahora y de siempre.

Radical SK. No señalado por nadie hasta ahora, pero de una gran productividad, con más de 50 recurrencias léxicas en la toponimia canaria de origen guanche. En la escritura puede aparecer o como (e)sc(a) o como (e)squ(e/i) y que podría esconderse en topónimos como Escán, Esque, Esquén, Esquinso (y derivados), Esquey, Lesque, Mafasca, Mesques, Molesques y Tenicosquey, todos ellos de Fuerteventura; en Esquine, Guascar, Isque e Iscagüe de La Gomera; en Brosque, Cáscara, Chamusco, Chimbesque,Chesca, Masca, Mascona, Tarasca y Trobísqueras de Tenerife; en Artisco, Chibusque y Majañasco de Lanzarote; en Bascos,Carascán e Isique / Aisique de El Hierro; en Corisco, Tenisque e Iscagua / Discagua de La Palma; en Chamoriscán y Farisca de Gran Canaria; en Tasca y Tenisca en varias islas, y quizás otros. Según las averiguaciones que hemos hecho sobre los muchísimos topónimos que contienen esta raíz léxica en la isla de Fuerteventura, estos vienen a significar 'la choza o refugio improvisado para el ganado', equivalente a los goros del resto de las islas, dándose además la circunstancia de que esta voz goro falta en la toponimia de Fuerteventura. Lo que no quiere decir, obviamente, que todos los topónimos señalados tengan esa referencia, pues el radical SK puede contener solo la idea de 'piedra'.

Radical FR. Los topónimos canarios guanches que previsiblemente responden a este radical son los siguientes: Afur, Arafara, Archifira, Chafiras, Chifira, Guenchifira, Faría, Ifara, Iferfe y Ofra en Tenerife; Afara y Fares en El Hierro; Farías y Faros en La Palma; Cháfiro o Cháfero en Fuerteventura; Tafira en Gran Canaria; Fara en Tenerife y La Gomera; y Faro en Tenerife y Gran Canaria. Ese radical tiene en el bereber sentidos tan diversos como el de 'cueva' o el de 'vegetación cerrada', pero es posible que por detrás de esos sentidos particulares esté el significado más genérico de 'lugar escondido'.

Radical XR. Esta combinación consonántica aparece bastante reiterada a comienzo de palabra especialmente en la forma jura-. Son ejemplos los topónimos gomeros Juracán, Juragüebo y Jurama; los herreños Jurabardo, Jurangos y Juraña; el palmero Juraga y el tinerfeño Jureña. Pero también podrán serlo los que tienen el componente jur- con pérdida probable de la vocal siguiente, de los que serían ejemplo: Jurdán, Jurgán, Jurga y Jurubín, todos de La Gomera y Jurdana de Tenerife. Y advertimos que son especialmente abundantes en las islas de La Gomera y El Hierro y todos ellos exclusivos de las islas occidentales. Perera López (2005: 11.79) dice que el topónimo específico Degollada de Jurdán podría tratarse de un caso de redundancia, en donde tanto degollada como Jurdán vendrían a significar lo mismo, pues las voces del tamazight igerdan / iyerdan (raíz GRD) significan 'depresión de un cresta montañosa' según Taifi (1991: 165-166). De ser así, ¿todos los topónimos citados serían 'degolladas'?

12.2. Posibles segmentos al final de palabra

Segmento /-eque/. El segmento léxico eque en posición final de palabra, con algunas formas terminadas en -egue que consideramos variantes de expresión, es repetidísimo en la toponimia canaria de origen guanche, y muy especialmente en la de Tenerife: Abeque, Ajeque, Bejeque, Bencheque, Bersegue, Chimeque, Chinegue, Chipeque, Eñegue, Eque, Igueque, Ijeque, Jeque, Meleque, Micheque, Morbeque, Moreque y otros. Luego algo debía significar ese segmento cuando está tan repetido en la toponimia de una misma isla y en la que incluso figura como unidad léxica plena: Eque (como variante de Equis) y Cheque, con el prefijo del género femenino. Y está también en otras islas: Bejeque, Guayadeque y Faneque en Gran Canaria; Jieque, Sieque, Tajodeque y Yeque en La Palma; y Endueque, Moseque y Temejereque en Fuerteventura

No sabemos si tendrá algo que ver con ello, pero nuestro colaborador Abrahan Louth nos dice que en bereber la voz cheque tiene una referencia genérica al mundo de la flora, ya sea individual, por ejemplo un árbol, o colectivo, un monte.

