Gáldar

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https://hdl.handle.net/11730/guatc/1370

Gáldar es lugar del Norte de Gran Canaria cuyo nombre se diversifica en multitud de topónimos, siendo tres los principales: el de una población, la más importante de toda la zona norte de la isla y que localmente recibe el calificativo de ciudad; el de su correspondiente municipio que se extiende desde la costa noroeste hasta la misma cumbre con límite en Artenara; y el del valle que se configura en el curso medio del barranco que corre al sur de la ciudad. Justamente Madoz describe el sitio de Gáldar como el de "una vega de cielo saludable y alegre con apacible temperatura al N de la isla y al O de la montaña y hermoso bosque de Doramas, ventilado por las brisas del mar" (1986: 114).

Además, hay que mencionar la imponente montaña que se levanta en la parte nordeste del casco antiguo de la ciudad; esta montaña se conoce con el nombre específico de La Atalaya, por haber servido en épocas históricas como atalaya de toda la parte noroeste de la isla, pero popularmente se la conoce también como Montaña de Gáldar. Hay autores que quieren identificar esta montaña de Gáldar con el histórico sitio de Ajódar, pero eso ni está conforme con las escrituras ni con la oralidad, pues nadie de los habitantes más viejos del lugar la conoce por ese nombre. Según el relato de Abreu Galindo, el sitio de Ajodar (sic) está en zonas cercanas a Tasartico, y el Padre Sosa, que sigue en esto a Abreu, dice literalmente que los castellanos decidieron acabar con la resistencia de los canarios del guanartemato de Gáldar: "Pusiéronlo en ejecución y llegaron a un puerto que llaman Tazartico. Aquí acometieron a los canarios que estaban recogidos en la fortaleza de Ajodar que está puesta sobre Tazartico" (1994: 163). En cualquier caso, el topónimo Ajódar ha desaparecido de la tradición oral.

A Gáldar se la tiene como "la capital" de Gran Canaria antes de la conquista, o al menos de la parte NO, una vez dividida la isla entre los dos hijos de Artemi. El término de Gáldar -de "donde era lo mejor de la isla", según dice Abreu Galindo 1977: 171)- estuvo representado por Achutindac en la embajada de paz que los canarios enviaron a Diego de Herrera en Lanzarote en 1476 (Abreu 1977: 135). Aquella condición de haber sido "corte de los guanartemes de la isla -dice Viera y Clavijo-, cuyo antiguo palacio (obra admirable de piedras en figura de bóveda, forrada de tablones de tea) era objeto de la común curiosidad" (1982: II, 108) es lo que sigue ostentando la población hasta la actualidad para ser considerada "ciudad", pero no por el número de sus pobladores, pues en época hispana siempre ha ido por detrás de otras poblaciones de la isla. A juzgar por los datos que Antonio Riviere obtuvo en 1740 de su parroquia, tenía entonces 476 vecinos (y 2.126 personas), de los cuales vivían en el lugar de Gáldar 311 vecinos, y el resto entre Artenara y Alcuza (Riviere 1997: 142). Incluso llama especialmente la atención que en el mapa de Torriani en el lugar en que debería aparecer inequívocamente Gáldar aparezca escrito Gando y en el exterior del mapa P[unta] de Gando, lo que es un error evidentísimo del ingeniero italiano (1978: 87). Error que se corrige en el siguiente mapa con que contamos con cierta toponimia interior y exterior, el que Casola (que había sido ayudante de Torriani) dibujó de la isla en el primer tercio del siglo XVII: en el interior aparece como Galdar y en el exterior como Pº de Galdar, en ambos sin acentuar (Briçuela y Casola 2000: 44), y exactamente lo mismo en el mapa de P.A. del Castillo (1686/1994: s.p.).

