ESTUDIO INTRODUCTORIO


6. La españolización del guanche

Sin duda los más importantes de estos cuatro momentos en cuanto a la evolución de guanche fueron el tercero y el cuarto, los de mayores consecuencias lingüísticas, especialmente en el campo de la toponimia, por ello nos detendremos más en ellos.

Tras la conquista castellana, desde el primer momento de la colonia, los nuevos canarios adoptaron para la nominalización de la geografía insular tres posturas denominadoras diferentes:

a) respetar y aceptar los nombres aborígenes preexistentes,

b) traducir los nombres guanches al español, y

c) sustituir los nombres aborígenes por otros de nuevo cuño.

Estas tres "posturas" humanas coinciden con los tres procesos lingüísticos que Manuel Alvar describe en la "adaptación, adopción y creación en el español de las Islas Canarias":

Los españoles que llegaron a las Islas de Canaria traían un mundo formado por muchos siglos de elaboración. Y este mundo ?de pronto? iba a tener escaso valor para comprender aquella realidad que les asaeteaba por doquier: fue preciso, como para los hombres, un intento de adaptación. Pero aquellas inéditas maravillas tenían un nombre inusitado en la lengua de Castilla: unas veces lo eliminaron por extraño, pero otras, se quedaron con él, tal y como les permitieron sus entendederas: fue el proceso de adopción. Y después, cuando la lengua se había reacomodado a estas realidades, los españoles de las Islas, dueños de su instrumento, tan dueños como los peninsulares, usaron de aquella dócil materia para expresar las íntimas palpitaciones de su alma: fue su creación original y nueva, la que mostraba su propio "estilo" (= 'uso personal del lenguaje') en la andadura común (1993: 154).

El más interesante de estos tres procesos, en el asunto que estamos estudiando, es, sin duda, el de la "adaptación", que consiste en la traducción o acomodación de los nombres aborígenes a la lengua de conquista y que es, además, el indicio mayor de la transculturización que hubo, más incluso que el de la "adopción", pues este proceso denota solo una aceptación pasiva. Veámoslo con un poco de detenimiento.

6.1. La adopción

En este proceso de "adopción" cabría estudiar los tipos de "españolización" que han podido sufrir los topónimos guanches desde el punto de vista fonético, y que podrían constituir tres niveles de graduación diferente:

a) Los que reproducen de manera más o menos fiel la fonética de los aborígenes, los que podríamos llamar "guanchismos puros", como podrían ser Tenerife, Teide, Gomera o Bentaiga, sin interpretación semántica alguna.

b) Los que adoptaron alguna característica fonética del español, pero meramente fonética, sin valor semántico alguno, como pudo ser la -e paragógica final que aparece en muchos topónimos actuales: Tacoronte, Tecorone, Arimase, Aitemese o Tesine, y

c) Aquellos casos en que la adopción implicó una acomodación fonética al español pero acompañado de un cambio semántico, atraído en muchos casos por la etimología popular, como ocurrió en la denominación del actual Roque Nublo procedente de una pronunciación primitiva como Nuro, Nubro o Nugro.

6.2. La adaptación

Los procesos de "adaptación" conllevan cambios más profundos, bien de tipo morfológico o de tipo léxico, acompañados siempre de una variación semántica, pues implicaba "traducir" o acomodar un nombre aborigen al nuevo sistema lingüístico de los colonos. De igual manera que en los anteriores podría formarse una escala gradual de seis tipos de adaptación:

1. Los guanchismos que al pasar al español toman determinados morfemas de esta lengua, como puede ser el género, el número o el artículo, lo que en cualquier caso implica un grado de "apelación" de este término en la nueva lengua, es decir, una asimilación semántica. Ese proceso aparece con plenitud en los guanchismos que se hicieron apelativos en el español de las islas, tipo tagoro o tagora, baifo o mocán, pero también ha quedado reflejado en algunos topónimos sin interpretación semántica alguna para los hablantes actuales de Canarias, como ocurre en Aruca y Arucas en Gran Canaria, Benijo y Benijos en Tenerife, Benticota y Benticotas en El Hierro, Binto en El Hierro y Bintos en Tenerife, Adeje en Tenerife y Gran Canaria y Adejes en Fuerteventura, Candia en El Hierro y Candias en Tenerife, Temisa en Lanzarote y Temisas en Gran Canaria, etc., en los que el plural denota que los españoles de la colonia debieron reconocer esos términos como apelativos, a no ser ?cosa improbable? que las formas plurales sean guanches de origen. Y lo mismo ocurre con topónimos que aparentan diferencia de género, como Tacorasa y Tacoraso en La Gomera, Guamasa y Guamaso en Tenerife, Güinga y Güingo en La Gomera, etc. Y lo mismo con un topónimo como El Lunchón en El Hierro, sin que ningún hablante pueda decir ya qué cosa es o fue un lunchón o un auchón, o La Mérica y Los Chejelipes en La Gomera, siempre con un artículo castellano.

