Esque
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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1248
Existe en Fuerteventura una serie muy larga y muy compleja de topónimos que tiene como núcleo léxico central este término, y que son: Esque, Esquén, Esquencillo, Esquencito, Esquinso, Esquinito, Esquey, Lesque, Yesque y otros más problemáticos aún, como Chimbesque, Esquine, Esquinsuela, Mesque, Molesques, Sesquines,Tenisque y Tenicosquey, que deben estar todos relacionados entre sí y que deben proceder de un mismo radical guanche. Si los estudiamos aquí, en su conjunto, es por ser Esque (o quizás Esquén) la voz primera y la que posiblemente contenga el elemento léxico esencial, a pesar de ser ella una de las formas que menos número de topónimos ha generado, o al menos que se hayan conservado hasta la actualidad.
Una advertencia hacemos también aquí y que tiene valor general, en relación a las escrituras con que suelen aparecer estos topónimos, tanto sea en registros cartográficos como bibliográficos o de cualquier otro tipo, incluso en letreros de carreteras y señales orográficas. Son muy frecuentes escrituras como Ezque, Esquinzo, Ezquinzo, Lezque, etc. Todas ellas son erróneas, al tratar de corregir por ultracorrección el sonido [s] de las hablas locales al suponer que son fruto del seseo canario. Deben descartarse esas escrituras y esas interpretaciones, porque no hay tal seseo: es la recta y verdadera pronunciación de las voces guanches de Fuerteventura; por tanto, deben escribirse en todos los casos con s.
La relación de topónimos recogidos en encuestas de campo por Manuel Alvar y su equipo en los primeros años de la década de 1970 y que es la base de nuestro corpus toponímico de Fuerteventura es la siguiente, ordenados alfabéticamente por entradas léxicas:
Topónimo | Mun. |
Esque, Barranquillo del | TUI |
Esque, Cuchillo de | BET |
Esquén Alto | ANT |
Esquén | ANT |
Esquén | TUI |
Esquén, Barranco de | TUI |
Esquén, Blanco | TUI |
Esquén, Cantil del | PAJ |
Esquén, de la Pila | ANT |
Esquén, Lomo del | TUI |
Esquén, Montañeta del | TUI |
Esquén, Morro del | PAJ |
Esquén, Tableros del | TUI |
Esquén, Valle del | PAJ |
Esquencillo, Degollada del | BET |
Esquencillo, El | TUI |
Esquencillo, Gambuesa del | TUI |
Esquencillo, Majada del | PAJ |
Esquencito Viejo | ANT |
Esquencito, El | ANT |
Esquey, Degollada de | BET |
Esquinito, Lomo del | ANT |
Esquinso | OLI |
Esquinso, Barranco de | OLI |
Esquinso, Boca de | PAJ |
Esquinso, Cañada de | OLI |
Esquinso, Degollada de | PAJ |
Esquinso, Lomos del | OLI |
Esquinso, Mina de | OLI |
Esquinso, Playa de | OLI |
Esquinso, Pozo de | OLI |
Esquinso, Punta de | OLI |
Esquinso, Villa de | PAJ |
Lesque, Caleta | PRO |
Lesque, Corrales de | ANT |
Lesque, Degollada de | PAJ |
Lesque, Llanos de | PRO |
Lesque, Lomos de | PRO |
Lesque, Montañeta de | ANT |
Lesque, Montañetas de | TUI |
Lesque, Morro de | OLI |
Lesque, Cantil de | PAJ |
Mesque | PAJ |
Mesque, Huertos de | PAJ |
Mesque, Montaña de | PAJ |
Molesques, Los | TUI |
Sesquines, Lomo de los Sésquenes | BET |
Tenicosquey, Casas de | ANT |
Y sin embargo, a pesar de ser tantos y de estar repartidos por toda la isla, se ha perdido del todo la noción del significado que pudieran haber tenido tales topónimos. Pero esta diversidad de voces, con procedimientos derivativos claramente hispanos, impone la condición de que una voz (o quizás varias) originariamente guanche pasó a la lengua de los nuevos pobladores y estos la conocieron y usaron como apelativo hasta época relativamente moderna. No de otra manera puede explicarse: a) la proliferación tal de topónimos, b) su repartición por toda la isla, y c) la diversidad morfológica que representan. Otra cosa será el significado que tuvo la voz o voces originaria(s) guanche(s) y el que posteriormente tuvo o tuvieron entre los pobladores de habla española.
