Las Peñas de Chache constituyen el punto culminante de Lanzarote, con sus 670 m de altura; unas peñas en forma de murallón derruido en la cumbre de La Montaña, en el municipio de Haría. Como "cortijo" y "predio" lo califica Madoz en su Diccionario geográfico en la entrada Chache (1986: 107), pero además le da otra entrada por Peñitas de Carche (pág. 182) con más detalle descriptivo, diciendo que son unas peñas formadas por rocas basálticas y que "los terrenos que la circundan son de la mejor miga aluminosa que en el país existe".

El lugar, por ser tan preeminente, ha sido testigo de hechos relevantes en todas las etapas históricas de la isla. En la antigüedad fue lugar vinculado a las prácticas religiosas de los aborígenes, según constatan los restos arqueológicos allí hallados; en los primeros siglos tras la conquista el lugar sirvió de atalaya para divisar los barcos que se acercaran a la isla desde el norte; y en la actualidad cumple la función de ser lugar de control de la navegación aérea. Las peñas que dieron nombre al topónimo han sido sustituidas por dos enormes esferas metálicas levantadas sobre un conjunto de edificaciones hechas para ese fin último.

Lo más llamativo de este nombre, y lo que le hace particular, además de su brevedad, es la reiteración de su consonante palatal africada. No viene en los Monumenta de Wölfel, pero sí podemos compararlo con otros topónimos de la misma isla de Lanzarote terminados en -ache: Ajache, Tinache y Tinaguache (y el antropónimo Afche). Quizás no por casualidad los cuatro son nombres de montañas destacadas por su altura, por lo que tal terminación pudiera tener el significado genérico de 'altura', viéndose en el caso particular de Chache como 'la altura', al considerar el elemento inicial ch(a)- como morfema del femenino singular; es decir que el topónimo guanche vendría a designar una realidad objetiva de la geografía lanzaroteña: el nombre de su mayor cumbre.