Aquella condición que tuvo Gáldar de ser la capital prehispánica de la isla es lo que explica que en su territorio se reúna el mayor número de yacimientos arqueológicos de todo el Archipiélago, y alguno de ellos de los más importantes. La famosa Cueva Pintada valía por sí misma para convertir a Gáldar en referencia inexcusable de las antigüedades canarias, pero las modernas actuaciones arqueológicas realizadas en su entorno han descubierto una población entera que ofrece una muy novedosa visión del modo de vida de los aborígenes de la isla: no todos vivían en cuevas, sino en casas bien construidas y aseadas, y estas se constituían en verdaderos poblados, con sus calles y plazas y hasta con canales para el agua, etc. Difícil será, si no imposible, poder descubrir el entramado de construcciones que debió constituir la antigua ciudad de los guanartemes, pues es casi seguro que la ciudad actual se levantó sobre las ruinas de la antigua y hasta que se utilizaron sus materiales para los nuevos edificios. Pero no solo es el poblado y la Cueva Pintada, están también las Cuevas de Facaracas, visibles desde la carretera que va a Agaete, y están los importantes yacimientos de la costa de Bocabarranco, El Agujero y La Guancha, incluso con construcciones funerarias de carácter tumular, los Mugaretes del Clavo y la Cueva y conjunto de cazoletas de la Furnia, el poblado de Botija, también con estructuras funerarias, etc.

Todavía a mitad del siglo XVII el historiador grancanario López de Ulloa resaltaba la pervivencia de las cuevas antiguas como habitáculo de los moradores modernos, incluso el orgullo que sentían de ser los descendientes de quienes fueron los reyes de la isla:


La villa de Gáldar, açiento y morada de los Reyes Guadartemes de aquella ysla; es un lugar que las más de las habitaciones son debajo de la tierra, en cuevas naturales y artificales; ay muchas casas labradas de lo antiguo, pero con el largo tiempo an ydo en disminuçión, y aunque los dueños las pueden fabricar, como las cuevas son casas de aquellos nobles antiguos naturales tienen por blazón la conservación dellas; es un lugar muy sano y fresco y de muchas aguas, y habitado por gente noble, de aquellos canarios antiguos nobles descendientes de los Reyes, adonde después de conquistadas se quedaron a vivir muchos Canarios y han quedado en él sus linages decendientes, preciándose como es justo de la nobleza (cit. Morales Padrón 1993: 321).


La única pronunciación actual de este topónimo es la que marca la escritura Gáldar, con acentuación paroxítona. Y sin embargo en las fuentes históricas antiguas aparecen multitud de formas que no representan esta pronunciación. Además de la forma Gáldar, se registran Galdar, Galdal, Gadar, Galda, Galdar, Gálda, Agaldar, Dagaldar, Agáldar y Aregaldar, Aregaldan y Arepaldan (todos ellos reunidos en Wölfel 1996: 825-826). Ello demuestra una vez más la poca fiabilidad que nos ofrecen las escrituras antiguas de las voces guanches. De no haber quedado ese nombre viviendo en la tradición oral, ¿a cuál de las escrituras antiguas deberíamos hacer caso como más representativa de la voz que los guanches pronunciaran? O lo que hemos dicho tantas veces: en el tránsito de una voz de una lengua a otra, los que la escribieron titubearon o no encontraron la grafía adecuada e inequívoca para representar el sonido que oían. Incluso en unos mismos textos de unos mismos autores suele aparecen con grafías distintas, como ocurre en la relación de los 35 "lugares y aldeas" que según Andrés Bernáldez tenía Gran Canaria al tiempo de iniciarse la conquista, en que aparece como Galda y Aregaldar (cit. Morales Padrón 1978: 515).

Descartadas las formas que son evidentes erratas de escritura, quedan tres variantes que podrían considerarse auténticas: Aregáldar, Agáldar y Gáldar, las tres con acentuación paroxítona, las dos primeras con sendos morfemas prefijos guanches: la primera con el prefijo ar(e)- equivalente a la preposición española hasta y la segunda con el prefijo a- que es marca del artículo masculino singular en bereber. Por tanto, puede decirse que en el curso de la tradición oral el previsible nombre primero de Aregáldar se fue despojando de sus elementos morfológicos primeros hasta quedar en el puro lexema Gáldar que hoy perdura. De hecho, en el Libro de Bautismo de la Parroquia, en los primeros años del siglo XVI, alternan únicamente las denominaciones de Agáldar y Gáldar, con mucha más frecuencia de la segunda. Lo mismo que ocurre en el testamento de Catalina Hernández Guanarteme, la que fuera hija de Tenesor Semidán, el Fernando Guanarteme de la conquista, fechado en Agüimes el 10 de abril de 1526 (Catalina Hernández Guanarteme... 2010: s.p.).