Que debieron ser apelativos lo demuestra el hecho de que hay topónimos en que aparece el término guanche solo, como Esquén, o antecedido por el artículo español, como El Esquencito, o complementado por un adjetivo, como Esquén Alto o Esquén Blanco, y también como complemento de un término genérico, como Lomo del Esquén o Corrales de Lesque. Pero la prueba mayor de su condición apelativa es su capacidad de formar derivados:
Nos parecen derivados de esque: Chimbesque, Esquey, Lesque (por fonética sintáctica El Esque > Lesque), Mesque y Molesques.
Nos parecen derivados de esquén: Esquencillo, Esquencito y posiblemente Sesquines (por fonética sintáctica (Lo)s esquines).
Es posible que el término Esquina que aparece en la toponimia de todas las islas, al menos en algún caso, sea evolución por etimología popular de esque o esquén.
Es posible también que los términos Esquinito (en Fuerteventura, todavía masculino), Esquine (en La Gomera) y Esquinita (en La Palma) representen unos pasos intermedios en su evolución desde el original esquén.
Queda el término Esquinso en Fuerteventura, y del que suponemos deriva el topónimo Esquinsuela de Lanzarote.
La voz esque no aparece en ninguno de los diccionarios dialectales ni la hemos encontrado en ningún estudio lexicológico del español de Canarias. Pero más asombroso es que teniendo una serie tan larga de topónimos en Fuerteventura solo uno de ellos, Esquinso, fuera recogido por Wölfel; y si no aparecen en sus Monumenta es porque ningún estudioso anterior de las voces guanches los había citado, bien por desconocimiento o por no considerarlos guanches. Una única excepción cabe nombrar, la de Bethencourt Alfonso, que teniendo una información oral de la toponimia de origen guanche, sobre todo a través de sus colaboradores y corresponsales en las distintas islas, y en el caso concreto de Fuerteventura a través de Ramón Castañeyra y de otros informantes locales, pudo ofrecer el panorama más fidedigno en esta materia; pero la obra del médico y antropólogo de Tenerife estaba inédita en la época en que Wölfel elaboró sus Monumenta y por eso no figura en ellos. Bethencourt Alfonso no solo recoge en el primer tomo de su Historia del pueblo guanche varias de las voces que aquí tratamos (Esquey, Esquines, Esquinso y Lesque) sino que en el cap. IX en que analiza el vocabulario guanche de carácter apelativo nos ofrece algunas de las claves que nos han servido a nosotros para desvelar la larga y complicada serie de topónimos de la que aquí tratamos y creemos que la justa interpretación desde el punto de vista semántico.
El único término de esta serie que aparece en una obra de la lexicografía canaria es lesque y ese diccionario es el DDECan. Sus autores lo califican como de posible origen prehispánico, exclusivo de Fuerteventura, desusado y definido como "casa de piedra seca". Nada nos dicen de la fuente de la que extrajeron tal información, pero sí lo explican en su posterior DHECan: la fuente fue un texto del autor majorero Ramón Castañeyra en el que se dice que los majos de Fuerteventura vivían en casas hechas de piedra seca y que esas casas son llamadas por los pastores [actuales, a principios del siglo XX] lesques o goros (ver la entrada Lesque).