Segmento /-aque/. El segmento -aque como final de palabra aparece también de forma muy reiterada en la toponimia canaria de origen guanche, aunque no tanto como su paralelo -eque, que no sabemos interpretar si como formas independientes o simples variantes de expresión; aquí también con predominio en los topónimos de Tenerife: Bubaque, Chifaque, Chimaque o Chimague, Guañaque y Maque, seguidos de los de El Hierro: Alsánaque, Mintacaque, Sísaquey Temijiraque, de los de Gran Canaria: Alfaque y Jaque y el de Fuerteventura: Escaque.

También en este caso juzgamos como variantes de expresión los que terminan en -ague por la simple alternancia o neutralización de las velares k/g. Es muestra de ello el topónimo Chimaque o Chimague de Tenerife; es lo común en La Gomera (según ha demostrado Perera López: 2005: 1.19): Apagague, Chiguarague, Chijuague, Guaicague, Ijuague, Juague y Lapagague; y contamos con un ejemplo de Fuerteventura: Tesejerague.

En todos estos casos de -eque, -aque y -ague creemos que la vocal final es un añadido paragógico desde el español. Y queremos traer aquí la propuesta de Xaverio Ballester (2014a: 90) de suponer el segmento /ak/ como un sufijo aumentativo en el bereber y que ha dejado algunas muestras en el guanche, como jubaque, que es como los aborígenes de El Hierro llamaban a las ovejas "gordas y de mucha grasa", según dice Abreu Galindo (1977: 89), el apelativo de Tenerife taburnaque 'glotón, que come con exceso y con ansia', aunque ya desusado según el DDECan, y que Perera López ha recogido recientemente en La Gomera con la forma variante de taburnaco 'persona o animal que está muy gorda' (2005: 23.243).

Segmento /-ico/. No son muchos pero sí muy significativos los topónimos guanches que terminan en el segmento -ico, tales como Arico en Tenerife, Belico en La Palma, Bolico en Tenerife y Gran Canaria, Guarchico en La Gomera, Garachico en Tenerife y La Palma, Chiñico en Tenerife, Tonico y Totico en Lanzarote, Unchico en Tenerife, y otros. Y descartamos de esta relación los que consideramos claros diminutivos del español sobre apelativos guanches, como puede ser Bailico, diminutivo de balo, o diminutivos que hemos llamado "geográficos" por ser accidentes menores respecto de otros cercanos, como puede ser Tasartico respecto de Tasarte. Respecto a este final -ico de los topónimos guanches se pregunta Wölfel (1996: 1042) si no sería el mismo elemento (fonológico o léxico) que el -que de topónimos como Nambroque o Chinambroque.

Segmento /-aya/. El segmento /aya/ aparece muy significativamente al final de muchos topónimos guanches, y a la vez muy significativamente por su preponderancia en la isla de Tenerife: Araya, Burgaya, Cambraya, Chayagua, Chibisaya, Ifaya, Ismaya, Mandaya, Tamadaya, Tasagaya y Tinguafaya; seguida de La Gomera: Amaya o Maya, Chimayas, Pumaya y Usaya o Busaya; y después de Lanzarote: Timanfaya y Tisalaya; de Gran Canaria: Guardaya y Taya; y de Fuerteventura: Tindaya.

A ellos es posible que puedan sumarse como variantes por un fenómeno de disimilación vocálica los que terminan en /-oya/, y que son: Ganoya en Tenerife, Maramoya y Segoya en Lanzarote, Papapoya y Taboya en La Gomera, Tamaraoya en La Palma y Tenoya en Gran Canaria.

Mucho menos significativa es la presencia del segmento /aya-/ al comienzo absoluto de palabra: Ayacata y Ayagaures en Gran Canaria, Ayajure y Ayamosna en La Gomera y Ayamás en Fuerteventura; o precedido de una consonante que podría considerarse como marca morfológica y no lexemática; con el prefijo B-: Bayanda y Bayardo en Tenerife y Bayaquería o Bayaquerida en Lanzarote; con el prefijo F-: Fayagua en Fuerteventura; con el prefijo Ga- o Gua-: Gayabardo en La Palma, Gayagaya en Tenerife y Guayana en La Gomera; y con el prefijo M-: Mayantigua, Mayata y Mayatos en La Palma.