La palabra auchón es un perfecto modelo para ejemplificar el proceso de integración de la lengua guanche en el español. Y para mostrar el valor de la toponimia como testimonio del pasado. Nadie duda de la pertenencia de esta voz a la lengua de los aborígenes, así como de la referencia que tenía a un ámbito tan principal y característico de su cultura como era el de su hábitat en cuevas. La palabra se incorporó con plenitud funcional al español instaurado en las islas: se hizo española, tomó el artículo español, evolucionó fonéticamente y se desdobló en cuantas derivaciones le convino de acuerdo al sistema del español. Los cambios radicales instaurados en las islas con la hispanización hicieron que la referencia de los "auchones" fuera desapareciendo paulatinamente y con ello la palabra auchón fue perdiendo funcionalidad hasta quedar como un significante sin significado. Pocos en Canarias saben hoy qué cosa era un "auchón" y nadie usa ya esa palabra como apelativo. Pero queda en la toponimia, y con todas las formas y variaciones que dan testimonio de la época en que fue apelativo: Auchón, Anchón, Uchón, Unchón, Juchón, Luchón, Lunchón, Tabuchón, Luchones, etc., incluso un Luchoncillo y un Lechoncillos que manifiestan una evolución extrema guiada por la etimología popular.

2. Otro grado de españolización mayor es el que manifiestan los guanchismos que reciben toda clase de morfemas derivativos del español, como son los sufijos. Este proceso supone una especie de "gramaticalización" a la española, que explica el último grado de identidad lingüística, pues ambos componentes ?raíz guanche y morfema derivativo español? se sienten como de una misma lengua. Hay guanchismos apelativos que se manifiestan en la toponimia actual de Canarias con todas las variedades derivativas que permite el sistema español, caso de tabaiba, goro, tarajal o balo, y a veces con formas que resultan extrañas a la norma lingüística actual, como Tabaibejo, Gorona, Goronita,Gorucho, Tarajalejo,Balial o Bailico. Pero también quedan determinados topónimos de lexema guanche que en su día recibieron ciertas derivaciones desde el español y que hoy nada significan, como Tauro y Taurito, Tasarte y Tasartico, Erque y Erquito, Terenche y Terensito, Faneroque y Faneroquito, Jimón y Jimonte, etc. En todos estos casos hay que dar por supuesto que los primeros términos fueron en su día apelativos y por ello se les aplica el diminutivo, que en estos casos no afecta al significado léxico, pues lo que se califica aquí como diminutivo, es decir 'de menor tamaño', es a los accidentes geográficos referidos, no a las palabras.

3. Algunos casos (pocos) pueden aducirse en la toponimia de Canarias de fusión de un término guanche y otro español, lo que significa un alto grado de sincretismo entre las dos lenguas 17, cual ocurre en el topónimo Vegaipala de La Gomera, posiblemente procedente de Vega de Ipala, o en el topónimo Roquedío de Gran Canaria, procedente de Roque Hío. Otro ejemplo podría ser Pinolere, nombre de un pueblo del Valle de la Orotaba, en Tenerife, formado a partir de la expresión Pino del Ere(s)18. Quizás también Guarisancho, topónimo de El Hierro, y Palochirme, topónimo de La Gomera19. Otro que nos parece ejemplar es Sobreagulo, topónimo de La Gomera que designa las partes que están por encima del gran risco que protege al pueblo de Agulo, comprendiendo principalmente a los términos de Las Rosas y de La Palmita. Pero el "fundido poliglótico" entre un término guanche y otro español más ejemplar que conocemos es el topónimo de Fuerteventura Disermedio o Disirmedio que interpretamos como Dise del Medio.

Hasta cierto punto, también podrían considerarse pertenecientes a este grado de adaptación los topónimos formados por un término genérico español y otro específico guanche, como Aeropuerto de Gando, Barranco Guiniguada, Acusa Seca, Tauro Alto o Cañadas del Teide; o formados, al revés, con un genérico guanche y un específico español, como Almogarén del Baladero o El Tabaibal del Lomo.

4. Algunos lugares hay en las islas que todavía conservan dos denominaciones, la una guanche y la otra española, siendo esta segunda (según interpretación de algunos autores) traducción de la primera. Es este un fenómeno que se da generalmente cuando en un solo topónimo coinciden dos o más palabras procedentes de lenguas distintas: son los topónimos tautológicos, de los que la toponimia española peninsular proporciona ejemplos paradigmáticos, como pueden ser Valle de Arán, compuesto del español valle y del vasco arán (literalmente 'valle del valle'), Atapuerca (compuesto del vasco ata 'puerta' y del castellano puerta, evolucionado muy probablemente por etimología popular; la Sierra de Atapuerca fue 'la puerta' de entrada desde la Bureba del norte hasta Castilla), Puente de Alcántara (literalmente 'puente del puente), etc.