Desde aquí, la historia léxica de este étimo se empieza a aclarar, a la vez que se hace más compleja. Los materiales que comprenden la Memoria sobre las costumbres de Fuerteventura de Castañeyra fueron recogidos en los años finales del siglo XIX y primeros del XX con el propósito de formar parte del "Cuestionario" que sobre costumbres etnológicas y etnográficas de todo el Archipiélago coordinaba Juan Bethencourt Alfonso, siguiendo la iniciativa que había tomado el Ateneo de Madrid de recoger en toda España las noticias "en el campo de las costumbres populares y en los tres más característicos de la vida: el nacimiento, el matrimonio y la muerte" (Bethencourt Alfonso 1985: 13-18). Por tanto, las noticias recogidas en Fuerteventura por Castañeyra llegaron a las manos del antropólogo y médico de Chasna, quien las utilizó en su Historia del pueblo guanche. En esta obra cita Bethencourt Alfonso la voz esquén o esquen como propia de Fuerteventura y como "la choza improvisada para el provecho del ganado" (1991: 252). Hay una cierta disparidad entre la noticia de Castañeyra y la de Bethencourt, que conviene remarcar, y tanto por lo que respecta al significante como al significado de las voces reseñadas. Castañeyra escribe lesque y Bethencourt esquén o esquen, y a los dos debemos dar crédito puesto que esas voces están suficientemente respaldadas por la toponimia; lo que no sabemos es de dónde obtuvo Bethencourt las formas esquén y esquen, puesto que no están en el informe de Castañeyra. Y respecto al significado, de la 'casa de piedra seca' que dice Castañeyra se pasa al de 'choza improvisada para el ganado' de Bethencourt, y a ambos debemos también dar crédito en esto, aunque a esa deducción cada uno haya llegado por camino distinto. Desde luego nos parece mucho más coherente y verosímil la interpretación de Bethencourt que la de Castañeyra; primero, porque de esta manera sí se explica la igualdad que Castañeyra establecía entre lesque y goro en su primera cita; y, segundo, porque esa referencia de 'choza o refugio improvisado para el ganado' de Bethencourt sí explica esa tal proliferación de topónimos de Fuerteventura que, como dijimos, están esparcidos por toda la isla, cosa que no hace la referencia de 'casa de los majos' de Castañeyra. Bien se sabe que Fuerteventura fue por antonomasia la isla ganadera del Archipiélago: lo fue en la época guanche y lo ha seguido siendo hasta hoy mismo; y bien se sabe también que en Fuerteventura se practicó y se sigue practicando el pastoreo llamado "de suelta", ganado guanil que anda suelto por dehesas y terrenos comunales y que periódicamente los pastores reúnen a través de las llamadas apañadas en unos corrales colectivos llamados gambuesas en donde separan las crías habidas desde la anterior apañada. Ante una actividad como esa, practicada durante siglos y siglos, siempre al aire libre y a lo largo y ancho de toda la isla, no es nada extraño que los pastores hayan llenado la geografía de lesques o esquenes, pequeños reductos hechos improvisadamente, quizás con el simple amontonamiento de piedras, en que refugiar a unas pocas cabezas de ganado que por cualquier circunstancia debieran estar controladas, y que esos reductos fueran tan conocidos por los pastores, los hombres que más andan por el campo, y que se convirtieran en puntos referenciales del terreno, es decir, en topónimos. Que fueran ya topónimos en la época guanche y que siguieran siéndolo, incluso multiplicados, en la época hispana. Esa explicación sí resulta verosímil y hace coherente la realidad histórica de la isla con la proliferación de tales topónimos. No así la explicación de Castañeyra del lesque como 'casa de piedra seca', es decir, como ruinas o restos de un poblado guanche; porque ni estos pudieron ser tantos como para estar en todos los lugares como la toponimia actual marca, ni esas ruinas, la mayor parte de ellas incluso desaparecidas a la vista, pudieron convertirse en referencias toponímicas.
Así pues, los lesques o esquenes de la toponimia de Fuerteventura fueron los equivalentes a los goros del resto de las islas; porque es muy sintomático que esta palabra goro no aparezca en la toponimia de Fuerteventura, cuando tan común es en el resto del Archipiélago. Tendríamos así una curiosa supervivencia léxica guanche relativa al pastoreo, con particularidades insulares muy significativas: al corral grande y colectivo de las "apañadas" se le llama gambuesa, especialmente en las islas orientales, mientras que al corral pequeño se le llama goro en el conjunto del Archipiélago, mientras que en Fuerteventura se llama esque, esquén o lesque. A su vez, en El Hierro se llama juaclo a la cueva que sirve de goro y alar a lo que en las islas orientales se llama gambuesa. Y probablemente podrán existir otras distinciones léxicas que manifiesten la pervivencia hasta hoy no solo de una actividad ganadera practicada por los guanches sino también, en parte, su originaria nomenclatura.