Segmento /-ea/. Igualmente nos llama la atención el final -ea de no muchos pero sí muy significativos topónimos presentes en todas las islas del Archipiélago. Y son: Ajea, Amea, Atalisea, Miquinea y Terejea en Tenerife; Chinea y Mochea en La Gomera; Chaquea y Guatisea en Lanzarote; Jinojea y Tinea en Fuerteventura; Agüechea o Guachea en La Palma; Bea en Gran Canaria; Bentejea en El Hierro; Tejea en Lanzarote y Fuerteventura, y Guinea en Tenerife, La Palma, El Hierro y Gran Canaria.

Segmento /-gaña/. No son muchos los topónimos que terminan con este segmento, pero sí muy llamativos, por cuanto contienen incluso la nasal palatal /?/, ajena como se ha dicho en el bereber pero no infrecuente en las voces de origen guanche. Registramos Chagaña, Chasagaña, Chiñagaña, Lagaña y Urgaña en Tenerife, Marangaña y Tarangaña en La Palma y Magaña en La Gomera.

Segmento /-al/ o /-ar/. Muchas voces toponímicas terminadas en -al (con acentuación aguda) son, en efecto, de raíz guanche, pero porque sus correspondientes lexemas han pasado al español como voces comunes: mocanal (de mocán), tabaibal (de tabaiba), tabonal (de tabona), balial (de balo), berodal (de berode), tederal (de tedera), etc., a las que se les ha aplicado el sufijo español de los colectivos. Sin embargo hay otras que son enteramente guanches, sin que pueda analizarse ese final como morfema del español. Son muchísimos, y tienen una distribución muy particular, con su presencia en las islas occidentales, excepto en El Hierro, y su ausencia en las orientales, excepto Fuerteventura. Son, entre otros: en Tenerife: Bital, Chirchal, Jinibal, Majimial, Maquinal, Muñijal, Murujal, Pijaral, Sambusal y Tanjial; en La Gomera: Arajigal, Chinijal, Garnal, Igual, Jacomal, Jinobal, Janibal, Lajugal, Machal, Ojal y Orijanal; en La Palma: Abasal, Argual, Garnal, Jacomal, Juanibal, Nibal y Tacaibal; en Fuerteventura: Abonal, Barbosal, Teral, Pesenescal, Testabal y Tintabajal; y además los nombres de plantas: jorjal y orobal. Y nos quedan muchos dudosos: Aseitunal, Chajoral, Guargasal, Tafetal, Tejal, etc.

No son tantos, pero sí también muchos los que terminan en -ar (también con acentuación aguda) y que consideramos una variante de -al por la constante y común alternancia que hay en el español de Canarias entre l/r sobre todo al final de palabra, y son ejemplos palmarios de esta alternancia los que viven con las dos variantes: Balbusal y Balbusar en Fuerteventura, Majimial y Mejimiar en Tenerife, Teguital y Tequital en Fuerteventura y Umal y Umar en Lanzarote. E igualmente se reproduce casi exactamente la extraña distribución interinsular de estos topónimos. En Tenerife: Adar, Atosar, Bitar, Mijiriar, Mejimiar y Tejar; en La Gomera: Ajojar, Guanijar, Guarimiar, Guascar, Majiar y Muimar; en La Palma: Aguatabar, Amagar y Jiriguiyar; en Fuerteventura: Almijar, Balbusar, Benamar, Miyar, Yamar y Teguitar; en El Hierro: Dar, Guasaguar, Moliar y Tisamar; y en Gran Canaria: Amurgar, Tejar y Tinamar.

Segmento /-ero/. Al igual que en el caso anterior, las voces de origen guanche que terminan en -ero nos llevan de inmediato a considerarlas como derivadas con el sufijo español. Mas para ello deben ser antes apelativos; y así son, en efecto, muchas, como gomero, tacorontero, tirajanero, mocanero, charnero, etc, formadas desde el español sobre términos guanches que han pasado al español de las Islas con plenitud funcional. Pero no son pocos los topónimos enteramente guanches que acaban en -ero: como Chinyero, Guayero y Tachero en Tenerife; Agalero, Bocanero, Chisero, Langrero e Igualero en La Gomera; Artero y Tejero en El Hierro; Asero en Gran Canaria y Tenerife; Aguanero, Rifero y Janero en La Palma, Chafero en Fuerteventura, etc.