Una nueva y original denominación encontramos vinculada con Gáldar. Aparece en el Libro rojo de Gran Canaria, en una cédula real de 1561, por la que se confirma "la escritura de tributo que el Concejo hizo de las tierras de Tamaragáldar" (1995: doc. 97), y en ella tanto escrito todo junto como separado, Tamara Gáldar, y en una ocasión con la precisión de ser "término de la villa de Guía", por lo que no sabemos ciertamente si esta nueva denominación es un equivalente exacto de Gáldar (por tanto una variante de expresión) o si se refiere a un nuevo lugar diferenciado del anterior y de dimensiones menores. Porque en este mismo Libro rojo aparece en otros contextos el nombre de Agaldar perfectamente diferenciado (1995: doc. 88). El término Tamaragáldar ha desaparecido del todo en la toponimia actual, pero todavía en la segunda mitad del siglo XIX determinados registros dan cuenta de él. Aparece en la relación de topónimos guanches de Chil y Naranjo (2006: 181) escrito como Tamara-Gáldar y con la descripción de ser "localidad", sin más explicación que la de ser nombre recogido por él mismo, y que fue reproducido por Millares Torres (1980: 313) y por Bethencourt Alfonso (1991: 394), y este con la explicación de proceder de la lista de Chil pero con la escritura Tamaragaldar (sic). De la cita de Chil da asimismo cuenta Wölfel (1996: 825-826), añadiendo que también aparece en el Diccionario de Olive con la descripción de ser una "localidad de Guía". En su análisis, cree Wölfel que el compuesto no debe ser en el sentido que marca el guión de las escrituras de Olive y Chil tamara-gáldar, sino en la formación tama-aregaldar, siendo tama un elemento léxico con el significado 'lado' o 'región' o morfológico con el significado de 'el', 'la' o 'la que'; o sea, 'la que está junto a Gáldar'. Así interpretado se trataría de un topónimo perdido y que referiría un lugar intermedio entre Guía y Gáldar.

En un diccionario de arabismos de finales del siglo XVI, su autor, el franciscano Diego de Guadix, vincula el nombre de Gáldar con la famosa "cueva pintada" de los aborígenes que se encuentra dentro del casco mismo de la población y considerada por la arqueología canaria como "la capilla sixtina" del arte guanche. Dice que la palabra Gáldar consta del componente arábigo ga[l]i que significa 'casa', y del componente dar que significa 'cara o preciosa', con lo que el significó todo junto 'casa cara o preciosa'. Y lo justifica añadiendo a continuación el porqué de ese nombre: Con razón los antiguos canarios -dice de Guadix- llamaron así a su pueblo, pues había "una casa notable que los gentiles y antiguos naturales dél allí tenían hecha de comunidad, para que en ella se criasen las donzellas de todo el pueblo, debaxo la corrección y disciplina de una matrona a quien todas obedecían como a madre y superiora suya". Y sigue en la descripción de la casa, dejando constancia de que sigue en pie: "Oy en día está la casa en pie y, cierto, con razón la llaman casa cara y costosa, porque debió de costar mucho de hazer, por ser como es de cantería, de unas piedras no muy grandes labradas a quadrado y sentadas en aquel edificio, sin intervenir en ella herramienta de hierro ni azero sino las escodas y espicoches eran unos pedernales fixados y enastados en las puntas de unos cuernos de cabras, que se dexa bien entender que a cada cuatro golpes se desenastaría el pedernal y se desbarataría aquella herramienta". Y concluye dejando constancia de que la vio con sus propios ojos y quedó asombrado de la perfección de la puerta de entrada que tenía: "Soy testigo de vista -dice Guadix- de que la puerta de aquella casa o monesteruelo es de madera y toda de una pieza y labrada, también sin hierro ni azero sino con los dichos pedernales enastados en puntas de cuernos de cabra, y assí los golpes o açoladas están señalados en la madera de la puerta, que son unos bocadillos de madera como la uña del dedo menor de la mano" (2005: 628-629).