Otros dos términos consigna Bethencourt Alfonso como propios de Fuerteventura y próximos a los que aquí estamos estudiando: eque y feque, definidos como "el sitio elegido para conducir el ganado en las apañadas" (1991: 277). Estos dos términos no están garantizados por la toponimia, ni aparecen en la Memoria de Castañeyra ni su significado concuerda con el léxico vivo de Fuerteventura. Al lugar al que se conduce el ganado en las apañadas se le llama en esa isla, como en el resto del Archipiélago, gambuesa, y a esos dos términos más parece que les falte alguna letra para hacerlos coherentes con los que estamos tratando. Además, el segundo feque más parece una copia de un término trucado por una errata evidente, como diremos a continuación.
En otro contexto de su Historia del pueblo guanche en que trata sobre el léxico de "templos y monasterios" de los aborígenes, señala Bethencourt Alfonso (1991: 238) los términos efequén y esequén, como propios de Fuerteventura y Lanzarote, con el significado de 'el templo, oratorio', y remite a Abreu. En efecto, la fuente de esto no solo está en la Historia de Abreu Galindo sino también en la Descripción de Torriani, y más y mejor en la de este, porque además nos dejó un dibujo de los supuestos oratorios guanches. A este respecto, dice Torriani que los habitantes de Fuerteventura adoraban a un ídolo que "era de piedra y de forma humana", pero ni nos dice cómo era ni menos qué clase de dios. Y sigue diciendo Torriani que "el templo en que hacían sacrificio se llamaba fquenes, cuya forma se ve en el dibujo" (1978: 73). Por su parte, Abreu Galindo no especifica si esos oratorios eran solo de Fuerteventura o comunes a las dos islas orientales, pues la siguiente información la ubica en el capítulo dedicado Fuerteventura y Lanzarote: "Tenían casas particulares, donde se congregaban hacían sus devociones, que llamaban efequenes, las cuales eran redondas y de dos paredes de piedra; y entre pared y pared, hueco. Tenía entrada por donde se servía aquella concavidad. Eran muy fuertes y las entradas pequeñas. Allí ofrecían leche y manteca" (1977: 56). Importa destacar aquí la básica coincidencia de las dos informaciones, por lo que hay que deducir que la tomaron de una misma fuente, y no oral, sino escrita (¿la del famoso y enigmático Doctor Troya?), incluso el nombre de los oratorios, variados solo en una e- inicial epentética, pero idénticos hasta en lo que suponemos una errata de escritura, como después diremos.
El caso es que estas citas de Torriani y de Abreu Galindo han pasado a la historiografía canaria, sin que nadie haya puesto en cuestión el término, y se repite tal cual en todos los libros de historia posteriores. Por ejemplo, Marín y Cubas dice de los naturales de Fuerteventura y de Lanzarote que "sus habitaciones son casas de piedra sola, húbolas muy grandes y redondas, las entradas muy pequeñas, donde hacían sus sacrificios, ofrecían leche, manteca, menos carne, esta fiesta o sacrificio llamaban Efequenes" (1993: 104). Y Viera y Clavijo añade que "en Fuerteventura ya había algunos efequenes o adoratorios de piedra, construidos en figura rotunda y con dos murallas concéntricas donde sacrificaban al criador una parte de su leche y manteca" (1982: I, 163). Y de la misma manera se sigue repitiendo el nombre en la moderna ciencia arqueológica del Archipiélago. Y no solo en la literatura "científica", sino en la meramente divulgativa, como hace Juan Francisco Delgado, autor del libro Canarias, islas y pueblos, que el Gobierno de Canarias editó con motivo del Día de Canarias de 2007 con una tirada de muchos miles de ejemplares, y donde se dice literalmente que efequén significa 'templo de ofrendas' (pág. 11), como si la palabra estuviera viva y fuera común para todo el Archipiélago.