12.3. Otros posibles segmentos en posición indeterminada de la palabra

Segmento /aca/. Es un segmento que tiene una extraordinaria recursividad en la toponimia canaria de origen guanche. En un buen número de casos se convierte en el elemento léxico principal, si no único del topónimo, caso de Aca, Faca, Facay, Jaca, Pracan, Taca o Utiaca; pero son muchos más los casos en que este segmento aparece integrado en términos más complejos, como Acanabre, Acananche, Acardese, Acara, Amacas, Añaca,Araca, Ayacata, Chimaca y un largo etcétera. Nuestro colaborador Abrahan Loutf lo ha identificado semánticamente como 'la parte alta de una elevación de terreno'. Y esta definición se ajusta perfectamente a la orografía de muchos de ellos, muy especialmente al topónimo Aca del Macizo de Teno.

Segmento /amar/. Este segmento léxico es muy reiterado en la toponimia canaria de origen guanche, bien sea por sí solo o con otros elementos, sin que sepamos si esos otros elementos modifican la naturaleza del radical nominal MR que es el que suponemos contiene.

Con el solo segmento /amar/ se pueden citar los siguientes términos: Amara, Amarnia, Amarnija y Samara, todos ellos topónimos de Tenerife; Famara de Lanzarote, Yamar (variante de Ayamás) de Fuerteventura, Amargabinos y Benamar (variante de Benama) de La Palma y Samarín de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura.

Los más numerosos son los que contienen el segmento /tamar/ cuya t- inicial interpretamos como marca del femenino singular: Tamarajanche, Tamargada, Tamariste y Tamarjanche o Tamarganche de La Gomera; Tamadaba, Tamara-Gáldar, Tinamar y Tamaraseite de Gran Canaria; Tamargo o Tamarco y también Tamaraseite de Tenerife; Tamaretilla y Tamariche de Fuerteventura, Tamaraoya o Tamaragoya de La Palma; y Tisamar de El Hierro.

Y hay otro grupo menor en torno al segmento /amad/: Chinamada, Tamadaya y Tamadiste de Tenerife; Tamadaba de Gran Canaria; Tamaduche (variante de Tamaúche) de La Gomera y Tamaduste de El Hierro.

Se verá que algunos de los términos citados se repiten en uno u otro grupo, pues en efecto podrían ser interpretados de distinta manera, dependiendo de su pertenencia real a uno u otro segmento. Y así lo hizo Wölfel con tres topónimos de los citados y que son de los más conocidos: para el topónimo Tamaraseite aporta como paralelo la voz del bereber amersid (pl. imetsad) con el significado de 'palmera macho' (1996: 826); para Tamargada la voz bereber tageda con el significado 'bastón de palmera' (ibíd.: 855); y para Tamadaba la etimología bereber tama (ibíd.: 1066); o sea, tres etimologías distintas. Pues la realidad geográfica de esos tres lugares también es distinta: en los dos primeros casos es posible que sus respectivos nombres hicieran referencia a sus espléndidos palmerales (el de Tamaraseite ya desaparecido por la desaforada urbanización que allí se ha construido, pero el de Tamargada intacto y maravilloso), pero en el caso de Tamadaba no es el palmeral lo que lo caracteriza, pues está en una cota muy superior, sino el pinar.

Segmento /gal/. Identificado por Álvarez Delgado (1951: 198) como 'piedra redonda', presente en topónimos como Agalán, Agala, Gala, Gáldar, Galero, Galión, Galisorda, Galopes, Galga, Garigalga, Tegala, Tigalate, etc., con más de 25 recurrencias en nuestro corpus. Modelo de esta serie léxica podría ser tegala, nombre exclusivo de Lanzarote y que ha vivido en esa isla como apelativo hasta fechas relativamente recientes. Hoy solo vive en la toponimia, pero se recuerda con plenitud el sentido que tenía como apelativo: el círculo de piedras que hacía el pastor para resguardarse del frío a la vez que le servía de puesto de vigilancia de sus ganados, lo mismo que en El Hierro es la gorona y que en Tenerife es la tagora.