Esta doble denominación es un buen ejemplo del sincretismo tan fuerte que existe en la toponimia canaria. En Tenerife, Aguere y La Laguna se llama indistintamente a la que fue primera capital de la isla; Arguijón y La Cuesta al lugar intermedio entre Santa Cruz y La Laguna; Chasna se llama a la zona cumbrera de Vilaflor y de San Miguel de Abona en el sur de la isla, especialmente al pueblo y término de Vilaflor. En Gran Canaria: Tunte, Tinamar y Satautey son denominaciones guanches que alternan con sus respectivas españolas de San Bartolomé de Tirajana, San Mateo y Santa Brígida para nombrar a tres poblaciones de la isla. En La Palma se llaman indistintamente o a la vez: Echedey y El Charco, Aridane y Los Llanos, y Tedote y Las Breñas a otras tantas poblaciones. Y en El Hierro se llama también indistintamente Taibique o El Pinar al pueblo más importante del sur de la isla, siendo curiosamente más frecuente el término español cuando se nombra desde fuera de la isla, pero mucho más frecuente el término guanche en el uso interno de los herreños, pero también Garoé y Árbol Santo al prodigioso árbol que abastecía de agua a toda la isla, etc. Incluso en algunos casos el topónimo actual incluye las dos denominaciones, tipo Los Llanos de Aridane y Pico del Teide, lo que supone ser topónimos semánticamente reduplicados, algo así como 'los llanos del llano' y 'el pico del pico'. Y aunque los dos nombres no sean exactamente coincidentes en sus referencias geográficas, muchas veces, y por parte de variados autores, se ha dicho que la denominación española viene a ser la traducción del nombre guanche persistente; es posible que en algunos casos sí lo sea, pero no es esa la regla general: la nueva denominación que los españoles impusieron a esos lugares, sobre todo cuando se trataba de poblaciones, respondía a motivaciones totalmente nuevas, como fueron los hagiotopónimos que manifestaban una devoción religiosa particular, como son los topónimos de San Bartolomé, San Mateo o Santa Brígida, en Gran Canaria; otras respondían a una característica distintiva del terreno, como El Pinar en El Hierro o La Cuesta en Tenerife, etc.20

5. El grado máximo de adaptación lo representarían los topónimos españoles que dicen ser traducción perfecta de sus anteriores guanches, estos ya perdidos de la oralidad. Por lo que respecta a Gran Canaria, Álvarez Delgado ha traducido Satautén por Siete Puertas (1954: 26), siendo el nombre guanche (conservado hasta la actualidad solo el diminutivo Satautejo) una pequeña elevación en el término municipal de Santa Brígida, y estando el español Siete Puertas repartido en la isla en cinco ocurrencias, cuatro en el municipio de Las Palmas y una en el de Teror. Tirajana lo traduce Álvarez Delgado (1941: 39) por Risco Blanco, siendo el primero el nombre que conserva una comarca del centro y sureste de la isla y el segundo un accidente que refleja exactamente lo que su nombre indica: un gran risco de color claro. Y Tirma lo traduce por 'risco rojo' (ibidem.), permaneciendo el guanchismo para un amplio territorio de Artenara (y de sus accidentes particulares), pero no la traducción española. Hay un topónimo en Tenerife, Los Silos, convertido en importante pueblo y demarcación municipal del noroeste de la isla, que según se dice es traducción exacta del término guanche preexistente: Aragomes o Aragüemes.

6. Finalmente, cabría hablar de otro proceso de españolización de la toponimia de origen guanche, pero no en la lengua oral, sino en la escritura (y solo en la escritura), falseando su verdadera naturaleza oral, seguramente con un propósito de ultracorrección, fenómeno que no es otra cosa que "pasarse de listos", como tan atinadamente lo califica Pedro Álvarez de Miranda (2016: 21). Y esto es lo que ocurre cuando se escribe Corona por Gorona y Julián por Julan (en mapas actuales de El Hierro), Espina por Epina (topónimo de La Gomera, escrito así por Viera 1982b: 181), o Zamora por Samora, en varias islas, interpretando en la escritura que tal nombre o es antropónimo o traslación del topónimo castellano-leonés, cuando en realidad se está refiriendo a la tierra samora, de color rojizo e impermeable que se usaba para cubrir las techumbres de las viviendas primitivas.