Es digno de señalarse que esta denominación de fquenes o efequenes parece exclusiva de Lanzarote y de Fuerteventura, mientras que en el resto del Archipiélago tienen la denominación de almogarenes. En la interpretación de estos lugares y ritos religiosos de los aborígenes de Lanzarote y Fuerteventura, Cabrera Pérez, Perera Betancor y Tejera Gaspar en su obra dedicada a los majos de Lanzarote dedican un apartado a los efequenes guanches como una herencia cultural y antropológica norteafricana (1999: 247-249). "En toda Berbería -dicen estos autores-, los lugares sagrados o de sacrificio a cielo abierto se rodean de recintos circulares de piedra seca, con el fin de establecer una separación con el mundo profano... La descripción de Torriani, afirmando la existencia de un ídolo antropomorfo en su interior, cuyo dibujo se reproduce en la obra, parece demostrar su consagración a divinidades menores, locales -los ancestros-, que recibirían culto de sus respectivos grupos de descendencia o fracciones" (ibíd.: 248). Por su parte, la arqueología canaria cuenta con el descubrimiento de un gran número de efequenes, que muchas veces pueden confundirse con tagoros, por la estructura circular que tienen. Francisco-Pablo de Luca, por ejemplo, dedica un largo estudio al lugar de Guasiegre de Arico, dentro del cual, según los restos arqueológicos que lo atestiguan, tuvieron los guanches del Sur de Tenerife un importante recinto ritual vinculado con el efequén; eso dice De Luca (2004: 39-56).
¿Qué relación pueden tener los antiguos efequenes de los majos con los esquenes o lesques que estamos tratando de la toponimia de Fuerteventura? En las fuentes antiguas el término de los oratorios o templos guanches aparece escrito bien como fquen o como efequen o como efequén. Álvarez Delgado (1981: 40) dice que la forma canaria efequén deriva del líbico fasika o fesik 'templo', y que con él estarían emparentados el topónimo lanzaroteño de Fiquinineo y el vocablo faicán que designaba al líder espiritual y ceremonial de Gran Canaria. Por su parte, Cubillo (1983: 8) lo hace derivar de la raíz bereber FK con el significado genérico de 'hacer donación', en estrecha consonancia con los ritos de ofrendas celebrados en estos santuarios. Y lo mismo Reyes García (2004b: 236-237) quien lo interpreta como 'adoratorio' u 'oratorio'.
Otras dos interpretaciones encontramos en la bibliografía canaria para la palabra esequén, con referencia específica a los oratorios guanches. La primera es la de Abercromby (1990: 42), que cita juntas las voces esequenes y efequenes de Fuerteventura como "casas donde hacían sus devociones", y para las que da como paralelo seguro la voz bereber fi (pl. ifawen > ifa(g)en) 'un refugio', dando por supuesto que las voces canarias son formas plurales. La segunda es la de De Luca (2004: 45), que vincula el canario esequén con el verbo essken del dialecto kabilio de los At Mangellat, con el significado 'enseñar, hacer ver, mostrar, exponer', y por extensión 'el lugar de mostrar o exponer' (Dallet 1982); significados que en nada se ajustan a la realidad designada actualmente por los topónimos majoreros, pero que pueden ajustarse muy bien al supuesto significado originario de 'templo, adoratorio, oratorio'.
Hasta estas tan erráticas interpretaciones puede llevar una simple mala escritura, porque, en efecto, una mala escritura es esta de los dichosos "efequenes", que nunca existieron como tales, pues lo que hay detrás es una simple confusión gráfica S > f, y por tanto una mala lectura del original que tuvieron delante Torriani y Abreu y una falsa interpretación de los que han creído "al pie de la letra" en lo escrito por ellos. Un caso más, y verdaderamente ejemplar, del "fetichismo" que produce la letra impresa, según la expresión afortunada del gran lingüista venezolano Ángel Rosenblat. Y es este mismo autor quien califica de una "aberración" muy frecuente la transcripción de "S" (s larga) como "f". Y lo justifica: "Los textos antiguos -dice Rosenblat- usaron hasta fines del siglo XVIII dos signos de s: una s redonda para final de palabra y una "S" [s larga] para inicial o medial. A veces variaba algo la alternancia de los dos signos, pero representaban una misma y única pronunciación. Esa "S" larga se parece bastante a la f y puede engañar a primera vista, pero cualquiera que observe con atención verá enseguida que son dos signos distintos" (1971: 75).