Segmento /gar(a)/. Identificado por Álvarez Delgado (1951: 198-199) como 'roque' o 'roca' o simplemente 'elevación' y que, en efecto, en muchos de los topónimos que lo llevan se corresponde de una manera evidente con sus respectivas orografías. En nuestro corpus aparecen unos 70 términos toponímicos actuales que lo contienen, y en todas las islas, de los que son ejemplos Garachico, Garabijo,Garañana y Garaga en Tenerife; Garabán, Garabío, Garafía y Garagualche en La Palma; Garajonay y Garagonache en La Gomera; Garafía, Garapa y Garasisel en El Hierro; Garata en Fuerteventura y Garañón en Gran Canaria. Puede que el componente léxico no sea gara, sino simplemente gar (seguido de otra vocal cualquiera), y que ese segmento pueda aparecer en cualquier posición de la palabra, lo que daría explicación a muchos más topónimos: Gargujo, Garigalga, Garimba, Garimén, Garome, Garsey, Almogarén, Amagar, Amurga, Belgara, Bigaroy, Igara, Malgara, Mogarén, Tágara, Tagarajita, Tagarga, Tagaraguanche, Chigarague, etc.

Lo primero que hay que decir es que, a pesar de su productividad, el segmento gara no aparece en forma autónoma en ningún topónimo de Canarias. Existe una leyenda popular en La Gomera en que se hace protagonista femenina de la misma a una aborigen de nombre Gara que al morir en los brazos de su enamorado Jonay dieron lugar al topónimo Garajonay, el pico más alto de la isla. Pero esa es solo una leyenda para justificar ese topónimo.

Y lo segundo, que el término gara es uno de esos nombres "universales" que por su simplicidad morfológica (paralelo a Tara, también topónimo guanche de Gran Canaria) aparece en cualquier lengua y con los significados más diversos. Gara es el título de un periódico diario del País Vasco, editado en San Sebastián, cuyo significado en el vasco es 'somos'. Gara es también una palabra de la lengua quechua con el significado de 'macho'. En aragonés gara significa 'estación' (procedente del occitano gare). Y gara en sardo y en Cerdeña significa 'competición' y se aplica a cualquier tipo de espectáculo competitivo; por ejemplo, los concursos de poesía improvisada se anuncian bajo el título de Gara.

Por ello es un término que cuenta con estudios varios al que se atribuye orígenes muy antiguos aunque no del todo coincidentes. Menéndez Pidal trata de ello en su Toponimia prerromana hispana (1968: 51-53) a propósito del término Garona (y afines), abundante en el norte peninsular en ríos y pueblos, entre ellos el río Garona que nace en Lérida, transcurre por todo el Valle de Arán y se hace río francés en la Aquitania. También con las formas garoña y guareña pervive en regiones del occidente peninsular como apelativo con significados como 'ribera', 'charca' o 'prado en que abundan los regatos', es decir, significados vinculados al agua, más bien al agua en movimiento. Pero hay otros autores que lo vinculan con el céltico garan 'grulla', aduciendo que en la antigüedad los ríos solían tomar nombre de un ave común, representativa de un genio demoníaco. A su vez, también Menéndez Pidal postula un étimo ilirio (o ligur o ambrón) para la voz carau que ha podido evolucionar a gar(r)a con el significado de 'piedra' (ibíd.: 92-93).

Esta hipótesis etimológica de car o gar como 'roca' o 'piedra' queda como sustrato en muchos lugares del Mediterráneo (Francia, Italia, España), en los Pirineos y en el Norte de África. El término garay en vasco significa 'monte alto'. Gara es también nombre frecuente en la toponimia del sur de Argelia para los montes y cerros, sean rocosos o no. Y nos informa nuestro colaborador Abrahan Loutf que en el bereber del Sur de Marruecos, en el chelja, la partícula gar se asociada a lugares de acceso extremadamente dificultoso, a la vez que en el lenguaje común tiene un valor despectivo para expresar la idea de maldad o de tosquedad o de fealdad y que tanto puede aplicarse a personas, animales o cosas; por ejemplo, gar-afgan es 'mala persona', mientras que gar-ass es 'mal día'.