No deja de ser curioso que aquella misma impresión que causó al franciscano de Guadix la contemplación del palacio de los guanartemes se reprodujera casi de la misma manera dos siglos más tarde ante la mirada de nuestro Viera y Clavijo: "El palacio de los guanartemes -dice Viera- sería en su tiempo un Escorial, y no dejan de llamar todavía la atención aquellas paredes de casi 3 varas de grueso, de piedras de sillería tan bien ajustadas y cubiertas de tablones grandes perfectamente unidos y acepillados, sin clavos, sin barro, cal o yeso" (1982: II, 396). Y con parecidos términos laudatorios se expresaba su contemporáneo y paisano Dámaso Quesada: "Conservase en Galdar el Palacio de el Rey Guanarteme que es una Cueva mui bien labrada a uso de aquellas pobres gentes que estiman mucho sus descendientes" (2007: 131).

Pero no podemos tener en cuenta la explicación del fraile franciscano de Guadix, tan interesante, por otra parte, por cuanto se constituye, quizás, en la primera descripción de la famosa "cueva pintada" de Gáldar, pero totalmente caprichosa desde el punto de vista filológico, pues quiere hacer árabe un término, Gáldar, que es de origen bereber. Y desde el bereber se ha interpretado por otros autores. Además, de todas las referencias que el nombre de Gáldar ha tenido y tiene, es posible que las más sobresalientes sean las históricas, pero atendiendo a su condición de topónimo parece lógico pensar que su referencia primera fuera la geográfica, como ocurre en la mayor parte de los topónimos, y en el caso de Gáldar con un motivo evidentísimo: la perfectamente configurada y enorme montaña que se levanta en ese lugar. Por tanto, es del todo verosímil que el nombre de Gáldar esté relacionado con el de la montaña, como han supuesto algunos investigadores de la lengua guanche, entre ellos el canario Álvarez Delgado y el italiano V. Masellis, quien en un artículo dedicado a descifrar las inscripciones rupestres del Roque Bentaiga, dice que Gáldar procede de la raíz AGD con el significado genérico de 'montaña', y específicamente 'muralla', 'recinto o granero fortificado' (1991: II, 28).

Wölfel (1996: 826) dice que el topónimo grancanario gira entre los paralelos bereberes agalâd del habla de la Kabilia con el significado de 'empalizada redonda' o 'muralla de una ciudad' y la raíz gadir que en el bereber común significa 'muro, fortaleza'. Nuestro colaborador Abrahan Louth va más allá y dice que la voz Gáldar no tiene paralelos directos en el bereber, ni en la documentación escrita ni en las fuentes orales accesibles, pero que puede explicarse a partir de la voz gardar, suponiendo una alternancia dialectal de la final l/r que caracteriza no solo a las hablas del bereber, sino también a muchos dialectos del español, entre ellos el de Canarias. Y gardar a partir de los componentes que la conforman: gar + dar, el primero de los cuales es usual en el lenguaje común del chelja como partícula despectiva para expresar la idea de maldad (o vileza o tosquedad o fealdad o rudeza) que caracteriza a un individuo, a un animal o una cosa cualquiera; por ejemplo, gar-afgan 'mala persona' o gar-ass 'mal día'; del mismo modo se usa en la toponimia para calificar un lugar de acceso extremadamente dificultoso. En cuanto al elemento dar pensamos que es una forma reducida de la voz addar, por aféresis de los dos elementos iniciales, presente en el bereber con el significado de 'acantilado, montaña, cabo'; en la toponimia corresponde a una cumbre del Atlas Tizi Waddar, literalmente 'la cumbre de Addar'. Por tanto, desde esta hipótesis, Gáldar vendría a significar algo así como 'montaña de difícil acceso', lo que no deja de ser una buena apreciación de una de las características de la montaña de Gáldar.

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