Por tanto, no hay dos clases de palabras para referirse a esas construcciones guanches: los antiguos fquenes o efequenes de Torriani y de Abreu son los mismos esquén o esquenes conservados en la toponimia actual de Fuerteventura. Eso es lo que cree también Navarro Artiles, editor de la Memoria de Castañeyra (1992: 137-138). Se trata, por tanto, de la misma palabra, o, por mejor decir, de un mismo étimo: la denominación de los oratorios aborígenes, fquenes o efequenes, y la del redil para el ganado, esque, esquén o lesque.
Tenía razón, entonces, Bethencourt Alfonso (1991: 238) al poner juntos y como sinónimos efequén y esequén, aunque no la tuviera al identificar ambos con el oratorio o templo de los majos. Mucho más acertado estuvo este autor en otro lugar de su Historia del pueblo guanche cuando dice que en Fuerteventura un janejey es "la majada en que se improvisan varios esquenes para el provecho del ganado", siendo un esquén "la choza improvisada para el provecho del ganado" (1991: 252). Y no tienen razón por consiguiente los autores (Álvarez Delgado, Cubillo, De Luca y Reyes García) que han analizado estos términos desde el radical bereber FK. La prueba más rotunda de lo que decimos la hallamos en dos "mercedes" (reparto de tierras) de Fuerteventura de fechas muy tempranas: en una primera de octubre de 1549 el Señor de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, Gonzalo de Saavedra, concede a un tal Francisco de Morales Mateos "de unas cazas (sic) y corrales y majadas que se llaman el Efequen de Juan Viejo, que están arriba del puerto de Tegurame", y en otra del mismo mes de octubre de 1559 le reitera la merced, pero cambia el nombre del lugar: "Hago merçed a vos Francisco de Morales Matheos, vezino desta ysla de Fuerteventura, de unas casas y corrales y majadas que se llaman el Esquen de Juan Viejo, que están arriba del puerto de Tegurame" (Lobo Cabrera 2013: doc. 5 y 15, respectivamente).
Una cosa más. ¿Cómo se explica el cambio de significado -si es que realmente hubo cambio semántico- del 'oratorio' de los textos históricos a las 'casas de piedra seca' de Castañeyra y al de 'choza improvisada para el ganado' de Bethencourt? Es significativo a este respecto el texto citado de Abreu Galindo: dice que eran "casas particulares" y que estas "eran redondas" y que tenían "dos paredes de piedra". La primera característica tanto puede interpretarse en el sentido de que esos templos fueran las mismas casas en que vivían como que fueran construcciones específicas dedicadas a la función de oratorio; o dicho de otra forma: que las construcciones que los primeros historiadores identificaron como 'templos' de los aborígenes de Fuerteventura fueran las mismas o tuvieran la misma construcción y forma que sus propias casas. Pero las otras dos características que señala Abreu son comunes a todas las construcciones aborígenes: son de piedra y tienen forma circular. Por tanto, no es extraño que lo que cambiara fuera la función: de oratorio a casa y de casa a redil. Una vez perdida la cultura de los aborígenes, se destruyeron y se olvidaron sus oratorios y sus casas-vivienda, pero siguieron en pie y siguieron siendo funcionales los rediles para el ganado. De ahí que no juzguemos como falsa la información de Castañeyra al identificar los lesques con las "casas de los majos", sino simplemente de errónea, y por tanto errónea también la cita que de esa palabra se ofrece en el DDECan y en el DHECan. Castañeyra confundió la designación con el significado: vio o supo que en los Lomos del Esque (o Lomos de Lesque), a la salida de Puerto del Rosario hacia el Sur, había unas ruinas de un pequeño poblado aborigen e identificó esa realidad con el significado del topónimo1. En lo que sí estuvo acertado Castañeyra es en identificar lesque con goro. Por tanto habría que cambiar el significado que los diccionarios dialectales ofrecen de lesque: deben decir "redil improvisado y pequeño para el ganado" y no "casa de piedra seca"; pero tienen razón al decir que es voz exclusiva de Fuerteventura y que está en total desuso; más aún, que se ha perdido ya del todo su significado.