Desde la bibliografía canaria el autor que más veces se ha fijado en el segmento gara ha sido Álvarez Delgado (1944b: 23; 1951: 198-199; y 1956: 338) para concluir en las significaciones de 'roque' o 'roca' o 'elevación'. También Bethencourt Alfonso describió la palabra gara como término que aparecía en un antiguo códice de Tenerife con el significado de "el islote o baja descubierta" (1991: 269). Y Wölfel, muy de pasada, dice que gara contiene la idea de 'elevación, altura, alto' en el vasco y que tiene paralelos en el bereber y en cusita, pero también en el árabe (1996: 1005). Otra consideración aparte merece el comentario que el franciscano Diego de Guadix (2005) concede al segmento gara a propósito del topónimo Garachico de Tenerife, creyéndolo árabe con el significado de 'cueva' y por metáfora 'guarida', de modo que el topónimo Garachico estaría compuesto de gar-ac-chiq y equivaldría a 'tu cueva te ha venido'. Y añade que "en Italia llaman gara a cierta sortijuela de hierro con que afiançan y aseguran el cabo o manico de madera de alguna herramienta, y que en España usan también de este nombre arábigo, aunque en el diminutivo guirola, que en menor corrupción dijeran garola".

Segmento /guad/. Componente léxico que tanto aparece al comienzo como en el interior de topónimos guanches: Aguadá, Aguadara, Aguadeún, Guadá, Guadajume, Guadamojete, Guiniguada, Iguadén, Tenteniguada, etc. Ha sido interpretado por Wölfel (1996: 759) como procedente de una raíz aborigen canaria wad(a) con el significado 'mar, agua', paralelo a la voz tuareg abada / ibuda 'canal de riego', al somalí bad 'el mar' y al de Bedauye gwad, gwadu 'fuente'.

Segmento /guar/. Según Álvarez Delgado (1944b: 23) este segmento léxico significaría 'pedregal' y estaría en relación con gara 'roque'. Es especialmente abundante en La Gomera: Aguares, Chinguarime, Guaraguán, Guará, Guaragana, Guarandama, Guarchico, Guarcho, Guarguila, Guarimiar, Guarín, Guariñén, Guarminia, Guarnaca, Guarnaga y Guaro, pero también en El Hierro: Aguarijo, Aguarrama, Guarasoca, Guarisafa, Guarisancho, Guársamo y Guarsaguar, y también en Tenerife: Chinguaro, Guardana, Guargacho, Guaría y Guarrajo; es esporádico en Gran Canaria: Guardaya, y Lanzarote: Guardilama; y falta en Fuerteventura y La Palma. La cercanía de este segmento con gara es evidente tanto desde el punto de vista fonético como semántico, por lo que podría tratarse de dos variantes de expresión; de hecho, algunos topónimos se manifiestan con ambas formas, como Garaguán y Guaraguán en La Gomera.

Segmento /ija/. Nada tienen que ver con la palabra española hija los topónimos canarios de origen guanche que contienen este segmento léxico (que analizamos más abajo como ejemplo del problema de la homonimia en la toponimia guanche), y que ni siquiera sabemos si funcionó en la lengua de los aborígenes como tal raíz léxica. Pero nos llama la atención su reiteración. Los más cercanos son: Ija, Chaflijas, Chija, Chijafe, Chanajija, Ijade, Manija o Pija; otros cercanos son: Bijala, Bijara, Botija, Dubija, Folija o Amarnija. Y hay otros más inciertos que quizás también estén determinados por ese segmento: Bijango, Bijagua, Guanijar, Serbijao, Tijarafe, Timirijay o Triquibijate. Nada sabemos a ciencia cierta sobre su posible significado.

Segmento /jara/. Como existe la palabra jara en español podría pensarse que los topónimos canarios que contienen ese segmento, ya se muestre de manera autónoma o integrado en una estructura morfológica superior, estarían motivados por ella. Pero se verá en sus respectivas entradas en este Diccionario que no es así. La relación siguiente mostrará lo que decimos: Ajare, Jaranita y Tanajara en El Hierro; Chájara, Guajara, Jara, Jaracara,Májara y Píjara en Tenerife; Jaragán y Majara en La Gomera; Jaramaguera, Majarife y Tijarafe en La Palma; Majaraste y Míjara en Lanzarote; y Pájara en Fuerteventura y Tenerife.