Descartadas, pues, las interpretaciones etimológicas que se basaban en un supuesto radical FK, nos planteamos ahora cuál puede ser la interpretación para estos términos de la toponimia de Fuerteventura que permita explicar cuál de las formas supuestamente guanches fue la originaria, si esque, por una parte, o esquen o esquén, por otra, dado por supuesto que lesque es fruto de un proceso de fonética sintáctica en época hispana (el esque > lesque). Incluso si la voz esquinso es, a su vez, una voz originaria guanche o una forma derivada de esquén. Nuestro colaborador Abrahan Loutf, hablante del bereber del Sur de Marruecos y filólogo berberólogo, propone dos étimos distintos: por una parte, esque, basado en el radical bereber SK, o simplemente K, que pondría este término en relación con topónimos de otras islas como Isique de El Hierro, Isque de La Gomera, Chimbesque de Tenerife o Tenisque de La Palma; y por otra parte esquen o esquén (con un supuesto cambio acentual en época hispana), basados en el radical SKN, que explicaría la mayor parte de la serie de topónimos de Fuerteventura que venimos estudiando, más otros de otras islas como Esquine de La Gomera o Esquinsuela de Lanzarote. De estas dos interpretaciones de nuestro colaborador berberólogo la primera se ajusta mejor al tipo de realidad designada tan reiteradamente por la serie de topónimos de Fuerteventura.
Pero también podría formularse la hipótesis de un único étimo guanche desarrollado posteriormente en época hispana en las variantes esque, esquen y esquén más todos sus derivados. Si así fuera, y basándonos en la interpretación semántica que ambos radicales bereberes SK y SKN tienen, propondríamos como originaria la voz esquen, que explicaría mejor que ninguna otra tanto las formas fquenes o efequenes, registradas en las fuentes historiográficas de Torriani y de Abreu Galindo, con el significado de 'redil para el ganado' de los esques, lesques o esquenes de la toponimia de Fuerteventura que ha llegado casi hasta nuestros días. De ese supuesto esquen originario (que, por cierto, no aparece como tal forma simple en ningún topónimo actual) se explicaría la variante esque por apócope de la consonante final, y a su vez este produciría la forma lesque por fonética sintáctica desde la combinación el esque, y se explicaría también la variante esquén por cambio acentual. En definitiva, tres variantes de expresión producidas en época hispana pero conservando el mismo y básico significado de la época guanche de 'construcción de piedra seca de forma circular' que supuestamente se aplicó, bien fuera sucesiva o simultáneamente, a tres realidades distintas: el oratorio, la casa-vivienda y el redil para el ganado.
Si nuestros razonamientos fueran ciertos, a estos topónimos de Fuerteventura motivados por el elemento léxico esque o esquén, quizás podrían añadirse otros topónimos del resto del Archipiélago con formas paralelas como Brosque, Isque, Iscagüe, Bascos, Isique / Aisique, Iscagüe,Iscagua / Discagua o Bascos. Y además quizás podrían señalarse otras formas toponímicas compuestas en las que estuviera ese elemento léxico, como Tenicosquey, Chimbesque, Chibusque, Majañasco, Tenisque o Trobisqueras.
1 Como se siguen confundiendo hasta la actualidad. Intrigados como estábamos nosotros por averiguar el significado de estos términos de la toponimia majorera, pedimos a nuestra compañera universitaria Genoveva Torres, majorera ella y autora del mejor estudio que existe hasta la actualidad sobre la toponimia de su isla, que tratara de averiguar si quedaba recuerdo entre los habitantes más viejos del significado de esas palabras o si los lugares así llamados tenían alguna característica orográfica o de cualquier otro tipo que fuera común. Nada pudo lograr, solo una persona le dijo que en la parte baja de los Lomos de Lesque, a la salida de Puerto del Rosario, había restos de una construcción guanche. Pero en ningún momento pudo vincular esa realidad con el significado del nombre específico de esos lomos.
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