Segmento /mara/. No son muchos, pero llaman la atención en el conjunto del corpus. Este segmento tanto puede aparecer al comienzo de palabra como en el interior. Como ejemplos de la primera posición pueden citarse los siguientes: Maracayo, Maragote y Marangaña en La Palma; Maramajo y Maramoya en Lanzarote; Mara y Marajuana en Tenerife, y Marasul en Tenerife y La Gomera. En otras posiciones pueden ser ejemplos: Amara, Guasimara y Samara en Tenerife; Famara en Lanzarote; Tamaraoya en La Palma; Tamarajanche en La Gomera, y Tamaraseite en Gran Canaria y Tenerife. Y es posible que también contuvieran en su origen este segmento otros topónimos, ahora acortados por síncopa, como Marchén y Marmojay en La Gomera, Marfolín y Marjinayosa en Fuerteventura, y otros.

Segmento /Nb/. Se entiende este segmento como la combinación consonántica del archifonema nasal /N/ y la bilabial /b/, que en la escritura aparecerá siempre como -mb- conforme a la ortografía del español. Nuevamente es la isla de Tenerife en la que más abundan los topónimos que contienen esta combinación: Anambro, Biromba, Cámbaras, Cambraya, Chuchurumbache, Chimbel, Chimbesque, Chinambroque, Garimba, Juambay, Samboa y Sambusal. Pero están en todas las islas. En Fuerteventura: Bimboy y Sicasumbre; en Lanzarote: Cambuesa y Timbaiba; en El Hierro: Tembárjena y Timbaromos; en Gran Canaria: Bimbao y Timbomba; en La Palma: Nambroque; en La Gomera Masambique; y la palabra Gambuesa en Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

Segmento /tab/. Identificado por Álvarez Delgado como 'piedra, roca' (1951: 198) y estudiado por este mismo autor (1945) en un artículo monográfico dedicado a la voz tabona. Es un segmento muy productivo en la toponimia guanche con más de medio centenar de recurrencias, y tanto al comienzo como en medio de sus respectivos lexías: Tabona, Taborno, Taburiente, Tabubenta, Tabayesco, Aguatabar, Altaboque, Tabaco, Tabajoste, Tabaiba, Tabanesco, Tabano, Taborda, etc. Sin embargo, su presencia al comienzo de palabra hace problemática esta interpretación, pues la consonante inicial t- podría ser solo la marca morfológica del femenino singular.

Segmento /tauro/. Identificado como 'montaña' por Álvarez Delgado (1951: 199) sobre los dos topónimos grancanarios Tauro y Taurito. Dice este autor que estas voces guanches probablemente proceden del mismo étimo de algunos topónimos hispánicos como Toro,Cabeza de Toro, Lomo de Toro, etc., diferente en cualquier caso de otros topónimos guanches de apariencia fonética singular, como Taoro, Taro y Tao. Esta explicación choca con la interpretación que otros autores han dado a la ciudad zamorana de Toro, procedente por un complejo proceso de síncopa de la denominación germánica visigoda villa gothorum 'villa de godos' (García Sánchez 2007: 59), aunque otros Toros deben proceder de la base oronímica prerromana taur, tor o tur 'protuberancia del terreno' (Ibíd.: 194-195). En cualquier caso, si el radical del guanche fuera TR afectaría a muchos más topónimos que a los dos de Gran Canaria.

Segmento /time/. Puesto como ejemplo más arriba. También ha sido estudiado por Álvarez Delgado (1951: 198-200, y 1954: 29). No tiene gran productividad en la toponimia canaria, pero ha dejado muestras inequívocas de su significación 'borde de un risco o acantilado', incluso con la condición de apelativo en El Hierro en la forma letime. Como topónimos pueden citarse: Time, Timirijay y Temejereque en La Palma; Time en Fuerteventura; Timijotes y Temeje en Lanzarote; Timagada y posiblemente Guanarteme en Gran Canaria; y Timijiraque / Temijiraque, Temejerén, Timanasén y Letime en El Hierro.